Las Playas del Desembarco | El infierno en Normandía

Pensar en Normandía es pensar en cosas que van más allá de los paisajes bucólicos, buenos quesos, buena sidra y buen licor. Pensar en Normandía, y por desgracia, es pensar en guerra, muerte y destrucción, porque Normandía – y todos lo sabemos – fue el escenario de la batalla más cruenta de la Segunda Guerra Mundial. Sí, os estamos hablando de ese desembarco que en junio de 1944 tuvo lugar en las playas normandas.  

Las Playas del Desembarco

Después de visitar Honfleur continuamos nuestra hacia el sur, queremos llegar a las playas del desembarco. Nuestro plan es comenzar por Omaha, ir al Cementerio Americano y después acercarnos hasta Arromanches para ver el puerto aprovechando la bajada de la marea. Al acercarnos a Omaha Beach – también denominada Bloody Beach – decidimos que vamos a estirar un poco más los kilómetros y acercarnos hasta Pointe du Hoc, lugar muy significativo en este episodio de nuestra historia más reciente.

Pointe du Hoc

Visitar las playas del Día D (o Jour J en francés) no es complicado porque desde Caen y hasta donde nosotros llegaremos las indicaciones son más que frecuente: cementerio americano, cementerio canadiense, museo de x, museo de y, playa a, playa b… Todos y cada uno de los puntos importantes en esta cruenta batalla aparecen señalados en esta zona normanda, y transitar por allí es casi como estar en un museo al aire libre porque cada pocos kilómetros aparece un tanque o varios o piezas de artillería metidas en una rotonda, o un pequeño museo que recuerda algún episodio de la Guerra.

Esto nos ayuda a ponernos en situación, hasta que llegamos a un párking inmenso pero desierto – apenas un par de coches o tres – que resulta ser el de Pointe du Hoc.  

Pointe du Hoc es importante en el desarrollo de la batalla de Normandía ya que allí fue donde desembarcaron los rángers que pretendían desactivar a las fuerzas alemanas escalando los acantilados. Mediante unas cuerdas con gachos, y lanzadas como proyectiles, querían llegar hasta el ejército teutón pero la mala fortuna – o la mala previsión – hizo que las cuerdas se mojasen al desembarcar y aumentasen de peso, por lo que la fuerza del proyectil no fue suficiente para lanzarlas y engancharlas en lo alto de los acantilados.
Fueron pocos los soldados que consiguieron llegar hasta allí y para cuando lo consiguieron los alemanes ya habían descubierto sobradamente su estrategia.  

Dejamos el coche lo más cerca posible del camino que marca la ruta, y que resulta que haremos al revés. Vemos a nuestra derecha un edificio en el que ondea la bandera americana al que no hacemos caso, y tomamos el camino que comienza a nuestra izquierda. Hay diversos paneles que nos avisan que está bajo nuestra responsabilidad lo que hagamos en ese lugar y que si se nos ocurre meternos en los cráters y nos pasa algo seremos los responsables de ello. En ese momento me vienen a la mente unas imágenes que he visto cientos de veces: un lugar muy verde, un acantilado, con el mar de fondo y un montón de agujeros repartidos por toda la superficie ¡Ostras! ¡Es esto! Y sí, lo es, porque después de encontrarnos con un cañón alemán expuesto caminamos un poco más y empezamos a ver agujeros en el suelo de un diámetro considerable y entonces comenzamos a ser conscientes de dónde estamos, y de la magnitud de aquello.  

Por mucho que leas, por mucho que estudies, por muchos documentales que veas o películas que te tragues, jamás – jamás – llegarás a darte cuenta de la barbaridad de aquella guerra como cuando te decides a visitar los escenarios personalmente. Del mismo modo que nos sucedió en Berlín con el muro, o en Sachenhausen con el campo de concentración, allí tomamos plena consciencia de lo que supuso esa etapa de la Segunda Guerra Mundial.  

La visita a este lugar puede durar lo que tú quieras que dure, nosotros queríamos estar poco tiempo para poder visitar más sitios pero es imposible ir allí de paso. Entre que te metes en los búnkers, conversas, debates con tus acompañantes o con las gentes que están también de visita – un irlandés afectadísimo que venía del Somme – y, sobretodo, reflexionas, reflexionas mucho.      

Playa de Omaha

Desde allí partimos hacia la Playa de Omaha, parándonos antes en un espacio verde a comernos nuestra comida a la manera más francesa posible: haciendo un pique-nique.  

Llegar a Omaha es, otra vez, bien sencillo: las señales son múltiples. Y de todas ellas nos llama la atención una que reza algo así como “prohibido transitar a más de 70 kilómetros por hora desde junio hasta septiembre”. Junto a la cantidad de aparcamiento que hay en los sitios importantes, esta señal nos hace pensar que las visitas en temporada alta deben ser considerables, pero a finales de enero somos pocos los visitantes que estamos allí.

Acabamos llegando a Vierville-sur-Mer y dejamos el coche donde se encuentra el puerto de Mulberry, o lo que queda de él, ya que fue destruido por una tormenta pocos días después de ser construido.   Los Puertos Mulberry son puertos artificiales construidos durante la Segunda Guerra Mundial por los aliados para poder descargar en el continente los materiales de invasión.     Cuando llegas a Omaha Beach lo primero que te llama la atención es la inmensidad de la playa. Kilómetros de arena se extienden a lo largo del litoral, pero es que a lo ancho las dimensiones son también considerables. A primera vista, y para quien ignora la historia, aquella puede ser solamente una playa bonita, inmensa. Pero para quien conoce los sucesos – que suponemos son la mayoría – la playa se presenta, estamos seguros, como un escenario de muerte y sufrimiento. Todos hemos visto películas, reportajes o documentales en los que estas playas son las protagonistas, e imaginarlas bañadas de sangre, llenas de metralla, de bombas, con los barcos aliados apareciendo por el horizonte, los soldados muriendo al poco de meterse en el agua, el silbido incesante de las balas… Todo eso se mete en nuestras cabezas y es difícil abstraerse de los acontecimientos para ver solamente la belleza del lugar. Aunque a nuestro juicio la abstracción en ese lugar es algo que no debe darse: una debe ser consciente de absolutamente todo lo que implicó aquella batalla, todo.  

La playa, en toda su extensión, está llena de paneles que explican los momentos de la batalla, y también hay algunas esculturas y estatuas conmemorativas. La más dramática es la que se encuentra junto al puerto Mulberry, la estatua del soldado, en la que un soldado corre mientras arrastra a otro compañero que ha sido herido de bala.  

Otra de las esculturas que encontramos en la Omaha Beach es la escultura Les Braves, en el centro mismo de la playa, y que quiere recordar a todos esos hombres que desembarcaron en la playa normanda el 6 de junio de 1944, de los cuales el 40% murieron el primer día.   La escultura Les Braves pretende representar las alas de la libertad brotando de la tierra y se divide en tres partes con significados independientes: Las alas de la esperanza, ¡La Libertad primero! y Las alas de la Fraternidad.  

En este punto de nuestra visita no sabemos si continuar visitando las playas o dirigirnos hasta el Cementerio Americano. La ruta planeada pretendía pasar también por Arromanches para ver los puertos Mulberry aprovechando que en esos momentos la marea está baja, pero decidimos ir hasta el Cementerio Americano, y hacemos bien, porque cuando llegamos nos enteramos que cierran en una hora. De camino a allí, y saliendo de Vierville-sur-Mer, nos topamos con el Museo del día D, que no visitamos, aunque si nos paramos para echar un vistazo al tanque Sherman que hay expuesto en el exterior y un cañón de artillería también en el mismo lugar. No entramos en el museo y  porque el tiempo se acaba y vamos hasta Colville para hacer la visita pertinente al Cementerio Estadounidense.   

Cementerio Estadounidense

Otra vez nos topamos con un parquin inmenso, y vacío, en el que aparcamos sin ningún tipo de problema. Salimos del coche y nos dirigimos hasta un edificio blanco que hay a mano derecha donde se encuentra el centro de visitantes. Para entrar debemos pasar por un arco de seguridad como el de los aeropuertos, y en el interior nos encontramos con una completa exposición de hechos y objetos relacionados con el Día D, además de proyecciones que tienen que ver con ese día. La cantidad de información que ofrece el centro de visitantes es tanta que recorrerlo supone mucho más tiempo del que imaginábamos, y teniendo en cuenta que la hora de cierre está cerca debemos apresurarnos en nuestra visita para poder pasear por el cementerio.  

Para acceder al cementerio debes, primero, caminar por un sendero muy agradable, entre la sombra de los árboles y con la brisa marina acariciando tu cuerpo. A mano derecha te acompaña todo el tiempo el océano y por un momento consigue que te olvides de donde estás, pero vuelves a la realidad cuando te encuentras de frente con las miles y miles de cruces blancas que cubren las 70 hectáreas de cementerio. Esa imagen que tantas veces has visto, hemos visto, de un modo más o menos virtual se convierten en reales, crudamente reales.  

El Cementerio Estadounidense contiene los restos de 9387 soldados americanos muertos en su mayor parte durante el Desembarco de Normandía.   Cuando llegas allí no te queda más que pasearte entre tantas cruces y estrellas de David dispuestas escrupulosamente sobre el territorio normando. No  hay nada más que hacer, pasearse y pensar, tal vez estremecerse, pero sobretodo pensar.  

Nuestros relojes marcan las cinco de la tarde. Debemos irnos de allí y regresar a Le Havre, aunque primero vayamos a pasar por Bayeux, donde nos espera una gran sorpresa.  

Más Información

Sobre el Desembarco de Normandía existen miles de documentos: libros, películas, artículos, documentales… Podéis encontrar algunos vídeos interesantes en Youtube, por ejemplo, que os ayudarán a tener una perspectiva más amplia de lo acontecido. También podéis ver alguna película, como El día más largo

o leeros algún libro, todo ayudará a hacer vuestra visita mucho más interesante.   La visita a todos los lugares que aparecen en el texto, excepto el museo de la playa de Omaha, son gratuitas, incluido el memorial del Cementerio Estadounidense.   Si queréis visitar todas las playas, a nuestro juicio es necesario más de un día para hacerlo de forma profunda.   Las webs oficiales que tratan de estos lugares son las siguientes:  

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4 pensamientos en “Las Playas del Desembarco | El infierno en Normandía

    1. Cierto es, no es un destino para ir con prisas. Con escasos 5 días, y teniendo que ir de una punta a otra de la región, creo que estos son los lugares más interesantes para ver. Como digo en el post, lo mejor para visitar Normandía – a mi juicio y después de mi experiencia – es ir cambiando de alojamiento.

      Gracias por pasarte y comentar.

      Un abrazo.

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