La Costa Blanca ofrece mucho, no solo hay playas y sol. Benidorm, a pesar de su fama, es algo más que Imserso e ingleses, y es un punto de partida perfecto para descubrir la zona de una manera sosegada. Si quieres saber qué ruta puedes seguir para pasar 3 días en la Costa Blanca, sin prisas ni estrés, estás en el lugar adecuado.
Este viaje fue casi improvisado. La ruta, que a priori era mucho más extensa, se quedó en un par de visitas por día yendo sin prisas ni grandes pretensiones. No alargamos las distancias, no nos fuimos hasta la otra punta de Alacant, lo que más nos apartamos fueron una cuarentena de kilómetros desde Benidorm, llegando lo más lejos a Xixona – creo yo.
¿Por qué planteamos la ruta así? Porque queríamos ir de relax. No nos apetecía nada levantarnos pronto para coger el coche y conducir 100 kilómetros para llegar a un punto turístico determinado. No, no nos apetecía, esta vez no. Así, y tras haber apuntado en una pequeña libreta algunos must de la provincia acabamos por dejarlos fuera de nuestras visitas. Sí, por una vez viajaríamos tranquilos.
Presupuesto para viajar a Benidorm 3 días.
Este punto, siempre fundamental en nuestros viajes, porque el hecho de que sea ajustado y, por ende, lo que nos permite viajar, esta vez queda reducido casi al ridículo porque viajamos a la Costa Blanca gracias a los bonos turísticos de la Generalitat Valenciana que financian el 70% del alojamiento [lee las bases aquí].
Así, saliendo de un viaje, o terminando casi uno – el de Navarra y Aragón en octubre – estábamos ya pidiendo el bono a la hora exacta en la que comenzaban las inscripciones. Finalmente nos concedieron la subvención y teníamos una semana para escoger destino y fechas. Elegimos Benidorm por razones que después alegaré, y acabamos pagando, redondeando, 85 euros por 3 noches en un hotel de 4 estrellas superior con media pensión incluida. Así sí se viaja bien, y lo hace casi cualquiera. Ojalá más ayudas como ésta, y que no tengan que ver solo con lo rápido que seas al darle al click si no, tal vez, con la capacidad adquisitiva que tengas. Que pueda viajar todo el mundo independientemente de su situación económica, que no se tengan que renunciar a unas cosas para llegar a otras tan absolutamente humanas como son el deseo de movernos para descubrir nuevos lugares.
En comidas gastamos bien poco, y es que comes bien en el desayuno, y cenas consistente, y hala, ya estás arreglada para todo el día. Picar algo, una caña y tal vez unas bravas, un chocolate en la Vila Joiosa – indispensable – y así pasas 3 días de viaje sin grandes penurias.
En entradas nos gastamos 3 euros por cabeza en el castillo de Denia, 1,5 euros por cabeza en el Museo del Turrón de Xixona y ya está. en total, 9 euros los dos.
Y en transporte, pues en coche, repostando el diésel en las gasolineras más baratas que encontrábamos y poco más. Si me fio de ViaMichelín no me salen más de 60€ en gasóleo – y apunto muy alto.
Y creo yo que por menos de 100 euros cada uno nos pasamos media semana en la Costa Blanca disfrutando del buen tiempo, de pueblos bonitos, de playas preciosas y de la tranquilidad que caracteriza esa zona mediterránea en los meses de invierno, tranquilidad agudizada por la pandemia de Covid.
La ruta
Día 1 – llegada a Benidorm pasando por Denia
Salimos del pueblo no demasiado pronto, JJ tiene con la banda de música uno de los pocos conciertos que se han podido organizar desde que la pandemia es una realidad. Pasada la una de la tarde acabamos de cargar las cosas en el coche y arrancamos.
Hasta Benidorm tenemos algo más de 3 horas de viaje. Ahora, y desde el 1 de enero de 2020, han desaparecido los peajes de la AP-7 en este tramo y hasta Tarragona, así que el viaje es comodísimo. Unos pocos kilómetros de 232 hasta tomar la CV-10, seguimos por autovía a la altura de Cabanes, A-7, AP-7 y sin darte cuenta ya estás llegando a la provincia de Alacant.
Comemos en una área de servicio una ensalada de pasta que hemos preparado el día de antes, sentados lejos de la poca gente que hay por allí. Nos subimos de nuevo al coche y acabamos llegando a Denia.
No llevamos nada preparado, no hemos mirado absolutamente ninguno de los atractivos que nos ofrece esta ciudad costera famosa, sobre todo, por su gastronomía. En Denia damos un paseo por el casco antiguo, perdiéndonos por sus callejuelas empinadas que te transportan, necesariamente, al castillo.
Y claro, castillo que vemos, castillo que visitamos. Del de Denia quedan las murallas, alguna torre y un portal de entrada. Además, en el castillo está el museo arqueológico que podemos visitar por los pelos, y es que días después cierra por cuestiones epidemiológicas.
Tienes la web del Castillo de Denia haciendo click aquí.
En Denia hacemos poco más, paseamos un poco por la calle principal, nos acercamos hasta el mar y damos media vuelta. Tenemos que llegar todavía a Benidorm y hacer el check-in, así que no podemos entretenernos mucho.
Conducimos unos tres cuartos de hora más hasta llegar a las puertas de la Manhattan del Mediterráneo. Se está haciendo de noche y el skyline de lo que antaño fue un pueblo pesquero sorprende pintado por los colores tremendamente potentes de un atardecer brutal. Es el último día completo de otoño.
Llegamos al hotel y nos alojamos, escogemos horario de cena y desayuno – con lo de la pandemia no puedes ir cuando te dé la gana – y nos preparamos para dar una vuelta por el centro de la ciudad.
No es la primera vez que estamos en Benidorm, hace ya años estuvimos una tarde, no sé si estaríamos una hora completa, la primera vez que nos desplazamos juntos hasta Alacant. Aquella vez estuvimos en Villena, el Castell de Guadalest, pasamos por Biar y subimos hasta su castillo, llegamos hasta Alacant, visitamos su castillo y para terminar la jornada, y en un ejercicio de curiosidad extrema, acabamos en Benidorm. Queríamos saber por qué la mayoría de los jubilados viajaban a Benidorm con el Imserso, es que no nos entraba en a cabeza. ¿No habrá más sitios en España para visitar que Benidorm? [tienes su web de turismo aquí].
Ese día lo comprendimos todo: una temperatura agradable incluso en diciembre, un centro coqueto, con aires de pueblo, encantador. La playa, sin ser nosotros nada playeros, increíble, amplia, enorme. Y un atardecer que nos convenció de que Benidorm era un lugar privilegiado. Así que cuando tuvimos la oportunidad, y como os he dicho en el apartado presupuesto, no la dejamos pasar.
Volvíamos a Benidorm sabiendo que nos iba a gustar, que íbamos a pasar unos días muy cómodos. Intuíamos que Benidorm, esos días, no sería aquello que vimos años atrás. No habría gente mayor disfrutando de su merecido descanso, tampoco demasiado turismo. La mayoría de hoteles estaban cerrados – tuvimos que cambia nuestro alojamiento porque finalmente no abría en esas fechas -, pero más allá de todo esto nos esperaba una ciudad en la que todo lo demás es accesorio; su situación natural privilegiada la hacía perfecta para disfrutar de la vida independientemente de la situación sanitaria sobrevenida.
Nos tomamos una cerveza en una terraza apartados de la gente que hay en el interior del local y volvemos al hotel. Debemos cenar y acostarnos. Yo al día siguiente tengo pensado ver el último amanecer del otoño de 2020 en un lugar privilegiado.
Día 2 – Xixona y La Vila Joiosa
Me levanto temprano, muy temprano. No quiero perderme el amanecer. Estoy en un lugar privilegiado donde la luz es un regalo y quiero ver como amanece la jornada. Me calzo mis zapatillas, me pongo apenas una sudadera – nadie diría que es diciembre – y me acerco a la playa. El hotel está frente a la misma así que me cuesta nada y menos llegar. Todavía no es el momento justo de salida de sol, así que tengo tiempo suficiente para llegar hasta el Balcón del Mediterráneo y ver el amanecer desde allí.
En la playa no hay nadie, voy sola por esa lengua de fina arena blanca. La luz suave es cada vez más y más potente y yo me acerco relajadamente hasta esta parte Benidorm que era antaño fortaleza y hoy en día es uno de los sitios más fotografiados de la localidad. Llego allí en el momento justo; me encuentro con una chica que sube y baja las escaleras – entiendo que está haciendo cardio – y más allá de esta mujer no hay ninguna otra persona en el lugar. Me paro, respiro, y me dispongo a disfrutar de espectáculo.
El día ha despertado, es hora de regresar al hotel y desayunar. Me quito las zapatillas y meto los pies en el agua que está más bien fresca. Camino por la orilla y suena el teléfono. Es JJ, que me pregunta dónde estoy. Se ha despertado y no había nadie. Le digo que he ido a ver el amanecer. Quedamos en la puerta del restaurante. Desayunamos, nos arreglamos y salimos a lo que será la primera excursión del día.
Xixona
Estamos a punto de entrar en fechas navideñas, y dicen que la Comunitat Valenciana es donde nace la Navidad. Yo de navideña soy 0, pero me gusta el turrón de yema así que nos dirigimos al lugar donde el turrón es religión: el pueblo de Xixona.
Son múltiples las empresas que se dedican a la producción de este dulce tan navideño, y también numerosas las empresas familiares que trabajan la almendra para fabricar turrones de manera artesanal. Nosotros decidimos visitar el Museo de Turrón [tienes más información en su web].
En el museo te muestran las instalaciones donde se fabrica el turrón que esos días ya no funcionan porque se fabrica unos determinados meses al año al ser el producto de carácter estacional. También ves un breve vídeo que explica el nacimiento de la marca – aunque el museo es oficial, está en la fábrica de una marca de turrón -, y junto a una guía conoces cómo nació este dulce, cómo se producía antaño y cómo se produce ahora. Finalmente llegas a la tienda donde te espera una degustación de turrones y productos para comprar. Nosotros nos hacemos con algunos y nos dirigimos a visitar ahora la localidad del Xixona.
Nos metemos en Xixona para comprar turrón en alguno de sus talleres artesanales. Nos mola el museo pero queremos comprar local de verdad, así que vamos en busca de alguno de los múltiples comercios que se dedican a vender los productos que ellos mismos realizan. Xixona huele a almendra tostada – de verdad – y en la búsqueda del turrón artesano descubrimos el arte urbano de la localidad.
Xixona nos parece una localidad que tuvo su momento de esplendor en el pasado. Las calles y comercios así lo reflejan. Me parece muy interesante ese carácter de principio de siglo que tienen algunos escaparates y algunos anuncios de comercios y me quedo pensando cómo debió ser aquel lugar hará cosa de 100 años. Lo comento con JJ y tememos que todo quede en recuerdo en un futuro y que mucho patrimonio desaparezca. Son solo suposiciones; ojalá no.
Acabamos encontrando el lugar donde comprar turrón, una pequeña tiendecita con taller propio que desprende un perfume intenso a almendra y miel. Una mujer ya mayor regenta el lugar y a ella le pedimos tres tipos distintos de turrones. Nos desea felices fiestas y nosotros hacemos la mismo. En Xixona ya hemos cumplido nuestra misión, es momento de irnos a la Vila Joiosa.
La Vila Joiosa
La Vila Joiosa es un pueblo costero a pocos kilómetros al sur de Benidorm que es conocido por las casas de colores y también por su chocolate, y es que allí se encuentra la fábrica de los chocolates Valor. La Vila Joiosa, como toda la Costa Blanca, tiene también unas playas preciosas y calas acogedoras.
Aunque las casas más famosas son las que se encuentran frente al mar, y que son la estampa característica de la localidad, en el casco histórico de la misma, y partiendo desde la plaza de la donde se encuentra la iglesia, que está, por cierto, en el interior de lo que queda de las murallas construidas en el s. XVI y que fueron destruidas en la Guerra de Sucesión.
En la Vila tienes también arte urbano, ubicado sobre todo en las escaleras que te llevan hasta el mar, y tienes también rutas sencillas para realizar por la costa y llegar a cualquiera de los múltiples puntos de interés que encuentras en la orilla del mar. Nosotros decidimos ir caminando hasta el Santuario de la Malladeta – al sur de la Vila -, y vamos allí por un par de cosas que nos interesan.
El Santuario de la Malladeta
El paseo es muy agradable, aunque creo que nosotros nos saltamos la ruta marcada en algún momento. Caminando al lado del mar el día va perdiendo fuerza y los colores del cielo cambian a marchas forzadas. En la zona de la Malladeta hay tres elementos de interés construidos por el hombre a lo largo de su larga historia de existencia que hacen ese espacio interesante, pero no solo la acción del hombre es lo que nos llama la atención.
En la Malladeta tienes un Santuario Íbero que data del siglo IV a.n.e, pero encuentras también un par de elementos de lo más curiosos que a quienes les interesen los espacios abandonados con aire romántico y decadente seguro que van a gustar.
En primer lugar, la conocida como Villa Giacomina, un palacete historicista con detalles masones, que mezcla los estilos andalusíes o el gótico flamígero, además de reunir en un mismo espacio los símbolos de las tres religiones conocidas como del libro, el cristianismo, el judaísmo y el islamismo.
Resulta que quien mandó construir este edificio era el médico Alfonso Esquerdo en unos terrenos adquiridos por su tío José María Esquerdo, psisquiatra y jefe del Partido Republicano español. Alfonso Esquerdo, que era de la Vila Joiosa, se fue a vivir a Argentina y allí conoció a Giacomina Bellami del que acabó siendo esposo. El nombre de la villa, como se intuye, es en honor a su esposa.
El palacete, que fue terminado en el año 1920, fue ocupado por su dueño solo hasta el 1922, cuando Alfonso Esquerdo murió. Más tarde vivió allí el Dr. Bastos, traumatólogo que marcho de Alcoi después de los bombardeos que la aviación italiana lanzaron sobre esta ciudad. Tras el Dr. Bastos el espacio fue ocupado por la División Italiana Littorio causando los primeros daños al edificio.
La historia reciente del lugar no se agota con el palacete historicista, sino que empieza justo con una torre que parece vigía pero que en realidad no lo es. El tío de Alfonso Esquerdo, el republicano José María Esquerdo, mandó construir una torre que funcionaria como estudio en lo que serían las inmediaciones del Sanatorio Psiquiátrico. Esa torre, de estilo neomedieval, está a día de hoy todavía en pie, y es un lugar maravilloso para disfrutar de los atardeceres que brindan la costa alicantina.
Como digo, divisar la costa al atardecer desde ese punto es una de las cosas que debes hacer en la Vila Joiosa. No solo por su importancia histórica, que la tiene, ya que el asentamiento allí no es baladí. Como casi en todos los santuarios íberos, desde el mismo se podía – se puede, vamos – observar en cada equinoccio y desde lo alto del santuario, espacio hoy en día ocupado por la torre neomedieval, la salida del sol por un lugar en particular , que en este caso es la ladera derecha de la isla de Benidorm. Esto, a los íberos, les servía para conocer el comienzo del año agrícola, actividad fundamenta en la vida de esas gentes.
Ese día no es el equinoccio, sino que se ha dado el solsticio de invierno, y puestos a ponernos místicos – y será algo que podremos divisar a la vuelta de la ruta – se da la conjunción Júpiter – Saturno. Pero nosotros ahora, y en ese punto, queremos disfrutar del atardecer, que es éste que ahora os presento.
Muerto el día caminamos sobre nuestros pasos bajo un cielo de fuego y nos dirigimos de nuevo al centro de la localidad porque ya es hora de merendar y no queremos irnos de la Vila Joiosa sin tomarnos una buena taza de chocolate con churros. Como os digo, el cielo es fuego – the sky is on fire – y tengo que detenerme cada dos por tres a hacer fotos y flipar con tamaño espectáculo. Además, y como he mencionado un poco más arriba, alzando la vista, con la luna como referente, podemos ver la conjunción Júpiter – Saturno – que no aparece en imágenes porque es imposible cazarlo con nuestros medios.
Después de esto volvemos a Benidorm sabiendo que la Vila Joiosa tiene muchas más cosas para ofrecer, comenzando por toda la cantidad de torres vigías que hay en la costa y terminando por los yacimientos íberos que puedes ir descubriendo. Si quieres más información al respecto, puedes encontrarla en la web de turismo de la localidad [haz click aquí].
Día 3 – Calp, Altea la Vella y Altea (la Nova)
En la Costa Blanca hay dos localidades que no puedes pasar por alto, y al norte de Benidorm, que son Calp y Altea – más Altea la Vella, que ya son tres. Estos puntos, turísticos donde los haya, en verano deben ser una locura de gente. En invierno – y en pandemia – la gente es poca, pero lo que sí hay, y en cantidades desproporcionadas, son centenares de construcciones que se comen la ladera del monte y que, a mi juicio, son una auténtica aberración paisajística.
Pero más allá de lo bien o mal construido que esté todo aquello, cierto es que estos destinos ofrecen elementos de interés, algunos de ellos famosísimos, que debes conocer si estás en la zona. Lo primero que hacemos es acercarnos hasta Calp.
Calp
Hay dos cosas que me llevan a Capl: el Penyal d’Ifach y la Muralla Roja. El primero es un accidente natural famosísimo y muy frecuentado por turistas y amantes del senderismo, el segundo es un accidente humano frecuentado por turistas y amantes del postureo.
Lo primero que hacemos es dirigirnos hasta la zona de la Muralla Roja, un edificio que en los últimos tiempos se ha hecho megafamoso debido a los instagramers que parece ocupaban el edificio para hacerse miles de fotos posturetas en un lugar que, seamos francos, es una maravilla.
Lo que os digo, la Muralla Roja es una de las edificaciones que Ricardo Bofill mandó alzar en la zona de la Manzanera, uno de los pocos espacios verdes que quedan en la ciudad de Calpe. Aquel lugar, que es privilegiado por su situación geográfica, es el sitio ideal para levantar edificios de lujo y que son verdaderas obras de arte. Porque sí, la Muralla Roja, y no solo ella son, además de viviendas, obras de arte.
Es curioso el contraste entre los carteles que te señalan los «Edificios Ricardo Bofill» como una atracción turística más y los carteles que, una vez en el lugar, y en la Muralla Roja, te advierten que aquello es una propiedad particular y que no puedes ir por allí como Pedro por su casa. Me llaman la atención los carteles que rezan, en diversas lenguas, que está prohibido volar drones por encima del edificio y que hay inhibidores de los mismos, aunque yo escucho, y veo, uno volar.
El edifico, el de la Muralla, es espectacular, una pasada de bonito, y aunque solo puedas rodearlo y poco puedas acercarte hasta él porque está vallado, vale la pena acercarse hasta allí si lo que te gusta es la arquitectura – como a mí. Y si no te gusta, o no te llama la atención, pues también vale la pena, porque el espacio es maravilloso.
Como digo, solo podemos rodearlo, y me quedo con las ganas de ver cómo sería aquello en su interior, con esas escaleras que parecen ilusiones ópticas, con toda la geometría… Así que a falta de pan, buenas son tortas. Pero si te apetece comer pan, puedes alquilar un apartamento allí – los hay por 300 y pico euros la noche – y supongo que tendrás carta blanca para pasearte por todos los espacios. También me han dicho que si pagas un buen pastón puedes hacerte una sesión de fotos. Si lo que te interesa es la dimensión artística del espacio pues… no sé qué solución hay al respecto para que puedas satisfacer tu deseo. Yo no la encontré.
Además de la Muralla Roja, allí mismo hay otros dos edificios de Ricardo Bofill y que son de un interés arquitectónico especial. El otro edificio y que os he mostrado en una imagen más arriba es el conocido como Xanadú, de un color verde intenso, y que seguro que su interior es también interesantísimo ya que es un prototipo experimental de ciudad jardín levantado a finales de los años 60. El otro edificio es el Anfiteatro, un conjunto de 27 viviendas de lujo que tiene vistas estupendas al mar y al Penyald’Ifach.
Y hablando del Penyal d’Ifach, es lo siguiente que vamos a visitar. Siempre me ha llamado mucho la atención desde que lo estudié en el colegio. Creo que de pequeña, la primera vez que estuve en Alacant, pude visitarlo, o al menos acercarme hasta él, o lo vi a lo lejos, no lo recuerdo. Yo quería ver Ifach desde cerca y eso es lo que consigo esta vez, pero no haremos ningún tipo de ruta.
Debes saber que el peñón es Parque Natural desde el año 1987 y parece que es el más visitado de toda la Comunitat Valenciana, y que por ello, y desde hace bien poco, se está empezando a restringir su entrada. Es lo que pasa cuando vamos en tromba y sin medida a los lugares porque o bien son de fácil acceso, o bien porque se han puesto de moda y todos queremos nuestra foto allí.
En nuestro caso, ni vamos preparados, ni tenemos ganas de realizar ninguna ruta senderista. Lo dejamos para otra vez y nos acercamos al paseo marítimo de Calp, aparcando frente a las Salinas, otro de los espacios que debes tener en cuenta cuando viajes a esta ciudad alicantina. De la playa nos vamos al centro histórico, dejando el coche en un aparcamiento gratuito que se encuentra en la frontera entre lo viejo y lo nuevo, y damos una vuelta por el Calp antiguo y que todavía guarda a día de hoy elementos que deben destacarse.
La antigua muralla, el Torreó de la Peça o el Forat del Mar son los diversos atractivos que nos recuerdan que Calp, antaño, tuvo que protegerse frente a los ataques de piratas y enemigos. Hoy en día todavía pueden admirarse en su centro histórico algunos restos que hoy son monumentos y que dotan de valor a la visita que vas a realizar a esta localidad.
En Calp, como en casi toda la Costa Blanca, hay también yacimientos arqueológicos que evidencian el paso de otras civilizaciones, ya desde antiguo, por estas tierras. Puedes encontrar más información sobre ellos en la web de turismo de la localidad, porque nosotros, en ese punto, decidimos ir a otra de las excursiones que tenemos pensadas para el día.
Iglesia Ortodoxa Rusa
Entre Calpe y Altea, a mano derecha si sigues la dirección sur, se encuentra el primer templo ortodoxo ruso construido en España, y se encuentra en la urbanización Altea Hills, en el término municipal de Altea. Es interesante parar y visitarlo por lo diferente que es a los templos que normalmente pueden visitarse en España.
La entrada es gratuita, y puedes encontrar más información aquí (si le das al traductor, claro).
Altea la Vella
La actual Altea, una de las localidades costeras más visitadas de la Comunitat Valenciana, tiene sus orígenes en un pequeño núcleo comprendido entre el río Algar y la Sierra de Bernia. Teniendo evidencias de ocupación desde el neolítico, Altea la Vella tuvo entidad propia desde la Edad Media hasta el siglo XVI. A partir del siglo XVI las casas de Altea quedan deshabitadas y no es hasta el siglo XVIII que el lugar se vuelve a repoblar, y es cuando se da el nombre al lugar de Altea la Vella.
A nuestro juicio, las calles de Altea la Vella tiene un encanto insuperable. En cierta manera nos recuerdan un poco a los pueblos de la Alpujarra Granadina – salvando las distancias – y bajo ese sol delicioso de diciembre, las casas blancas destacan aún más con el fondo azul del cielo mediterráneo.
En nuestro paseo nos encontramos con un par de señoras y un señor, ya mayor, que va a disfrutar del sol en la plaza donde se encuentra la iglesia de Santa Ana. Vemos algo más de gente en los bares y restaurantes que hay en las «afueras» – si es que un lugar tan pequeño tiene afueras – de la aldea. Nosotros paseamos por el centro de la misma en total soledad, y el paseo es maravilloso, una absoluta pasada. Debes ir a Altea la Vella, de verdad.
Altea
De Altea la Vella nos vamos a la nueva, al pueblo de Altea propiamente dicho. Creo que esta localidad no necesita de presentación y desde mi humilde punto de vista puedo decir que es uno de los pueblos mediterráneos más bonitos que he visto en toda la Comunitat Valenciana.
Sus calles blancas, sus cuestas, los escalones, la vegetación, los miradores, las callejuelas, las tiendas, los artistas, el cielo azul… Altea es una preciosidad, una localidad encantadora de carácter mediterráneo indiscutible. Por las calles de Altea – al menos sí esos días, siempre lo digo, lo visitamos fuera de temporada y cambia mucho – la vida transcurre más tranquila, su gravedad es menor, y una se siente diferente caminando por allí.
El casco histórico es ya un atractivo en sí mismo, no necesita de ningún monumento ni museo para tener interés. Pero es que tiene también de eso, traducido en algunas atracciones declarados Bien de Interés Cultural que no debes pasar pro algo, como son los distintos portales, el Vell y el Nou, o la misma Plaza de la Iglesia, donde antaño se encontraba el castillo de Altea. La Glorieta del Maño, donde se encontraba la Casa de la Señoría, es hoy un mirador de bellas vistas panorámicas.
Altea es también famosa por sus playas, y acercarte hasta ella es algo que debes hacer también, y si lo haces cuando el sol se esconde vas a tener una estampa maravillosa frente a tus ojos. Y si quieres saber más cosas sobre Altea solo tienes que dirigirte a su página de turismo [pinchando aquí].
Nos queda solo una noche en Benidorm. El día, al ser ya invierno, acaba pronto, por ello oscurece pronto. El atardecer se alarga y nos da tiempo a llegar a las playas de Benidorm para presenciar el cambio de colores en el cielo en lo que es otro espectáculo visual. Amantes de los atardeceres, éste es vuestro sitio.
Día 4 – Cala de Finestrat, algunos rascacielos y regreso a casa
Viajar sin prisas te permite holgar, esto es, vaguear, descansar, entretenerte y solazarte. Es por eso que decidimos, antes de regresar a nuestros pueblos de origen, pasarnos por uno de los edificios más destacados de todo Benidorm, el Gran Hotel Bali, ese alojamiento de 4 estrellas que fue durante un tiempo el edificio más alto de toda España y que hoy es uno de los más conocidos de esta localidad alicantina. El hotel solo podemos verlo desde fuera, y es que por Covid y la falta de clientes se encuentra cerrado, mínimo, hasta febrero de 2021.
Debes saber que Benidorm es la tercera ciudad con más concentración de rascacielos de toda Europa, tras Londres y Milán, y para nada Benidorm tiene las dimensiones de las otras dos ciudades. Y es que si te gustan los rascacielos Benidorm es tu lugar en España, y aunque creas que no, su skyline sorprende mucho, y para bien. No solo del Bali vive el Skyline de Benidorm, y es por ello que puedes hacer una ruta de rascacielos por la ciudad, y aquí te dejo la guía.
Y muy cerca el Bali encontramos la Cala Finestrat, única playa del municipio de Finestrat, y que se confunde con Benidorm al estar pegada una a la otra y no haber separación física entre edificios. Esta cala está formada por una pequeña bahía de apenas 270 metros y es un remanso de paz que se convierte en algo paradisíaco un 23 de diciembre en el que te sobra todo tipo de ropa.
Y la visita a esta preciosa cala será lo último que hagamos, de momento, en la Costa Blanca. Sabíamos que esa zona era algo más que sol y playa en sentido estricto, aunque el sol y el mar sean protagonistas absolutos de nuestro viaje. Nos queda ahora regresar a la zona para descubrir sus muchos otros atractivos. Esperamos que pueda ser pronto.
Más información
Te he ido dejando las webs de turismo y de las de las distintas atracciones en cada uno de los apartados para que lo tengas todo a mano.
Si quieres saber cuándo es la mejor época para visitar la Costa Blanca debo decirte que yo evitaría los meses de verano. Lo haría, sobre todo, por la cantidad de gente que la visita y porque no podrías hacer lo que nosotros hemos hecho – si es que lo que quieres es hacer eso -, así de tranquilo y sin preocupaciones. Fíjate que incluso en invierno es buena época para visitar un lugar como Benidorm, ya que el buen tiempo es algo que no falta en esa zona privilegiada de la costa mediterránea.
Aquí te dejo el mapa para que tengas una idea visual de cómo va a ser la ruta y a dónde te van a llevar las distintas excursiones. Espero que lo disfrutes.
Si te apetece puedes saltarte Xixona, lugar al que fuimos por el mero hecho de comprar turrones, y puedes acercarte hasta El Castell de Guadalest, un pueblo muy chulo, sobre todo por el entorno en el que se encuentra, y que forma parte de la red de los Pueblos Más Bonitos de España.