Mirepoix | La joya medieval en el Ariège

Que Francia está llena de pueblos medievales no es ningún secreto. Que Mirepoix es posiblemente uno de los pueblos medievales más bonitos del sur de Francia puede que sea una afirmación arriesgada pero la subjetividad es lo que tiene. Si no conoces Mirepoix – o no te fías de lo que ves y lees – aquí va nuestra experiencia 100% sincera.


Mirepoix es una localidad histórica situada en el departamento francés del Ariège. En el sudoeste, y en plena Occitania, la Arièja (en occitano) es una mezcla de montaña pirenaica y campiña que casa a la perfección.

No descubro Mirepoix en este viaje, de hecho está marcado en la agenda de posibles desde hace muchos años. No sé, las imágenes que veo de su plaza me parecen interesantes y siempre he querido viajar hasta allí. Pero, ¿quién va a Mirepoix porque sí? Quiero decir, ¿haces un viaje expresamente a Francia para visitar Mirepoix? No, creo que no, todo y ser algo conocido no es uno de esos sitios del que todo el mundo afirma que es un imprescindible.

Aprovechando que surge la ocasión y que vamos a estar por la zona con la idea de visitar algunos de los castillos denominados como «cátaros» para acercarnos hasta Mirepoix. Tras un par de días por la zona llega el momento de ir hacia el norte, pero no mucho. El Ariège no es un departamento muy grande y todo está muy cerca entre sí. Tras haber pasado por Camon llegaremos a Mirapeis – en occitano – ya casi a hora de cenar – en horario francés.

Lo primero que te llama la atención antes de llegar definitivamente al pueblo es el campanario espigado de su catedral, que destaca por encima de todo el casco urbano. Éste, más tarde lo comprobaremos, está conformado por viviendas de no más de tres plantas y se extiende a lo ancho de una planicie cercana al río Hers. De este río hablaré algo más adelante para explicaros la particularidad – jurídica – de Mirepoix.

Como he dicho antes, a Mirepoix llegamos desde Camon, el que es considerado como uno de los pueblos más bonitos de Francia y que, sí, tiene cosas interesantes pero nos parece para tanto. Después de eso, y con la experiencia que traemos no solo inmediata sino de viajes anteriores, nos acercamos a Mirepoix con algo de recelo aunque bien cabe decir aquí que la propaganda que hay sobre este lugar no es muy abundante.

Un poco de la historia de Mirepoix

Para realizar algunos apuntes históricos que siempre sirven como contexto y marco de visita, debemos decir que Mirepoix fue una ciudad fundada por los fenicios y que tomó importancia en la Edad Media, a los inicios del siglo XIII.

Cuenta la historia que esta ciudad fue donde se concentraron la mayor cantidad de viviendas de Perfectos, ya sabéis, los cátaros que vivían en total armonía y sin pecado alguno. El catarismo, por tanto, fue la excusa para que la localidad fuese asediada por los cruzados y tomada por Guy de Lévis, quien se hizo con el control de toda la zona tras la desaparición de la conocida como herejía cátara.

Más tarde los señores occitanos se hicieron con ella de nuevo y cabe decir aquí que los conflictos bélicos no fueron su mayor problema. Como he dicho antes, se encuentra en una planicie cercana al río Hers, y una súbita crecida del mismo en el año 1289 hizo que la presa que lo contenía se rompiese inundando así toda la zona. Mirepoix fue casi destruida al completo y tuvo que levantarse piedra a piedra de nuevo. Y con esto aparece su singularidad.

Mirepoix sigue la estructura urbana de una bastida, esto es, un tipo concreto de desarrollo urbano que apareció en el siglo XIII con la finalidad de repoblar algunas zonas del territorio que conocemos como Aquitania y Occitania. Estas bastidas tenían finalidad defensiva y no solo repoblacional, pensemos que en el siglo XIII y XIV los conflictos entre franceses e ingleses son importantes. También pensemos que las cruzadas salían caras y había que hacer caja. Así, las bastidas se construyen todas de una forma similar y con una configuración jurídica concreta.

En este último punto es donde Mirepoix entra en conflicto ya que ella existía anteriormente. Se trataba de un castrum que casi desaparece por efectos de la naturaleza y que es puesto de nuevo en pie. En esa reconstrucción de la localidad Mirepoix es levantada siguiendo los planos urbanísticos de una bastida pero, ¡oh!, Mirepoix no es una bastida porque ya tenía jurisdicción anterior.

Y la que acabo de mencionar es la particularidad de Mirepoix. Todo lo demás, lo que vemos, lo que aún se conserva – y afortunadamente – desde que en el siglo XIII empezaron a superponerse madera y piedra.

Qué ver en Mirepoix

Y sí, el estado de conservación del casco histórico de Mirepoix es excelente, pero eso no se advierte hasta que cruzas la puerta de la antigua muralla o te adentras en las calles que te llevan hasta la plaza central de la localidad.

La evidencia del paso del tiempo.

Cuando finalmente llegas a la Place des Couverts – y eso no te supondrá mucho esfuerzo porque el lugar no es muy grande – te quedas con la boca abierta: todo aquello que habías visto tantas veces en imágenes resulta que es real. No, no es que sea real, es que es mejor aún de lo que te habían contado.

A mi juicio, no hay imagen – fija o en movimiento – que pueda describir o que le haga justicia a esta plaza maravillosa hecha de viviendas medievales, de porches de madera y pintada de vivos colores. Ah, y repleta de plantas y flores que a finales de agosto tienen tonos vibrantes que casan a la perfección con aquello que una vez se construyó para vivir y que hoy se mantiene también para admirar.

Comercios, bares y restaurantes pueblan los bajos de las viviendas y siguen teniendo esa función de mercado y reunión por la cual se construían los porches. Más allá de ser una localidad escaparte, Mirepoix me parece auténtica incluso en lo más céntrico del centro.

Puede que el edificio más emblemático, la Casa de los Cónsules, sea hoy un establecimiento turístico – bar con buena cerveza belga, entre otras cosas -, pero no es mera fachada. De finales del s. XV, esta vivienda fue levantada como muchas otras por un cónsul con el fin tenía la función de prisión, concejo y tribunal. De ella destacan las 104 esculturas talladas en madera y la viga de madera de 12 metros de longitud que la sustenta. La reconocerás porque hay un cartel que indica «maison des Consuls», pero también por ser la que tiene su estructura inferior más trabajada.

También se conserva la Porte d’Avai, puerta de la antigua muralla construida en el s. XIV que todavía hoy es zona de acceso a lo que vendría ser el antiguo burgo. Pero es que fuera del burgo medieval Mirepoix mantiene también esa estética tan francesa de casas con amplios ventanales de colores, algunas incluso con entramados de madera. No hay un edificio que destaque por encima de otro en todo el casco urbano exceptuando, claro, la catedral.

Y la catedral de Mirepoix es también de obligada visita – y de entrada gratuita – ya que resulta ser el edificio gótico más ancho de todo el Languedoc. Pero eso, en realidad, es tema menor porque que sea centímetro más o centímetro menos no resta espectacularidad a un edifico de tamaño considerable que juega con la luz y la amplitud convirtiéndose en una especie de burbuja hecha en piedra pintada de vibrantes colores que sorprende a todo aquel quien se adentra en él.

La catedral está dedicada a San Mauricio y es edificio histórico de Francia desde el año 1907. Empezó a construirse el 2 de mayo del año 1298 por orden de Jean de Lévis y los trabajos se prolongaron hasta el siglo XIX – aunque, claro, esto fueron modificaciones posteriores, no un hacer como tal.

Si en su interior destaca la amplitud y el color, en su exterior destaca la altura exagerada por la aguja gótica que se acabó en el año 1506.

Y después de haber visitado la catedral poco más hay que hacer en Mirepoix. En realidad no es un lugar repleto de monumentos interesantes ni museos para gente sesuda, Mirepoix – y siempre a mi juicio – es un monumento en sí mismo que invita a relajarte y dejarte llevar por el paso de las horas en uno de los sitios más bonitos del sur de Francia.

Sí, me atrevo a decir eso, sabiendo que el sur de Francia está lleno de sitios bonitos, pero me parece tan auténtico, con tanto carácter y tan acogedor que no puedo más que echarle flores – más si cabe – y decir que Mirepoix es un imprescindible en el país galo.

Más información

Nosotros vamos a Mirepoix con la furgo, y pernoctamos allí en el área de autocaravanas que hay en las afueras de la localidad, pero hay oferta hotelera y creo que es un buen lugar desde el que descubrir la zona, por estar bien comunicado y por lo agradable que es.

También es un sitio en el que descubrir la gastronomía local no te va a salir muy caro y en el que tomar un café no te va a costar un riñón. En Francia el café – sobre todo con leche – se paga a precio de oro, pero allí puedes encontrar locales en los que un capuccino tampoco te va a salir tan mal.

Yo te recomiendo que guardes algo de tiempo para sentarte en alguna de sus terrazas y tomarte algo porque lo bueno de Mirepoix es poderlo disfrutar a pequeños sorbos. Creo que es un lugar para pasar algo más que un par de horas. Y si tienes la suerte de toparte con el mercado semanal – lunes y jueves – seguro que lo disfrutas mucho más.

En los alrededores de Mirepoix hay otros lugares interesantes para visitar, como el pueblo de Camon del que ya te he hablado, así como la iglesia rupestre de Vals – imprescindible también – o el castillo de Lagarde.

En la web de la 🔗Oficina de Turismo encontrarás información más detallada para que prepares tu visita. Por mi parte solo puedo recomendarte visitarla porque el lugar sorprende de verdad, y te dejo a continuación un pequeño vídeo para que veas algo más de lo que te explico.

Llegados a este punto, te pregunto: ¿conocías Mirepoix? ¿Te dan ganas de visitarlo? Hazme caso, visítalo porque no te va a defraudar.

Disfrutad del camino, amantes de los viajes.

Una filósofa y un politólogo que amana viajar y lo hacen a pesar de los pocos recursos que tienen. Viajar es más que un capricho, viajar es una necesidad y aquellos que somos pobres en un primer mundo de opulencias tenemos derecho también a realizar nuestros sueños viajeros. Porque los pobres también viajamos.
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