En nuestro viaje por Castilla y León, en el verano de 2017, decidimos visitar, además de la provincia de Valladolid, también la de León. Varias razones eran las que hicieron decidirnos por esta provincia como parte de nuestro roadtrip, y una de ellas fue la localidad de Astorga y ésta fue nuestra experiencia.

Después de pasar tres días de mucho calor en Valladolid, llegamos a León y el cielo se encapotó. Tanto capote se puso el cielo que cayó la de Dios en un momento, pero nosotros no desistimos y decidimos desplazarnos hasta Astorga como teníamos planeado.

Durante todo el trayecto la lluvia no dejó de caer, y esperábamos que unos kilómetros más allá – los 50 de que hay de una ciudad a otra – la lluvia dejase de cebarse con nosotros. Nuestro gozo en un pozo; a mitad del trayecto el cielo más que encapotarse se volvió satánico y rayos y centellas comenzaron a caer sobre nosotros, acompañados de una fuerte lluvia que sí, nos acompañó hasta nuestra llegada a Astorga.

Astorga es la capital de la Maragateria y uno de los lugares más conocidos de la provincia de León. Por Astorga – como también por León – pasa el camino de Santiago – y también La vía de la Plata -, por lo que es usual encontrarse con peregrinos caminando por la ciudad. Además de ello, Astorga tiene una de las pocas obras de Gaudí que hay fuera de Catalunya, el Palacio Episcopal, y también tiene una catedral inmensa que ya existía en el s. III.

Qué ver en Astorga

Nada más adentrarnos en la ciudad la tormenta se vuelve más fuerte, así que nos dirigimos hasta la zona de la catedral, junto a la que se encuentra también el Palacio Episcopal, y aparcamos el coche. La lluvia es tan fuerte que decidimos meternos en un bar cercano para tomar un café y relajarnos un poco. A los pocos minutos se escucha un estruendo enorme, vemos un fogonazo en la calle y el lugar se queda a oscuras; la tormenta ha dejado sin luz a la ciudad.

Con semejante panorama, ¿qué vamos a hacer? Pues tomarnos el café tranquilos y esperar, que tampoco viajamos para sufrir. La luz no vuelve y se nos está haciendo tarde así que pagamos el café y nos dirigimos hasta la puerta de la catedral para comenzar nuestra visita que incluirá también el Palacio Episcopal. O eso creemos.

Nada más adentrarnos en la catedral, nos dirigimos al chico que vende las entradas y le pedimos un par de combinadas para visitar tanto la catedral como el palacio. Entonces nos dice lo que no queríamos oír: la catedral no se puede visitar porque el interior está totalmente a oscuras. Debemos esperar a que se reestablezca el servicio eléctrico. Pues vaya gracia… ¿Y el Palacio? preguntamos esperanzados. Pues estamos en las mismas. Y es más, cuando vuelva la luz – si es que vuelve – no nos va a dar tiempo para visitar ambas cosas. ¡NO JOROBES! El chico nos dice que esperemos si nos apetece. ¿Y qué vamos a hacer, sino? En la calle sigue lloviendo, así que aguantamos estoicamente hasta que por fin… ¡chas! La luz regresa. Menos mal, al menos podremos visitar la catedral.

Visita a la Catedral

La visita a la catedral de Astorga no es guiada, pero te ofrecen una audioguía que te acompaña durante todo el recorrido y te explica todos y cada uno de los rincones de la construcción, además de todos los elementos que se pueden encontrar en el museo catedralicio.

El recorrido empieza por el exterior de la catedral y lo que vemos hoy comienza a construirse en el s. XV, después de que se demoliera el antiguo templo románico que ocupaba ese lugar. Los elementos de la fachada datan del s. XVIII y decoran ricamente todo el exterior del templo. Estos elementos son una de las obras más destacadas del barroco leonés y de verdad decimos que es abrumador, y debéis creer que así es, porque a nosotros el barroco más bien nos desagrada y aquéllo es, sinceramente, impresionante.

Si quieres saber más sobre el exterior de la Catedral de Astorga, puedes pinchar aquí.

Después de visitar el exterior nos dirigimos ahora al Museo Catedralicio, en el que podemos encontrar más de 500 obras repartidas en 10 salas distintas que abarcan épocas dispares. Entre las obras que encontramos en este museo podemos ver los restos románicos de la antigua catedral que todavía hoy se conservan.

Si quiere más información sobre el Museo Catedralicio, pincha aquí.

Tras el museo nos dirigimos al claustro, remodelado en el s. XVIII y que en la actualidad se compone de un estilo neoclásico de líneas rectas y puras. Debemos decir que a nosotros no nos sorprende, somos mucho de gótico y románico, así que el claustro nos parece algo menor para nuestros gustos, pero oigan, a gustos, colores.

Tras el claustro, otro de los platos fuertes de la Catedral además de su portada exterior. Nos dirigimos ahora al interior del templo, que es de dimensiones estratosféricas. La altura de la construcción es una pasada; esbeltas columnas que se alzan hasta casi tocar el cielo y sustentan una bella techumbre decorada siguiendo el estilo abolengo alemán, siendo la única catedral de España que sigue este estilo.

La catedral está plagada de vidirieras que tiñen de vivos colores el vasto espacio interior del templo. Las vidrieras más antiguas datan del s.XVI, algunas semejantes a las de la Catedral de León, aunque podemos encontrar también vidrieras facturadas ya en el s.XXI. También, en el interior, y como dato curioso, podemos encontrar el reloj de sol y luna, obra de Bartolomé Hernández en el año 1800 y que marca las 24 horas del día según la esfera y las fases de la luna.

El coro es otro de los elementos impresionantes que alberga el interior de la catedral. Construido en madera de nogal, data del s. XVI y no se repite ninguno de los elementos que aparecen en él. El coro sigue los estilos gótico hispanoflamenco, pasando por el renacentista con aires italianos, hasta llegar al barroco.

Otro de los elementos importantísimos de esta catedral es la Capilla Mayor y el retablo que en ella encontramos. Éste es una obra maestra del Renacimiento español, obra de grandes dimensiones y muy sorprendente, que tiene como autor a Gaspar Becerra quien, siguiendo los preceptos de Miguel Ángel, consiguió formar una gran escuela en el territorio peninsular. Tanto es así que a Becerra se le llamó el Miguel Ángel español.

Puedes leer más sobre la Capilla Mayor y el retablo pinchando aquí.

El recorrido por la catedral termina aquí, pasando por todos estos lugares y las innumerables capillas que conforman todo el conjunto arquitectónico. La Catedral de Astorga es una de esas catedrales que deben visitarse; es una catedral muy grande que, como ya hemos ido diciendo durante todo el post, alberga tesoros como el retablo de la Capilla Mayor, o la portada exterior, además de ser un espacio amplísimo y de gran altura, de porte elegante.

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Para horarios y precios, dirígete aquí.

El Palacio Episcopal

Como ya hemos dicho más arriba, nuestra visita al Palacio tuvo que anularse debido al mal tiempo. Aun así, pudimos disfrutar de su exterior que es bien sorprendente. Y todos nos preguntamos: ¿qué hace un edificio del arquitecto catalán en la Maragatería?

Si en Astorga encontramos una obra de Gaudí, se debe al hecho que el obispo de la diócesis, D. Juan Bautista Graus, provenía de Reus. El obispo, que vivía en el palacio episcopal situado entre la muralla y la catedral, se quedó sin casa debido a un incendio ocurrido a finales del s. XIX. Fue entonces cuando, urgentemente, tuvo que construirse otro.
El Maestro de Obras de la Catedral, D. Pedro García Calvo, envía el proyecto de la nueva construcción, pero el Ministerio lo rechaza por considerar a García Calvo carente de inteligencia para llevar a cabo dicha obra. Entonces es cuando el Obispo piensa en su paisano Gaudí, y el 8 de marzo de 1887 el Ministerio aprueba el proyecto para que el arquitecto catalán comience su obra.

El estilo en el que está construido el Palacio Episcopal es neogótico, que sumado a la desbordante y maravillosa imaginación de Gaudí da como resultado la maravilla arquitectónica que es esta construcción. La verdad es que admirar las obras de Gaudí es una maravilla, a mí, personalmente, me encantan. A modo de offtopic, debo decir que una de las cosas que más me gustaba hacer cuando vivía en Barcelona era pasearme por delante de La Pedrera y admirar esa maravilla. Este Palacio, no siendo La Pedrera, es también imponente.

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La verdad es que nos supo un poco mal no poder visitar semejante maravilla, pero teníamos que elegir entre una cosa u otra, y la catedral – como siempre – nos tiró mucho más.

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Astorga, por su parte, se quedó también en el tintero, pero tampoco encontramos demasiado para ver dando una vuelta rápida por allí. Cierto es que nos quedábamos sin tiempo y estábamos cansados – habíamos conducido desde Valladolid a León y de allí hasta Astorga -, así que para ser lo más objetivos posibles deberíamos regresar a Astorga en otras circunstancias – posibilidad que no descartamos.

De todos modos, la simple visita a la Catedral valió la pena, y la imagen que conforma ésta junto al Palacio Episcopal es una de ésas que cuesta de olvidar.

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