El castillo de Roquefixade, a la sombra de Montségur

Que Francia es un territorio repleto de castillos no es una novedad. Que en Occitania las fortalezas militares salpican todo el territorio es cuestión conocida por todo el mundo. Que los castillos cátaros tiene un fuerte peso histórico y turístico en la zona nunca se pone en duda. Que además de Montségur hay otros castillos interesantes como es el caso del de Roquefixade es algo que os voy a explicar a continuación.


Cualquier persona amante de la Edad Media tiene que hacer, alguna vez en la vida – y si es que se le presenta la oportunidad – una ruta por los Castillos Cátaros, en la Occitania francesa. Sin duda la historia en la que están sumergidas estas fortalezas les confiere un atractivo turístico que nadie duda y que muchas personas anhelamos conocer.

Repartidos entre el Aude y el Ariége principalmente, estos castillos son testimonio de una época en la que el fanatismo religioso llevó a perpetrar asesinatos de personas en nombre de la fe. No os voy a hablar aquí de los cátaros, lo he hecho en otras ocasiones ya – y puedes leer sobre ello aquí -, y es que seguramente si te has fijado en este artículo es porque ya sepas de qué va el asunto. Casi doy por hecho que conoces el conflicto que tuvo lugar, principalmente, en el sur de Francia entre los años 1209 y 1244 iniciado por el papa Inocencio III y que con la excusa de la herejía cátara confeccionó una enorme cortina de humo para tapar otros asuntos que le molestaban en aquellos tiempos.

Lo que empezó en Béziers con una matanza salvaje terminó en Montségur con otra matanza salvaje, y mientras tanto los cátaros iban refugiándose en fortalezas que no habían sido construidas para tal fin pero que les servían para vivir un poco a salvo de las garras de la Iglesia Católica. Esos castillos, y en su mayor medida, se encontraban en lo alto de riscos de acceso más bien difícil que hoy en día siguen siendo de acceso más bien difícil. Sí, los cátaros se refugiaban, a ti te va a costar un poco de sudor visitar lo que queda de estas fortalezas.

La fortaleza de Roquefixade data del siglo XI, por lo tanto es de fábrica anterior al inicio del conflicto entre católicos y albigenses. Los segundos se refugiaron en el castillo en el siglo XIII, cuando en el pueblo de Roquefixade vivía tranquilamente una pequeña comunidad cátara.

La historia de Roquefixade

Las primeras noticias que se tienen de esta fortaleza datan del año 1034, siendo los primeros señores de la misma los de Pailhès. Por esa época el castillo depende de los condes de Toulouse que están un poco a la greña con los de Foix. Los conflictos, en mayor o menor medida, no cesan pero el más grave de todos ellos – o el que quedará para la Historia – es el que tiene lugar cuando algunos prefectos cátaros, habitantes del pueblo de Roquefixade, deciden resguardarse en la fortaleza que se alza a 400 metros en lo alto de un acantilado.

No va a ser fácil para los cátaros sobrevivir allí – de hecho no lo harán -, pero tampoco será nada agradable para los habitantes del pequeño pueblo de Roquefixade, y es que las tropas del terrible Simon de Montfort arrasarán la localidad, destruyéndola por completo, y acabarán con los cátaros que por poco tiempo consiguen resistir en una fortaleza que parecía inexpugnable.

La fortaleza cambia de manos, y también de forma. Debemos tener en cuenta que los castillos cátaros, casi todos ellos, fueron destruidos durante la Cruzada Albigense y que lo que vemos hoy en día tiene poco que ver con la imagen que presentaban en aquellos tiempos. Eso sucede con el castillo de Roquefixade, pero sucede también con el castillo de Montségur: allí vivieron cátaros, pero esos no son en realidad los castillos c´átaros, que ya no existen como tal.

Como digo, el castillo va pasando de manos, sufriendo modificaciones estructurales y seguirá más o menos habitado hasta época de la Revolución Francesa que será vendido como monumento nacional. En el año es declarado como monumento histórico y hoy de él quedan los vestigios, no menores, que puedes – más o menos – visitar.

El pueblo de Roquefixade

El castillo denominado como cátaro es interesante – y después te diré como acceder -, pero también lo es el pueblo que vive a los pies de la fortaleza, y es que Roquefixade es una de esas bastidas francesas que tanto nos gusta visitar. Las bastidas – y te expliqué algo de ellas al hablar de Mirepoix – son construcciones urbanas hechas ad hoc en una época determinada y con un fin determinado.

La puerta de acceso a la bastida de Roquefixade.

Después de la destrucción de la localidad a manos de Simon de Montfort y sus tropas una nueva villa se construye siguiendo los preceptos de las bastidas, y que llevará – en un primer momento – el nombre de Bastida de Montfort. La bastida es fundada en el año 1288 por el Senecal de Briatexte y la falta de un mercado cubierto – en lo alto de la ladera en la que se construye – nos muestra que la vocación del lugar no era comercial. A pesar de ello, la bastida – como tantas otras – será dotada de privilegios para así fijar la población, privilegios que se daban en esa época en muchos lugares de Europa para conseguir afianzar a los habitantes.

Desde entonces, y hasta nuestros días, la bastida sigue viva con la estructura típica de las bastidas y que se aprecia perfectamente desde el alto del castillo. Sin duda, además del atractivo de la fortaleza, Roquefixade es un lugar a tener en cuenta en sí mismo.

La subida al castillo de Roquefixade

Pero vayamos al grano y metámonos en lo que aquí habíamos venido a hacer: hablar de la subida al castillo de Roquefixade. Sí, te digo subida porque claramente para llegar hasta él tendrás que seguir un sendero que es casi ascendente en todo su recorrido.

Tienes que llegar hasta ahí arriba, y ahí solo se llega a pata.

El asunto no tiene pérdida ya que desde la plaza del pueblo, y en la calle que encuentras a mano izquierda en la cara superior de ese ese espacio, vas a encontrar una señal indicando el camino.

La ruta empieza por un sendero que está en muy buenas condiciones y que discurre en sus primeros metros al abrigo del acantilado, teniendo sobre tu cabeza el cortado de piedra sobre el cual está situado el castillo.

Tienes que rodear la base de la roca para acceder a un nuevo camino, indicado también, que se convertirá en el ascenso propiamente dicho.

Aquí la subida empieza a ser un poco más exigente, aunque no demasiado. Debemos tener en cuenta que debemos que salvar el desnivel y llegar hasta la cima, por lo que habrá que tirar un poco de pierna para alcanzar nuestro objetivo.

Continuamos y ya casi en la cima tenemos que torcer de nuevo al a derecha para adentrarnos en la parte más baja de la fortaleza. En este punto debemos ir con mucho cuidado ya que vamos a caminar por rocas que están ya pulidas debido al paso de personas y podemos resbalar. Finalmente acabaremos llegando a lo que es el portón de la fortaleza.

Una vez llegados allí, y con muy mala fortuna, no podemos acceder al castillo porque está cerrado. Parece ser, y eso reza un cartel en francés, que debido al abuso de algunos visitantes el castillo está en un estado bastante ruinoso y es peligroso acceder a él, así que hasta que no esté arreglado se prohíbe entrar.

Pues nada, a verlo desde aquí.

Desde allí, lo mejor que puedes hacer, además de admirar el castillo al o lejos, es disfrutar de las increíbles vistas que hay de todo el entorno. Si te fijas, y en dirección al pueblo, vas a ver allá a lo lejos el castillo de Montségur.

Sin duda, y para mí, tener todo el territorio a nuestros pies, de un verde profundo incluso a finales de agosto, bañado por un cielo azul increíble y sin casi civilización en kilómetros a la redonda es lo más reconfortante de la subida. Sí, llegar hasta el castillo está bien, pero las vistas que se tienen desde lo alto son lo mejor de la ruta, sin ningún tipo de duda.

Si llevas algo de comer puedes sentarte y desayunar, o merendar, o coger fuerzas. Sentarte en lo que era el patio, a la sombra de la propia fortaleza. Intuimos que allí alguien ha acampado, e incluso llegamos a pensar que se haya hecho algún tipo de rito en días pasados, y es que por la zona, y para San Bartolomé – el 24 de agosto – se suelen hacer reuniones rememorando a los cátaros que ya me gustaría a mí ver. Sí, lo intuimos porque hay restos de una hoguera en esa misma explanada.

Nosotros descansamos y retomamos el camino de vuelta, teniendo ahora la perspectiva contraria pero con esa masa forestal siempre tan presente a nuestro alrededor. El pueblo va apareciendo ante nosotros cada vez más y la base del acantilado es aún más increíble desde esta perspectiva.

Llegas al pueblo tras unos dos kilómetros que suman la ida y la vuelta y ya puedes marcharte de Roquefixade, aunque puedes dar otro pequeño paseo por el pueblo, o sentarte en uno de los bancos de la plaza y descansar. La vida en Roquefixade hoy pasa tranquilamente, alejada cronológicamente de esos acontecimientos tan turbulentos que tuvieron lugar siglos atras.

Algunos datos a tener en cuenta

Distancia, desnivel y tiempo invertido

La ruta no son más de 2 kilómetros de distancia que se realizan sin ninguna dificultad en unos 40 minutos si no te paras (el Strava me cuenta que estamos 40 minutos en movimiento). Al final invertimos una hora más o menos para realizar la ruta, teniendo en cuenta las paradas para hacer fotos y también para tomar algo una vez arriba.

No es difícil, por lo que se puede hacer con niños – de hecho nosotros nos encontramos con una excursión de chavales. Puede que se te carguen un poco las rodillas a la bajada pero no hay ningún tipo de dificultad. Recuerda, siempre, llevar ropa y calzado adecuados, y algo de agua – más si realizas la subida en verano como hicimos nosotros.

Aparcar en Roquefixade

A las puertas de la bastida, y extramuros, tendrás sitio para dejar el vehículo. No arriesgues metiéndote en el interior del pueblo porque son calles estrechas. El aparcamiento es gratuito.

Horarios y precios

El castillo se puede visitar en cualquier momento y es de acceso gratuito, pero tal vez en días de tiempo adverso no es recomendable subir hasta allí porque podría ser peligroso .

Y hasta aquí la visita al castillo y pueblo de Roquefixade, una excursión en el departamento francés del Ariège que debes tener en cuenta. Una ruta senderista corta y muy gratificante que deja vistas increíbles en la cima y vistas también de la misma categoría desde la base. Sin duda no tiene desperdicio. No te la pierdas.

Una filósofa y un politólogo que amana viajar y lo hacen a pesar de los pocos recursos que tienen. Viajar es más que un capricho, viajar es una necesidad y aquellos que somos pobres en un primer mundo de opulencias tenemos derecho también a realizar nuestros sueños viajeros. Porque los pobres también viajamos.
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