Restaurante «La Tenada»

En el pueblo de Callezuela, muy cerca de Avilés, está el restaurante La Tenada, que se jacta de servir lo mismo todos los días. Dicen que sus raciones son impresionantes y que la comida está muy buena. Pues vayamos a ver qué se cuece en La Tenada.

Aunque seamos pobres, nos gusta también comer, y nos gusta comer bien. No solemos ir a restaurantes por dos cosas – principalmente: la primera, que el presupuesto no nos da para tanto; la segunda, que a mí me gusta bastante cocinar, y suelo hacerlo bien. Por ello es bien extraño que salgamos por ahí a probar manjares, pero en este viaje nos aventuramos y reservamos mesa en un restaurante. ¡HABRASE VISTO!

Todo surgió al ir de Somiedo a Oviedo, cuando JJ dijo pues un día vi por la tele un restaurante en Asturias que era parecido a Casa Matilde. Yo le pregunté que cómo se llamaba, él me dijo que no se acordaba. Pues bien vamos, pensé. Busca “restaurante mucha comida Asturias”, me dijo. Estás tú que va a salir con eso, le dije yo, pero lo busqué. Y salió, vaya que sí salió ¿Es “La Tenada? Le pregunto. ¡Sí, ese es! – exclama él – pero ahora debemos saber si no está muy lejos, ¿nos cuadra con la ruta? Me pongo a buscar, y sí, ¡bingo! Nos viene que ni al pelo, ya que queda cerca de Avilés, ciudad que queremos visitar el tercer día de viaje. Bueno, y qué ¿te parece que vayamos a comer allí? Mira, hay un reportaje que habla del restaurante. JJ intenta convencerme, pero yo ya estoy convencida; ¿probar gastronomía asturiana por un precio más que razonable y en cantidades industriales? ¡Claro que quiero!

¿No sabes qué es eso de Casa Matilde? Pues lee 🖱 este post y saldrás de dudas.

Comienza la aventura

Tercer día de viaje. Dejamos Oviedo para acercarnos hasta la costa asturiana. Primero pasaremos por Cudillero, uno de los pueblos más bonitos de Asturias para más tarde acercarnos hasta Callezuela, en el concejo de Illas, para comer en La Tenada, restaurante conocido por las copiosas raciones de comida que sirven – que tampoco es que sea muy raro eso en el Principado. Así, y habiendo injerido solamente un café con leche – es que queremos probar todo el menú – penetramos ahora en el corazón de la Asturias rural y la ruta discurre entre valles esmeralda y colinas suaves. Tras un desvío que nos aparta de la carretera que lleva a Avilés nos metemos en una carretera un poco más rural, y entre dulces subidas y bajadas llegamos, un poco antes de las dos de la tarde, al pueblo de Callezuela. La localidad son apenas un par de calles y algún horreo, una iglesia muy coqueta y un paisaje espectacular. Parece que allí suele ir bastante gente, porque hay un párking inmenso al final de la calle principal, aunque en esos momentos son pocos los coches que allí hay estacionados. Tras aparcar vamos en busca del restaurante, que encontramos rápidamente en la misma calle. Un gran cartel con una bruja reza: hoy tenemos lo de todos los días. Pues vayamos a ver qué nos ofrecen…

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No sabes la que te espera, bonita.

Entramos en la esperada Tenada y nos encontramos con un bar de pueblo, bien arreglado, con algunos parroquianos tomando algo. Hacemos saber que tenemos una reserva y nos conducen al comedor. Sentaros aquí, vengo en un momento. Juanjo y yo nos reímos; venimos con ganas de enfrentarnos a ese menú que tan célebre es entre algunas gentes. De hecho, hasta la que ahora es la Reina de España comió allí – aunque no sabemos si terminó con el menú.

Entre risas y jolgorios, bromas y chascarrillos aparece el camarero.

– Buenas tardes, ¿es la primera vez que venís?

– Sí – contestamos sonriendo.

– Bueno pues, entonces os diré que el menú que servimos es un “menú degustación” y que consta de seis platos y postres caseros. De primero tenemos pote de berzas con su conpango, de segundo y al ser miércoles, y si no me decís lo contrario, fabes. Continuaremos con adobo, huevo y picadillo con patatas. Después sacaremos unos callos y a seguidamente saldrán los platos de cordero guisado y ternera gobernada. Después tendremos postres caseros: tarta de frixuelos, arroz con leche y requesón casero. También os sacaremos un poco de queso de la Peral con membrillo, café de puchero, leche y licores. La bebida es vino de la casa y agua. El menú no se puede compartir y las raciones os las serviréis vosotros mismos. Ahora salgo con el primer plato.

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Salivando nos ponemos de lo más contentos y nos decimos que vamos a ponernos las botas. El camarero nos sirve pan, saca vino, gaseosa y agua. Nos servimos un poco de vino y rápidamente sale el primer plato: el pote de berzas, con su compango y con su todo. ¡Madre mía como huele aquello! Prestos nos servimos sendos platos y nos ponemos a comer. Qué delicia, pero… ¿cómo puede estar tan bueno? ¿Y el conpango? Madre mía la morcilla choricera. Venga, va, otro platito más. Total, son berzas, esto es todo verdura, nos decimos entre risas. Y llenamos otro plato, y nos lo comemos. Error.

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El camarero regresa, nos pregunta si ya tenemos suficiente pote y nos retira la sopera. Seguidamente nos saca las fabes. Mis primeras fabes asturianas, ¡qué emoción! Me sirvo una buena ración y me las meto en la boca. Las degusto lentamente; aquello no son fabes, ¡aquello es mantequilla! ¿Pero cómo pueden estar tan buenas? Y qué gustosas… jolín con las fabes, tú. Estos asturianos, qué bien comen. La conversación gastronómica está tomando tintes sublimes: la comida está muy buena y nosotros estábamos hambrientos. Sí, digo estábamos, porque es el segundo plato y ya estamos más que saciados.

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Tercer asalto: sale el adobo, el picadillo y las patatas. Cuando veo aquel plato con aquellos huevos que parecen de avestruz, aquel cacho de adobo que es como sacado de un elefante y las patatas enormes, frititas, suculentas, caseras… Casi me pongo a llorar. ¿Pero cómo vamos a comernos esto? El camarero se nos acerca y – no tengo muy claro si en tono de mofa – nos dice: Si os apetecen más patatas decídmelo. Yo me río, pero JJ pone una cara de dolor que jamás le había visto. ¿Qué te pasa?, le pregunto. Pues que ya no puedo más, no me encuentro muy bien. Suelto una carcajada y le digo que el menú se le está riendo en su cara. Cabanes, lo menú se te’n fot!!! E intento hacerme la valiente. No es que yo esté mucho mejor, no.

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El cuarto asalto viene con los callos, riquísimos – los pocos que pruebo – y aparecen el quinto y el sexto de golpe. A mí me tumban, pero a JJ lo dejan noqueado. Ahora vuelvo, me dice. Pero… ¡dónde vas! Me contesta que a dar una vuelta, a ver si se recupera un poco. Perfecto, no tardes, yo no voy a moverme de aquí. Sola ante el peligro, pienso, y me enfrento al cordero y a la ternera como puedo. Qué bueno está pero… ¡es que yo estoy tan llena! Intento comer y el camarero se me acerca, ¿Te ha dejado sola? Pregunta sonriendo. Pues sí, pero si no vuelve comida no me va a faltar. Sonrío un poco pero no mucho, es que ya no tengo fuerza ni para eso. Al cabo de un buen rato JJ regresa. Su cara es un poema. ¿Estar mejor? Interpelo. Bueno… contesta él, cabizbajo. Prueba la carne, está buenísima. Él responde que ni de coña, que si come más se va a poner malo. ¡Será capaz…!

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Llegan los postres y con ellos la estocada mortal: pastel de frixuelos, el arroz con leche casero y el requesón casero también. Ah, y no olvidemos el queso de la Peral con membrillo. Pues yo esto lo quiero probar todo. Venga, Juanjo, anímate. Prueba un poco de arroz con leche que está buenísimo. Me contesta enfadado que no, que no quiere, que le va a sentar mal. Pues nada… apechuga con ello, Marinator. El arroz con leche está delicioso, el requesón también, el pastel de frixuelos ni te cuento, y el queso y el membrillo son brutales, pero como es menú degustación no puedo más que degustarlo un poco, que cuando quiero tengo buen saque – pero no tanto…

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El camarero aparece con una cesta que contiene tres botellas con distintos licores y unos vasos, para llegar después con el café de puchero y la leche. JJ asalta los licores y apostilla: Ahora voy a comprobar si eso de que son digestivos es verdad. Yo me río y pruebo el café, es mi primero de pote y, aún siendo bastante diferente al expresso que suelo tomar, el sabor es muy bueno. JJ prueba también el café, pero él se ensaña con los licores – que, por cierto, están muy buenos.

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Terminamos la comida, pedimos la cuenta, pagamos y nos marchamos. A la salida comentamos la jugada tranquilamente. ¡Qué barbaridad! ¿Pero es que hay alguien que pueda terminarse el menú?dice JJ. La Reina, seguro que no, contesto. Nos reímos, pero Juanjo no tiene ganas de reírse. Parece que tanta comida le ha superado, aunque añade: Pues oye, sí que es cierto eso de que los orujos son digestivos. Tras la batalla damos un paseo por el pueblo, y a punto estamos de llegar a La Peral andando – tan solo dos kilómetros. Después de una buena comida caminar por ese entorno tan magnífico es una maravilla – y sienta de bien…

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Conclusiones

Que no os asuste nuestro relato; nos pasamos con el pote de berzas – alguien me lo dijo en Instagram -, no hubiésemos tenido que comer tanto. Tal vez dejarnos algo de compango, porque tanto el pote como las fabes llebavan. El pan ni lo probamos, ya habíamos tenido una experiencia similar en Casa Matilde y sabíamos que eso sería fatal. Lo que no teníamos en cuenta es que la comida tan consistente iba a pasarnos factura. Así, os recomendamos que comáis con moderación, o que hagáis de la comida como si de un banquete se tratase: comer despacio y durante mucho tiempo.

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Marina – 1
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Juanjo – 0

Os recomendamos la experiencia – y que conste que esto no es promocionado ni nada – si os gusta comer, si os gusta la comida consistente y, sobretodo, si vais con amigos. Sí, y es que desde que he llegado de allí no paro de decir a mis amigos que tiene que hacer una excursión a Asturias e ir todos a comer a La Tenada; me imagino a toda mi colla allí y los veo disfrutando de lo lindo.

¡Ah! Que me dejaba el precio del menú: 23,50 € por persona.

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Una filósofa y un politólogo que amana viajar y lo hacen a pesar de los pocos recursos que tienen. Viajar es más que un capricho, viajar es una necesidad y aquellos que somos pobres en un primer mundo de opulencias tenemos derecho también a realizar nuestros sueños viajeros. Porque los pobres también viajamos.
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4 pensamientos en “Restaurante «La Tenada»

  1. Ay madre, se me ha hecho la boca agua leyendo y mirando las imágenes! La verdad es que por el Norte se come muy bien… Y en nuestro país en general, para qué negarlo jeje.

    1. Tienes toda la razón del mundo, posiblemente España sea uno de los países en los que mejor se come del mundo, y que tiene mayor variedad gastronómica.

      La Tenada es muy recomendable, se come genial. Pero tienes que seguir nuestros consejos o te va a pasar como a nosotros 😆

      Gracias por comentar.

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