Saint-Jean-de-Côle

En el momento en el que empiezas a planear un viaje al departamento del Dordoña-Périgord comienzas a ver nombres de pueblos marcado las localidades de menos de 2000 habitantes, conforma una red muy extensa de entre la cual muchos de los integrantes se encuentran en este departamento francés. Entonces te planteas qué puedes ver, qué merece la pena y qué no. Una tarea extenuante, vamos.

No es exactamente en el Périgord Verde donde más pueblos bonitos de Francia – oficialmente hablando – hay, pero éste que os mostramos hoy es una excepción, aunque no teníamos muy claro si llegar hasta él o no, pero vimos que la distancia entre este pueblo y el resto que teníamos en ruta no era mucha así que nos lanzamos a la aventura. Y qué bien hicimos, porque te digo a la de ya que Saint-Jean-de-Côle sí es uno de los pueblos más bonitos de Francia.

Nos acercamos hasta este pequeño pueblo viniendo desde Villars. Hemos estado visitando las ruinas de la Abadía Cistercense de Boschaud y al ser junio los días son largos; todavía tenemos tiempo de disfrutar de algún atractivo más en la zona. Es por ello que alargamos los kiómetros – no muchos, unas decenas – y nos desplazamos hasta Saint-Jean-de-Côle.

Nuestra primera impresión al llegar al pueblo es más bien de indiferencia ya que lo que vemos no nos sorprende. Dejamos el coche en las afueras – siempre hay que dejar el coche en las afueras – para respetar dos cosas: la primera, el espacio de vida de los habitantes del pueblo, y es que el aparcamiento suele ser limitado y primero son los que con su sudor y sufrimiento no permiten que los pueblos mueran; segundo, por no romper la estética de la localidad, ya que suponemos que al ser de los más bonitos de Francia este pueblo debe tener alguna que otra cosa particular que lo haga especial.

Los coches aquí serían criminales.

Así, bajamos del vehículo y nos adentramos en la primera calle que encontramos. No es difícil meterse en el pueblo y es que las calles que conforman Saint-Jean-de-Côle son pocas, como pocas son las gentes que lo habitan: las estadísticas dicen que la población total en este pueblo no llega a las 400 personas. El tema de la despoblación rural – que ya he tratado alguna que otra vez en este blog – no es tema exclusivo de España: en Francia la situación es igual de mala. O peor. Y digo peor porque aquí las infraestructuras en el mundo rural son malísimas, pero es que en Francia son nefastas. Por muy bonito que sea el pueblo – porque sí, y ahora lo veréis, el pueblo es precioso – vivir allí es toda una proeza.

La población en los pueblos envejece a marchas forzadas.

Las flores

En esta calle, de las pocas que hay en Saint-Jean-de-Côle, lo primero que me llama la atención es la cantidad de flores que hay por todas partes. No es solo en las casas ni en las ventanas, es por todas partes. Saint-Jean-de-Côle es un auténtico vergel. Ya se, de antemano, la existencia de esa red de pueblos franceses conocida como Villes et villages fleuris en la que coinciden localidades que toman especial cuidado en llenarse de flores, pero es que además este pueblo es un espacio sin herbicidas, una marca a la que cada vez se adhieren más pueblos franceses – y que iremos encontrándonos por el camino en este viaje.

Y las flores son protagonistas de lo que allí se llama Les floralies y que tiene lugar en el mes de mayo – este 2019 ha sido su 38ª edición – y durante un fin de semana, días en los que el pueblo se llena – todavía mas – de flores: calles, jardines, balcones, rincones… todo Saint Jean de Côle se viste de un manto colorido y fragante. Sin duda debe ser algo digno de ver porque si la vegetación ya impresiona un día suelto de junio, no quiero imaginarme cómo debe ser aquéllo durante estas jornadas.

Yo me pregunto: ¿todavía caben más flores aquí?

El patrimonio

Pero lo que destaca en Saint-Jean-de-Côle no es solo tanto verde y tanto colorido floral, si no también el buen puñado de patrimonio que se concentra en un espacio tan pequeño y que es, además, de lo más bonito.

Las casas à colombages

Cuando piensas en un pueblo medieval lo primero que te viene a la mente son casas de un par de alturas, tres a lo sumo, de paredes desiguales, tejados alados y fachadas marcadas por vigas de madera. Es lo que se llama la arquitectura de entramados y es característica de la época medieval – aunque en la actualidad también se usa con fines decorativos.

Al fondo una típica maison à colombages.

Esta arquitectura de entramado se caracteriza por la utilización de un armazón de maderos a vista para sostener la pared o un tabique. Esta arquitectura no es solo característica de Francia, ni mucho menos: hay muchos pueblos que mantienen su arquitectura popular de entramados (en la Sierra de Francia, por ejemplo, o en Alemania existe una ruta de esta arquitectura). Supongo que el imaginario popular, y siempre digo lo mismo, exaltado por las imágenes de Disney – inspiradas en, según dicen, pueblos franceses –, relaciona esta arquitectura con la época medieval, aunque bien pueden ser también posteriores.

Sea así o no, esta arquitectura le da un toque precioso al pueblo y los franceses denominan a las casas con este tipo de elemento arquitectónico como maisons à colombages, siendo los colombages los maderos que sirven como sujeción.

La iglesia de San Juan Baptista

Todos los caminos llevan a roma, y en los pueblos todas las calles llevan a la plaza del pueblo con la iglesia plantada en el medio – a excepción de algunos, y en el saco entra Traiguera, el pueblo de JJ, donde en la plaza del pueblo hay un bar y no la iglesia. Y eso pasa tamibién en la localidad que aquí nos atañe: caminas y das a parar con la iglesia románica del siglo XII calsificada como monumento histórico desde el año 1862.

Esta iglesia es particular ya que su planta está organizada en semicírculo alrededor del ábside pero tiene el resto de planta construida en un solo tramo cuadrado que estaba en un principio cubierto por una cúpula pero que fue destruida durante las guerras inglesas. Esta cúpula intentó reconstruirse no sin dificultades, ya que mide 12,6 metros, la segunda más grande el Périgord después de la Cité en Périgueux, y que tiene por detrás la de la Catedral St-Front, que no mide más de 11 metros. Lo cierto es que esta cúpula no parece lo que es desde su exterior por esa singularidad de planta cuadrada y semicircular que le da un aspecto bastante rudo si observas la construcción desde la parte exterior, pero una vez en su interior la iglesia muestra su verdadera magnitud.

El Castillo de la Marthonie

Este castillo, del siglo XII, se encuentra al lado mismo de la iglesia y genera junto a ella un conjunto bastante interesante. La iglesia, al lado de ese castillo, es mucho más terrenal que la fortaleza. El castillo es precioso. Es un verdadero castillo, de esos en los que piensas cuando imaginas cosas medievales. El poder terrenal está por encima del poder divino; el rey está por encima de la iglesia, al menos visto desde allí.

Una edificación descomunal si la comparamos con su entorno de tintes humildes y sin pretensiones. El castillo, con su tejado puntiagudo a cuatro aguas cubierto de teja granate, su piedra clara y pulida… ¿de verdad hace falta nada más para poder viajar en el tiempo? Pues sí, algo más haría falta, y eso es poderlo visitar. Resulta que el castillo tiene sus puertas cerradas ya que solo abre en la temporada alta de verano, esto es: desde julio hasta septiembre. No solo este castillo si no también el de Château-l’Evèque por el que pasamos esa misma mañana y tenía sus puertas cerradas por abrir solo en período estival.

⚠️
Cuando viajes al Périgord ten en cuenta que muchos de sus monumentos tienen una apertura estacional: en verano – meses de julio hasta mediados de septiembre – o en fechas festivas. Si viajas fuera de temporada habrá muchos lugares que no podrás visitar, así que no olvides este dato cuando prepares tu viaje a esta zona de Francia.

Por ello, porque todavía esta cerrado, no podemos visitarlo así que no puedo hablaros de nuestras impresiones sobre lo que hay en su interior. En su página web apuntan que la visita dura unos 30′, el precio de la entrada son 3,5 euros y tiene zonas de difícil acceso En la visita puedes ver su escalera monumental del siglo XVII, y es que hay que tener en cuenta que el castillo original del siglo XII fue destruido durante la Guerra de los Cien Años, pero se reconstruyó en los siglos XV, XVI y XVIII. Además de la escalera visitaras también su arquitectura exterior y las habitaciones bajas (y es que me parece que este castillo, como muchos otros en Francia, está en manos privadas y todavía lo usan como vivienda. De hecho su propietario se llama Pierre de Baumont-Beynac y fue alcalde de la localidad desde el año 1971 hasta 2008).

Hubiera querido mostraros algo de su interior pero no he encontrado nada, si por aquí pasa alguien que haya visitado este castillo y pueda dejarnos su opinión se lo agradecería.

El puente medieval

Muy cerca de los dos monumentos que os acabo de mencionar queda un tercero: el puente del s. XII clasificado como monumento histórico en el año 1925. El puente, que permite salvar el obstáculo del Côle (de ahí el nombre del pueblo), es el elemento que falta para darle a Saint Jean ese carácter medieval tan bonito. Además el puente – y supongo que dado por eso de no usar herbicidas – esta cubierto de una fina capa de verde que lo hace todavía más interesante. Por si fuera poco, desde allí la vista del castillo y la iglesia es fabulosa, además de encontrarse pegado al antiguo priorato – del que ahora os voy a hablar. No me digáis que no parece sacado esto de Los Pilares de la Tierra. Bueno, voy a ser justa: los Pilares de la Tierra está sacados de un lugar así.

El claustro del priorato

Todavía queda un elemento de interés en este pueblo, pero que vas a poder visitar solo durante las jornadas de patrimonio. El Priorato se construye en el x. XII, antes de que el obispo de Périgueux, Raynaud de Thiviers, marchase a las cruzadas en el año 1101. El priorato comenzó con 16 canónigos regulares que seguían la Regla de San Agustín, además de ir alojando a religiosos de otras parroquias o priores que estaban allí de forma temporal. El priorato crece y poco a poco se va haciendo con otros dominios como la Iglesia de San Pedro de Côle, la capilla de San saturinio en Bruzac o la iglesia de Saint Front la Rivière, siendo cada vez más importante el papel que jugaban los priores de Saint Jean de Côle en la región. Pero de eso queda poco: no hay más monjes, y bien poco queda de ese priorato; del claustro gótico se conserva una parte, que fue substituido por otro en estilo renacentista. Como te he dicho al principio si quieres visitarlo – al menos así ha sido hasta 2019 – tendrás que ir durante las Jornadas del Patrimonio.

Siempre te queda la opción de observar desde la barrera.

El pueblo

Caminar por las calles de esta localidad es una fin en sí mismo a la hora de visitarlo. Es que en realidad no necesita tener nada para ver: el pueblo es un monumento en su totalidad. Si sumáis todo esto que os acabo de contar (castillo, iglesia, casas, puente, río y flores) nos da como resultado una estampa de lo más pintoresca – y bella. Saint Jean de Côle es el típico pueblo en el que piensas cuando imaginas un pueblo francés. Tiene hasta galerías de artistas – que están abiertas solo en verano – y su ambiente es eso que podríamos llamar charmant. Te dan ganas de dejarlo todo e irte a vivir allí, pero después piensas que la vida allí – y lo sabes, porque eres de pueblo – no es nada fácil.

Como os digo, este pueblo es de esos en el que te vas a hartar de hacer fotos a todos y cada uno de sus rincones, de esos en los que gastarías carrete de 36 si todavía fuésemos con cámaras analógicas y no digitales que nos permiten disparar a diestro y siniestro sin tener claro cuál es el objetivo. Antes de ir no lo tenía claro, pero ahora puedo decirte que Saint Jean de Côle es uno de los imprescindibles del Périgord.

Hasta cuando te hagan fotos vas a estar haciendo fotos.

Datos Prácticos

Dónde aparcar

En Saint Jean no pasa lo mismo que en otros pueblos del Périgord, supongo que será porque es menos visitada que otras localidades de esta región, así que para aparcar – y como te he dicho al principio del artículo – solo debes tener un poco de sentido común y estacionar el coche en las afueras del pueblo en las zonas habilitadas para tal fin. No te preocupes porque esté en las afueras, el pueblo es muy pequeño; solo te separarán unos cuantos metros de tu destino.

Visita a los monumentos

La iglesia es de entrada gratuita y está abierta todos los días. Nosotros llegamos bastante tarde y pudimos visitarla. El castillo, como ya os he dicho, abre sus puertas solo en época estival (puedes encontrar más información pinchando aquí) que se reduce a los meses de julio a septiembre, y el claustro lo podrás visitar solo en los días de las Jornadas de Patrimonio Europeo.

Pero que esto no te eche para atrás a la hora de visitar este pueblo y es que, como ya te he dicho, Saint Jean de Còle es un monumento en sí mismo.

Otras cosas que te pueden interesar

También te he dicho en el artículo que este pueblo forma parte de la red de Villes et Vilalges Fleuries [más información aquí] y de Les plus beaux Villages de France [más información aquí], y muy merecidamente; ya te digo ahora que en este viaje visitaremos alguna que no nos parece tan beau como para que esté en la lista, pero a gustos, colores.

A mí es que lo que me gusta es esto.

Si quieres todavía más información, puedes visitar la página de la localidad que, aunque bastante rudimentaria, puede servirte de ayuda. Tienes la dirección en este enlace.

Una filósofa y un politólogo que amana viajar y lo hacen a pesar de los pocos recursos que tienen. Viajar es más que un capricho, viajar es una necesidad y aquellos que somos pobres en un primer mundo de opulencias tenemos derecho también a realizar nuestros sueños viajeros. Porque los pobres también viajamos.
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4 pensamientos en “Saint-Jean-de-Côle

  1. Este pueblito me faltó 😀

    Es que creo que puedes ir mil veces al Perigord y ver cosas distintas todo el rato. Me parece un destino infinito.

    Me lo apunto para la próxima!

    1. A nosotros se nos quedaron muchas cosas por ver. Como dices parece un destino infinito y al final – de eso ya hablaré más adelante – conducir por sus carreteras se hace un poco pesado por lo que hay cosas que las dejas casi sin querer.

      Para la próxima ya sabes 🙂

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