Creo que Mirambel – junto a Morella – fue uno de los primeros pueblos bonitos que me marcaron en mi infancia. Desde aquella primera vez, desde la primera impresión, han pasado más de dos décadas. Al pueblo he regresado otras veces, alguna de ellas por algo muy especial, pero ya hacía demasiado tiempo que no lo visitaba y tenía necesidad de ello. Mirambel llama, y mucho.