Que son cuatro los años que llevamos publicando este blog, ¡cuatro! Se dice pronto, pero es mucho tiempo – una legislatura, ni más ni menos 🙂
Desde ese 30 de junio de 2014 en la que JJ me dijo «escribe un blog» son muchas las cosas que hemos vivido – algunas buenas, otras muy buenas, y otras nefastas -, pero nuestro afán viajero sigue ahí, a pesar de las circunstancias, y nosotros, pobres viajeros, seguimos a pie del cañón contando nuestras experiencias viajeras contra viento y marea.
Cómo surgió el blog os lo explicamos en la entrada que publicamos para el primer aniversario, pero os lo repetimos aquí, sobretodo porque son muchos los que nos preguntan el porqué del nombre de este blog.
A medida que la gente nos va conociendo nos dicen «oye, qué nombre más original», aunque otros nos preguntan «y eso de pobres, ¿a qué viene?». Y esto último es lo que queremos aclarar. Si usamos el término pobre es porque, realmente, somos gente pobre; no tenemos posesiones, vivimos con poco dinero al mes porque estamos intentando crearnos un futuro mejor y eso supone trabajar menos y estudiar más. Nos ha tocado vivir una época difícil en la que es complicado perseguir tus sueños y tener el bolsillo lleno, pero a pesar de eso conseguimos salir adelante y hacer una de las cosas que más nos llenan en esta vida: viajar. Y para viajar no es necesario ser rico, ni mucho menos. Se trata, siempre, de prioridades, y también de saberse adaptar a las circunstancias. El poco dinero que ahorramos nos lo gastamos en viajar, sí, porque nos apasiona; ya sufrimos bastante en el día a día como para preocuparnos por unos pocos euros más o menos.
Otra de las razones por las que tenemos este nombre es para dar visibilidad a las personas pobres. Sí, dar visibilidad. Siguiendo el término acuñado por la filósofa valenciana Adela Cortina, la aporofobia sería el «miedo, rechazo o aversión a los pobres». ¿Quién quiere un pobre en su casa? Nadie. El pobre no consume, el pobre no vive. Nadie quiere ser pobre – yo tampoco quiero serlo -, pero la mayoría lo somos, y debemos aceptarlo. Siempre he defendido que para superar una situación hay que aceptar, primero, que nos encontramos en ella. Para no caer en la desesperación debemos saber qué somos, y ser muy conscientes de ello, porque eso supondrá que puedo defenderme mucho mejor, y luchar por aquellas cosas que verdaderamente me definen. Además, hablar de las cosas es hacerlas presentes; cuando nos las callamos parecen que no existen. Y sí, somos pobres, pero viajamos, y comemos, leemos, vamos al cine, al teatro, a conciertos, consumimos… los pobres también vivimos, aunque nos cueste mucho más que al resto.
Y aquí tenéis a la grandiosa Adela explicando el concepto de una forma sublime:
Y siendo pobres, en este cuarto año del blog, hemos conseguido viajar a Córdoba, también al Valle de Benasque, revisitado Zaragoza y descubierto otra de las maravillosas Cinco Villas: Uncastillo. Hemos estado por primera vez en Hungría y visitado la magnífica Budapest, Marina ha regresado a Berlín y acabamos de volver de Asturias. Y sí, esto lo hemos hecho siendo pobres, y como nos dijeron el otro día: si siendo pobres viajamos tanto, ¿qué haríamos siendo ricos? Pues lo mismo que ahora, pero en mayor cantidad. Y aunque suene a perogrullada o frase de sobrecito de café – o de pie de foto de Instagram -, nosotros ya nos consideramos ricos, al menos lo somos en experiencias.
Esperamos poder escribir de nuevo, dentro de un año – aunque éste entre tanto viaje se me haya pasado la fecha -, una nueva nota de agradecimiento, que es lo que quiere ser este post: queremos dar las gracias a las gentes que nos leen, comparten nuestras historias, dan like a las fotos de Instagram o interaccionan con nosotros en Twitter. Gracias por estar – y seguir – ahí. Seguiremos escribiendo para vosotros.