Viena Día 2 | Un par de Palacios, un mercado hipster y una Noche en la Ópera

25 de enero de 2019. La que escribe cumple años – 33 ni más ni menos – y lo va a hacer en Viena. Lo que todavía no sabe cuando se despierta por la mañana es que, además de eso, pasará las últimas horas del día en la Ópera. Sí, mientras desayuno me entero que vamos a ver Falstaff, de Verdi, en la espectacuar Ópera de Viena. Pero antes de eso nos queda un largo día por delante y muchos kilómetros para recorrer a pie- Desayunados y aseados ponemos rumbo a la que será nuestra primera visita de la ciudad, los Apartamentos del Kaiser, o el Museo de Sisi, aunque de camino nos detendremos – como no – en algunos lugares de los que os voy a hablar seguidamente.

Mercado Karmeliter

El día está gris de narices, aún teniendo la esperanza de que es pronto y el asunto puede mejorar, hace un frío de mil demonios. Con este panorama emprendemos el camino hacia nuestra primera visita del día pero nos topamos, entonces, con un espacio que resulta ser el Mercado Karmeliter – que ya existía en los años 1600 y poco –, uno de esos lugares que todo el mundo te recomendaba visitar hace unos años pero que ahora está un poco de capa caída. Parece ser que antaño esto era un lugar de lo más recurrido, lleno de modernos y hipsters que iban allí a tomarse algo en plan alternativo. Cuando nosotros pasamos nos encontramos con un par de tenderetes a medio montar y los vendedores, firmes ante el frío, están intentando dando salida a su mercancía. El sitio es un descampado gris entre edificios residenciales que tiene poco atractivo más allá de un par de casas por su alrededor pintadas de motivos alegres. Puede que este espacio fuese de lo más cool antaño, pero hoy en día se trata de un lugar con poca vida, o es que es invierno y nadie sale de su casa. Y no me extraña, porque las temperaturas son gélidas y el ambiente muy húmedo.

En primer plano, tenderete con sombrilla y un señor arreglando la mercancía.

A la derecha, un poco más al fondo, un camión con las puertas abiertas, cajas verdes e mercancía y un tenderete a medio montar.

En el fondo, casas de no más de seis alturas pintadas de colores pastel.

🗺¿ Dónde está?: Leopoldgasse 1020

Iglesia de San Ruperto

Ya en el día anterior, y de camino al centro de la ciudad, nos topamos con una pequeña iglesia a la que casi no prestamos atención. Bah, para qué os miento: pasamos de ella totalmente. Pero hoy, al volverla a ver, y siéndonos extraño la forma que tiene y dónde se encuentra, decidimos acercarnos ya que nos viene de paso y nos pica la curiosidad.

Es muy llamativa la imagen de esta pequeña iglesia encajonada entre edificios residenciales.

Resulta que esta iglesia, la de San Ruperto, es la más antigua de la ciudad y sigue conservando su forma original. Fundada en el s. VIII, el edificio actual data del s. XIII y se encuentra adosada a lo que fueron las murallas de la ciudad, en unas calles de aire medieval, estrechas, de viviendas bajas y portales con arcos. Parece, cuando te metes en la plaza frente a la iglesia, que has viajado sin darte cuenta a un pueblo austriaco cualquiera y que has salido sin darte cuenta de Viena. Al menos esto me parece a mí a esas horas tan tempranas de la mañana, cuando la ciudad todavía duerme y todos los establecimientos están ronroneando antes del obligado despertar.

San Ruperto, patrón de los mineros, es el santo cabecera de esta iglesia por estar construida cerca del muelle para los barcos que traían la sal de las minas de Salzkammergut, al oeste de Viena. En la actualidad podemos ver un campanario románico, siendo su interior un poco más moderno aunque se conservan elementos el s. XIII como una vidriera representando la crucifixión. Además, esta iglesia es característica por estar cubierta de hiedra.

Para más datos, en la actualidad está en manos de la Orden de los Caballeros Santo Sepulcro de Jersualén y eso se puede apreciar en las banderolas que cuelgan de los muros exteriores del edificio. Sin duda, por ser la iglesia más antigua de la ciudad que se conserva, merece la pena acercarse – o detenerse, como es nuestro caso. Además, y como ya he dicho, el lugar en el que se encuentra es bastante diferente a todo lo que veremos en el resto de la ciudad, conservando un aire mucho más pueblerino y menos aristocrático. Decir también que muy cerca de allí tenéis la Stadttempel, la principal sinagoga de la ciudad, construida en un bloque de viviendas porque el emperador José II emitió un decreto que solo dejaba construir templos que diesen a la calle a los católicos.

🗺¿Dónde está?: Ruprechtspl. 1

Reloj Ankerhur

Continuamos nuestro camino, pero antes nos detenemos ante un reloj al que debes prestar atención, ya que se trata de una pieza de estilo modernista, y es un reloj musical del que todos los días del año, a las 12 del mediodía, salen figuras y suenan canciones. Nosotros no nos esperamos a que estos suceda, pero os dejamos el dato por si en vuestra visita queréis ir en el momento justo.

🗺¿Dónde se encuentra? : Hoher Markt 10-11

Seguimos caminando, Viena ya parece nuestra, y eso que es el segundo día que estamos allí. La ciudad se hace agradable, es muy cómodo pasear por ella ya que su centro es casi todo peatonal, por lo que los coches no son problema y puedes caminar despreocupadamente embobándote frente a monumentos como son la catedral. Es curioso el contraste que ofrecen otros edificios que se encuentran tras esta construcción enorme, edificios que estaban allí el día anterior pero a los que no habíamos prestado atención. Viena es un paraíso para los amantes de la arquitectura y el diseño; las líneas sobrias, limpias, depuradas, forman un conjunto extremadamente elegante que merece la pena ver, al menos, una vez en la vida.

Palacio Hofburg – Kaiserappartements

Hoy tenemos pensado hacer una ruta centrada en Sisi, la Emperatriz. Como sabréis, vivió en Viena gran parte de su desdichada vida, entre el Palacio Hofburg y el Schonbrunn, su residencia de verano. Y también entre otros muchos lugares de Europa, y es que Sisi fue desdichada desde el momento que no supo decir que no a los caprichos de un Emperador. O esa es la conclusión que yo saque después de pasar por los Apartamentos del Kaiser.

Voy a poneros en contexto, o mejor dicho, voy a mostraros mi contexto personal, el que me lleva hasta las puertas de lo que fue la vivienda de Isabel y su esposo José. La idea con la que me presento allí es con esa idea preconcebida que nos ha dado el imaginario popular respecto a la vida de Sisi, una mujer que vivió entre lujos y tenía una cintura tan pequeña que podías abarcarse con las dos manos. Debo decir también que la historia de Sisi no me ha interesado nunca mucho, la veía como algo superficial, algo que no iba conmigo. Lo más que conocía de Sisi era lo que me contaba mi madre, que solía mencionarla mucho. Supongo que en su época de jovenzuela fue donde nació el mito de la emperatriz, y de eso esa fijación por su vida y su historia.

Llegamos al Palacio Hofburg a primera hora, los monumentos en Viena – como en toda Europa, excepto en esta parte de ella en la que vivimos – suelen cerrar pronto, así que debes planificar muy bien el tiempo para poder abarcarlo todo. JJ me dice que vamos a estar gran parte de la mañana visitando aquel espacio, ya que es muy extenso, pero resultará que en invierno, cuando el Palacio está casi vacío, la visita puedes hacerla en hora y media – y todavía te sobrará tiempo -, nada que ver con las largas colas que se forman y la muchedumbre que deambula por sus pasillos en verano, que hacen que tengas que estar allí media jornada. Llegamos al lugar y pagamos la doloras entrada. Decidimos comprar el Sisi Ticket, que cuesta unos 34€ por cabeza (sí, lo que lees) y te permite visitar el Palacio Hofburg, el Schonbrunn y también el Museo del Mueble. De un plumazo nos dejamos casi 70 euros. Si en Praga ya me dolían los precios…

Comenzamos la visita – audio guía incluida en el precio, faltaría más – y lo más que creo que voy a ver allí son miles de platos, tazas, cubiertos, candelabros y todo el ajuar de la emperatriz, toda esa pomposidad que rodeaba a la corte prusiana. Pero salgo allí con la idea que Sisi, lejos de ser una afortunada, fue una de las mujeres más desdichadas de su tiempo. La visita se divide en tres partes: la primera te muestra todo el material que había en el palacio para atender la vida diaria de la corte; la segunda se centra en la vida de la Emperatriz y la tercera so los apartamentos propiamente dichos.

Colección de platos de porcelana con dibujos de aves, peces y flores.

La colección de Plata

Las cortes imperiales son pomposas, eso está en su ADN. Las cortes imperiales necesitan miles de platos, servilletas, cuchillos y cucharillas. Necesitan decenas de candelabros, flores y lámparas. La corte es siempre excesiva, a costa del pueblo, claro – quién, sino, es el que hace posible ésta misma. Eso lo sabes de antemano, pero cuando te metes en la exposición te das cuenta de la cantidad de cosas innecesarias que rodean todos los palacios. Porque sí, creo que todas esas cosas son innecesarias – también creo innecesaria la corte, la pomposidad y la grandilocuencia. Comienzas por ver objetos de oro, platos de porcelana, cubiertos de plata, centros de mesa interminables. La audio guía te va contando lo que ves, un total de 7 000 objetos – en la colección hay 150 000 – que están dispuestos en una superficie de 1,300 .

Me paseo por allí, incrédula, escuchando lo que me cuenta la voz en off de la audio guía – que por cierto, te recomiendo que lleves tus propios auriculares así los podrás conectar y te será mucho más cómoda la visita – diciéndome los miles de personas a las que se podían servir con tanto plato y tanto puchero, que los que trabajaban tenían que ir de una punta a otra del palacio con inventos que mantuviesen calientes los platos – y no me extraña, con el frío que hace allí con solo salir de la cocina se convierte todo en granizado – y que me explica de qué modo se doblaban las servilletas, un secreto súper bien guardado del que mi madre también me hablo en alguna ocasión. Yo no doy crédito a lo que veo y sigo preguntándome para qué. No encuentro respuesta.

Nos cansamos un poco de tanta taza y tanta cubertería y decidimos apremiar el paso a final de la exposición, a mí eso no me interesa tanto como para detenerme ante todos y cada uno de los platos que hay allí y que me cuenten su historia. De este modo, vamos hacia la segunda parte de la exposición, la que cuenta la vida de Sissi.

En esta parte de la exposición, y tampoco en los aposentos del Kaiser, se pueden hacer fotos, así que no vais a tener de eso, pero hay miles en internet al respecto.

Exposición sobre Sissi

La exposición está centrada en la vida de la Emperatriz, contando sus primeros años de vida y llegando hasta su desafortunada muerte, no menos desafortunada que casi toda su existencia. Parece ser que Sissi era una niña risueña, que vivía libre con sus padres en Bavaria pero que un día el destino quiso que su existencia cambiase radicalmente. A los 15 años Sissi se reencuentra con su primo José y éste, con el recuerdo vago que tiene de ella, se encuentra con una bella joven que nada tiene que ver con esa niña que conoció antaño. José se enamora perdidamente, como un jovenzuelo, y decide casarse con ella. ¿Qué va a decir Sissi en ese momeno? Pues que sí, cómo va a decir que no a tal proposición, ¿a caso tiene alguna otra elección?

Sissi se casa con su primo José y al llegar a la edad adulta se da cuenta que tal vez no hubiera tenido que hacerlo. Ella, mujer libre e independiente, debe ceñirse a las encorsetadas normas de la corte. Su vida ya nunca será igual. No lo será por esto, y por las tragedias que la acompañarán, entre las que se encuentran las muertes de sus hijos. La Emperatriz se convierte en una persona distante, y ya no quiere ni estar con su marido. De carácter caprichoso, decide que lo mejor que puede hacer es apartarse periódicamente de la Corte a través de múltiples viajes, haciéndose construir mansiones en islas griegas y abandonándolas después porque ya no le apetece estar allí. La depresión de Sissi, cada vez más aguda, viene precedida por una estricta visión de sí misma: dicen de ella que era anoréxica y vigoréxica. Lo cierto es que en el palacio te explican todos los mejunjes que se tomaba para mantenerse esbelta, lo poco que comía y lo mucho que se ejercitaba. El mito de su cintura no es tal, y es que puedes ver sus ropajes y fijarte que, allí, a mí no me cabe ni media pierna. Sissi estuvo siempre obsesionada con su aspecto, la mujer era bella y decidió, en su madurez – y vistiéndose de perpetuo luto – que nadie fotografiase ni pintase su rostro, por eso siempre iba o con velo o se tapaba la cara con un abanico.

La vida de Sissi fue trágica hasta el final, y es que su final es un final que parece de película, pero es pura realidad. La Emperatriz se encontraba en Ginebra de incógnito para someterse a una cura de salud. A esa ciudad debía llegar Enrique de Orleans, y allí le estaba esperando Luigi Lucheni, un anarquista que quería acabar con la vida del príncipe. La fortuna sonrió a éste, ya que a última hora decidió no presentarse en la ciudad, así que Luigi, queriendo llevar a cabo su empresa sí o sí, se enteró que en la ciudad estaba Sissi, por lo que decidió cambiar de víctima: mataría a la Emperatriz.

Cuando Sissi estaba a punto de tomar un ferry para desplazarse hasta Montreaux un señor se cruzó en su camino, era el anarquista Lucheni. Éste le asestó una puñalada mortal a la Emperatriz, que murió esa misma tarde a causa de las heridas producidas por el estilete. El mito, muy lejos de morir con el cuerpo de Isabel, se hizo todavía más grande. Sissi moría como siempre había querido: sin dolor, sin médicos, sin sufrimiento ni largas esperas.

Plaza de los Héroes, lugar donde Hitler anexionó Austria al III Reich y, detrás, el palacio Hofburg

Los aposentos imperiales

La tercera y última parte de la visita nos va a llevar hasta lo que fueron los aposentos reales de la casa de los Habsburgo durante 600 años siendo el centro del Sacro Imperio Romano hasta la desaparición de éste.

Las normas de la corte decian que cada uno de los miembros de la familia debían tener su propio apartamento en una de las alas del palacio, y eso es lo que vas a ver allí: decenas de habitaciones llenas de lujos con el mobiliario original, profusamente decoradas y de un gusto exquisito. Lo cierto es que aquellos espacios son verdaderamente bellos pero ya estamos con lo de siempre: ¿de verdad una persona necesita tanto?

Terminamos nuestra visita y yo me voy con la idea de que, por mucho que una tenga eso no la va a hacer más feliz si lo que no tiene es libertad de ser ella misma. Sissi lo tenía todo y murió sumida en la más dura de todas las tristezas. Lo material no nos hace ricos, por mucho que nos digan que el dinero ayuda a conseguir la felicidad.

⌚️ de septiembre a junio: de 9:00 h a 17:30 h | julio y agosto: de 9:00 h a 18:00 h
💰 desde 15 €
🗺 ¿Dónde está?: Hofburg, Michaelerkuppel 1010
📍 Más información en la página oficial (link externo)

Salimos del palacio y continuamos con nuestra ruta. Tenemos más visitas planeadas durante el día – entre ellas, ir a otro palacio –, pero antes nos pararemos por el camino para ver algunas otras cosas.

Minoritenkirche o Iglesia de los Minoritas

Muy cerca del palacio se encuentra la Iglesia de los Minoritas, de estilo gótico y que tiene una historia curiosa. José II, queriendo ganarse el favor de los italianos, otorgó la iglesia a Italia, país que la posee en la actualidad por lo que es donde se congrega la comunidad italiana en la ciudad. Otra de las cosas curiosas de esta iglesia es que resultó ser la preferida de Hitler, y en algunas de las pinturas que hizo mientras trabajaba de artista callejero en Viena aparece este lugar.

🗺 ¿Dónde está?: Minoritenplatz 2A

Seguimos caminando, y es que como sabéis, nosotros somos de patear muchísimo, pero en Viena, aún y estando los monumentos uno a lado de otro, las distancias son enormes. Los edificios son tan grandes que para ir del Palacio Hofburg hasta, por ejemplo, el Ayuntamiento – que están sobre mapa muy cerca – debes caminar un buen trecho. Pero seguimos haciéndolo, y nos vamos ahora a buscar el Parlamento de Austria ya que existen visitas guiadas y queremos concertar una para el día siguiente.

El Ayuntamiento de Viena

Si hay algo que debes visitar en Viena, eso es el Ayuntamiento. En estilo neogótico, es el Ayuntamiento más grande de toda Europa, una construcción descomunal que destaca por encima de todas las demás en la zona de los museos. Su torre de casi 100 metros se ve desde lejos, su patio interior porticado es de los más grandes de Europa, y tiene una sala de baile, una biblioteca, sala de conferencias… Vamos, como el ayuntamiento de mi pueblo.

Ponemos rumbo a este lugar y nos encontramos, frente al descomunal edificio, con una pista de patinaje que resulta estar allí siempre de enero a marzo, y que la gente disfruta muchísimo, ya que aquello – para ser un viernes antes de mediodía – está bastante concurrido: niños enfundados con sus mejores galas árticas patinando, otros tomando algo en las casetas que ofrecen comida y bebidas – tras pagar un precio nada barato – sentados como si aquello fuese una terraza mediterránea en plena primavera pero con temperaturas bajo cero… Nos damos cuenta que, al final, todo es cuestión de costumbres y de adaptarse, porque a nosotros no se nos ocurriría sentarnos en una terraza a tomar algo con esa temperatura exterior. Por ello, en vez de pararnos allí, ponemos rumbo al interior del Ayutnamiento caminando por debajo de esa galería de arcos tan chula que hay en el exterior

Sabemos que los lunes, miércoles y viernes y a las 13.00h hay visitas guiadas gratuitas, así que no vamos a dejar pasar la oportunidad ya que hoy es viernes. Encontramos una puerta abierta y nos metemos dentro, ¡madre mía que locura de lugar! Los interiores del Ayuntamiento son brutales, aquello es enorme, parece Howgarts. Damos una vuelta y buscamos donde es lo de la visita guiada, y resulta que debes preguntar en las oficinas, que están pasadas el patio interior. Pues allá que vamos.

Tras cruzar el patio nos metemos en las oficinas, también situadas en un espacio monumental importante, y preguntamos por lo de las visitas. Resulta que no hay visita guiada porque ese viernes hay evento en el Ayuntamiento. ¿A caso están preparándome una fiesta sorpresa de cumpleaños o qué? ¿Qué narices pasa en Viena esos días que todo son eventos? ¿Y no se puede visitar en otro momento? Pregunto. No, no hasta el próximo miércoles. Pues vaya gracia… Nos quedamos sin visitar ese lugar tan espectacular. Porque oye, si algo tienes que ver en Viena es su Ayuntamiento, que al precio que va todo, se agradece una visita gratuita de tamaña envergadura.

El magnífico patio interior

🗺¿Dónde está?: Friedrich-Schmidt-Platz 1
⌚️Horarios visitas: lunes, miércoles y viernes a las 13:00h
💰Gratuito
📍Más información: en la web de la página de turismo de Viena (enlace externo)

Se nos cae una de las visitas que tenemos programadas, así que aprovechamos el tiempo del que disponemos para buscar el Parlamento y preguntar también por las visitas guiadas gratuitas que pueden hacerse allí. Se supone que el edificio está cerca del Ayuntamiento, pero no lo tenemos muy claro, de modo que vamos a ver si lo encontramos.

En busca del Parlamento

Cuando viajas a una ciudad tan monumental como Viena tienes un problema: que todos los edificios parecen relevantes. Es esto lo que nos sucede cuando queremos encontrar el espacio donde está el Parlamento, y es que tanto en mapa como en aplicaciones móviles nos lleva a un sitio que no es, pero que podría serlo perfectamente: banderas, columnas, estatuas… Hay pocas cosas que destaquen unas sobre las otras porque todo es destacable. Entre ese buscar el Parlamento llegamos a una plaza, inmensa, como todo en la ciudad, y suponemos que allí estará donde te puedas informar. Pero no, resulta que a lo que llegamos es a la Plaza María Teresa.

Plaza María Teresa

Esta plaza es la que une  une la Ringstraße con el Museumsquartier y tiene a ambos lados edificios simétricos: uno es el Museo de Historia Natural y el otro es el Museo de Historia del Arte. En el centro la plaza tiene una gran estatua dedicada a María Teresa. Y no, allí no está el Parlamento, el Parlamento está en otra parte…

Ahora sí, el Parlamento Austriaco

En realidad no es difícil encontrar este monumento, si es que estás atenta, claro. El Parlamento Austriaco destaca mucho porque es una gran edificación blanca, de tintes imperiales… ¡y está en obras! No, no se puede visitar el Parlamento hasta el año 2021 que terminarán las obras, así que… otra visita que se va al garete – y gratis que era, tú. Pero a cambio, nos informan en la garita que hay a los pies del edificio, puedes visitar el Palacio Epstein, que es el único palacio de la Ringstrasse al que puedes acceder. Nos informamos y decidimos que a la mañana siguiente haremos esta visita – hoy se nos ha pasado la hora ya.

🗺¿Dónde está?: Dr.-Karl-Renner-Ring 3
📍Más información: web turística de Viena (página externa)

De este modo, seguimos caminando y ponemos rumbo al siguiente palacio. Nuestra idea es llegar a Schönbrunn andando…

El Naschmarkt

Comenzamos a andar y nos perdemos, un par de veces – para qué os voy a engañar – yendo incluso con el GPS en el móvil. Al final, tanta calle recta confunde y ya no sabes si vas hacia adelante o hacia atrás. Cuando conseguimos orientarnos pasamos al lado del edificio de la Secesion, movimiento formado por artistas que abandonaron la Asiociación de Artistas Austriacos en protesta por el encorsetamiento de las artes en el país y que tenían como propósito renovar las artes en Austria. Ese edificio, muy característico por tener formas modernistas y una gran cúpula dorada en lo alto, es visitable – de hecho, es un museo – pero nosotros no entramos ya que el tiempo nos era escaso, y los euros casi que también.

Pero ya muy cerca de este lugar encontramos uno de esos espacios a los que no hubiésemos ido si no hubiera sido por topárnoslo de morros. Este lugar es el Naschmarkt, un mercado que levanta bastantes controversias ya que unos dicen que es una turistada y otros cuentan que si vas con gente del lugar puedes encontrar lo auténtico. Sea una cosa o sea la otra, ya que estamos allí, nos metemos a caminar por sus tenderetes y vemos que el sitio pues oye, tiene su encanto.

Lo cierto es que hay una gran cantidad de oferta culinaria, y mucha de ella enfocada al turismo, oferta de la que pasamos completamente porque los precios no nos convencen. Pero cierto es también que acabamos sucumbiendo a las decenas de puestos de comida turca que hay y acabamos comprando un par de kebabs y lo que creo recordar que es un börek, y por menos de 10 € acabamos comiendo los dos , sentados en un salón trasero el puestecillo de kebabs, solos, y casi muertos de frío porque el frío que hace ese día es terrible.

Viendo que se nos está haciendo tarde y que todavía nos queda un trecho grande para llegar al siguiente Palacio, decidimos subirnos al metro en la primera parada que encontramos, Kettenbrückengasse, para bajarnos en Schönbrunn, que nos dejará casi a las puertas del recinto. En ese momento nos surge un pequeño problema, y es que cuando vamos a comprar los billetes, después de pagarlos, la máquina no nos los expende, así que nos apartamos un poco para buscar algo más de dinero y volver a comprar de nuevo un par de viajes. En ese momento aparece una señora que compra los billetes, y a la que le expiden los suyos y los nuestros, y la muy *@%&*%@ coge todos los billetes y se marcha corriendo. Serà capaç la tia esta!!!! De este modo, me toca comprar un par más (2,40 por viaje, no lo olvidemos) y ponemos rumbo a Schönbrunn. El trayecto será de apenas 15′.

Palacio Schönbrunn

Este palacio, como todos sabréis, era el palacio de verano de Sissi y es el más visitado de toda Viena. Por su ubicación a las afueras de la ciudad y por la espectacularidad de sus jardines – en verano, claro – y las vistas que hay desde lo alto de la colina, es uno de los puntos más codiciados de todos aquellos que pasan por la capital austriaca – se trata del monumento más visitado del país.

Este impresionante palacio cuenta con un total de 1441 salas de las cuales 45 pueden ser visitadas. El Salón de los Espejos fue el lugar donde Mozart interpretaba sus piezas cuando solo era un niño y algunas de esas salas fueron los lugares donde se cocía toda la política de la época. Mandando construir por Leopoldo I a finales del s. XVII se convirtió en Palacio Imperial durante el s. XVIII.

Te recomiendan que para hacer la visita – tienes varias modalidades – compres con antelación las entradas ya que al ser el monumento más visitado de Austria las colas que se suelen formar son larguísimas. Nosotros, como ya sabéis, no tendremos ese problema. Primero porque en enero no son tantos los que visitan este lugar. Segundo, porque las entradas ya las traemos de nuestra anterior visita con el Sissi Ticket. Con ella podemos acceder también a este Palacio y hacer el Grand Tour que te permite visitar 40 salas en vez del Imperial Tour con el que visitas una decena menos de ellas.

En el interior del Palacio no está permitido hacer fotos.

Terminamos la visita a las 40 espectaculares salas con la idea que en la corte se vive muy bien – sí, ya sé que sabéis esto, pero tenía que decirlo. Como en el caso anterior, me sigo preguntando para qué narices quieres 1441 habitaciones, si a mí con un par ya me sobran. Son cosas que jamás acabaré de entender, si queréis que os sea sincera. Y si las habitaciones me parecen exageradas, vamos a salir ahora a los jardines.

Jardines de Schönbrunn

Estos impresionantes jardines que ya estaban allí en la Edad Media comienzan a convertirse en lo que son hoy cuando pasan a manos del Emperador Maximiliano II. Con la intervención de Maria Teresa estos jardines pasan de ser un lugar de caza a convertirse en el espacio barroco que hoy vemos, aunque en el s. XIX sufrieron también cambios introduciendo elementos de estilo inglés.

Solo para visitar estos jardines creo que necesitas, ya, una jornada entera, y ése es tiempo del que no disponemos así que nos ponemos dirección a la Glorieta para ver las estupendas vistas que hay de la ciudad.

Aviso: la glorieta parece que está cerca pero en realidad tienes que subir una cuesta importante que en invierno se agradece porque no veas cómo entras en calor.

Las vistas que hay desde el mirador de la colina son espectaculares: ves los Jardines y el Palacio en primer plano y tras ellos, al fondo, toda la ciudad de Viena extendiéndose sobre la tierra de un modo de lo más ordenado con la Catedral despuntando a lo lejos. Una verdadera maravilla, vamos.


Por cierto, que este césped no se puede pisar, que tienes una cinta roja que te lo impide. No vayas a hacerte fotos allí, ¿eh?

Llegados a la glorieta nos encontramos en su interior con un café de esos carísimos de los que tanto abundan en Viena, pero encontramos también un espacio calentito donde aumentar un poco la temperatura de tu cuerpo, y también unos baños en los que no debes pagar para mear – cosa que se agradece . Además, y a estas horas del día, en este espacio te encuentras con un atardecer espectacular, de esos que no se olvidan fácilmente,

⌚️Horarios: de abril hasta junio y de septiembre a octubre de 08:00h a 17:30 h | julio y agosto de 08:00h a 18:30 h | de noviembre a marzo de 08:00 h a 17:00 h
💰Tienes todos los precios y modalidades de entrada siguiendo este enlace (web externa), pero puedes acceder desde unos 16€
📍Más información: web oficial del Palacio (enlace externo)

Llega el momento, ahora, de dejar tanto Palacio y marcharnos hasta la visita estrella del día que, aunque no lo creáis, todavía no hemos hecho. Si recordáis el post anterior os hice ya un poco de spoiler, y si no lo habéis leído pues os lo digo ahora: nos vamos a la ópera.

No creáis que esto de ir a la ópera es porque estamos en Viena y todo el mundo debería pasar por este edificio tan espectacular. No, no es por eso. Es que parece que hemos tomado por tradicional celebrar mi cumpleaños ya no solo en un país extranjero, sino que además – siempre que se dé la posibilidad – acabamos yendo a la ópera. Lo hicimos ya en Milán, también en Berlín y el año pasado en Budapest, aunque la ópera estaba en obras y nos tocó ir al Teatro Erkel a ver la representación. ¿Y qué íbamos a hacer, sino, en Viena?

Una noche en la Ópera

Contrariamente a lo que la gente piensa, ir a la ópera no es caro. Por menos de 30€ seguro que encuentras entradas para alguna representación y en óperas como la de Viena, si te presentas un par de horas antes de la representación, puedes conseguir entradas por menos de 10€, aunque vas a estar de pie todo el espectáculo y vas a tener visibilidad nula. Mucha gente compra esta entrada para así ver el edificio ya que suele salir más barato que hacer cualquier tipo de visita guiada – esto sucede de forma muy exagerada en Budapest –, así entran, ven el primer acto y se marchan durante el descanso. Éste no es nuestro caso, y tampoco nos gusta mucho que se haga esto: a mi juicio ir a la ópera es ir a disfrutar de la música y el teatro, no a ver una sala carismática sin respetar lo más mínimo lo que allí está pasando.

Contrariamente también a lo la gente piensa, ir a la ópera no es ir de etiqueta. He estado en diversas óperas del mundo y en ninguna de ellas me han llamado la atención por vestir de calle. Es más, creo que la ópera requiere también de eso, de ir de calle, porque la ópera era el lugar done las gentes iban a entretenerse, no a lucir palmito. Así que no, no necesitas ir de etiqueta para asistir a una ópera. En Viena tampoco.

Llegamos al edificio de la Ópera y nos metemos dentro. Yo no puedo estar más emocionada, y es que soy de esas personas que han ido solas a la ópera porque no tenían a nadie que les acompañase, de modo que me compraba las entradas y una tarde en vez de ir al bar, y en mi época de estuidante, la pasaba en el Liceu de Barcelona. Imaginad qué significa para mí que alguien piense que el día que cumplo años lo mejor que puedo hacer es pasar las últimas horas del día en la Ópera, viendo Falstaff, la última ópera que Verdi compuso. Entre gentes bien vestidas y otras que son – y se saben – personas normales como nosotros accedemos a nuestro asiento, en la gradería, con visibilidad reducida, pero con mucha ilusión.

Y así es cómo termina nuestro segundo en Viena, después de habernos paseado por lo más granado de Austria y acabando en uno de los lugares que se creen más elitistas pero que en realidad no lo es tanto, y eso debemos tenerlo claro. Nuestro nombre también quiere reivindicar eso: los pobres también viajamos a lugares que se creen de ricos. Y te lo decimos, la ópera no es lugar – solo – para ricos. Viena, si quieres, tampoco.

Si buscas más información sobre la ópera y las representaciones sigue este enlace (web externa). Te recomiendo muchísimo que te pienses seriamente en ir a la ópera y experimentar una vez en la vida lo que es asistir a una representación de tales características.


Bienvenidos 33

Excepto el trayecto del mercado hasta el palacio, todo el resto de recorrido lo hicimos a pie.

Una filósofa y un politólogo que amana viajar y lo hacen a pesar de los pocos recursos que tienen. Viajar es más que un capricho, viajar es una necesidad y aquellos que somos pobres en un primer mundo de opulencias tenemos derecho también a realizar nuestros sueños viajeros. Porque los pobres también viajamos.
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