Périgueux | Capital del Périgord Blanco

No nos parece que Périgueux sea muy turístico, no en las fechas en las que nosotros lo visitamos. Sí está preparada para el turismo, pero creo que el turismo que visita Périgueux no es un turismo de masas, como sí sucede en otros puntos de Francia bastante cercanos a éste. Hay, a lo sumo, un par de calles en las que se concentra el turismo, unas calles en las que las tiendas de souvenirs se apiñan unas contra las otras, calles en las que los restaurantes se reproducen como setas y también en las que la venta de productos típicos a precios más bien atípicos son tónica general. Pero estas calles, unas pocas solo, no le quitan encanto a Périgueux.

Y es que sí, si algo tiene Périgueux – y desde mi más profunda subjetividad – eso es encanto. No es de las ciudades más bonitas del Périgord, para nada. Tampoco de las más auténticas – ¿ o tal vez sí?. Pero para mí es de las más encantadoras, tal vez por tranquila, no lo sé. Posiblemente esta opinión no sea compartida de una manera extensa entre las gentes que hayan visitado el Périgord, pero siendo a posteriori y después de haber visitado muchas otras partes de esta región me atrevo a soltar semejante improperio.

¿Por qué creo que Périgueux es una de las ciudades más encantadoras del Périgord? Las razones las acabo de nombrar más arriba, y es que la poca afluencia de gente, la vida normal que allí se respira – no todo son bares, restaurantes y museos forzados – hace que la localidad tenga un ambiente de vida auténtica. También el hecho que sea una localidad hecha en piedra clara, tan clara que no te extraña que sea capital del Périgord Blanco, le da un encanto especial. Y todas esas puertas y ventanas hechas de madera y pintadas en colores. Qué maravilla, por favor.

Périgueux tiene también el discreto encanto de lo decadente. Se ve que es una ciudad – bueno, muchos lo llaman pueblo, pero pueblo es el mío con poco más de 600 habitantes; en Périgueux viven casi 40.000 almas – curtida en muchas batallas, no es una ciudad museo, no es una ciudad caja de bombones. Allí la gente vive, y vive todo el año, y eso desgasta. Aunque a veces deberíamos tener más cuidado con el desgaste y mutar esa condición. Pero eso ya es cosa de gobernantes.

La cotidianidad de los jóvenes alumnos de un instituto descansando frente a las ruinas de un castillo renacentista.

Lo que digo, el discreto encanto de lo decadente se muestra en fachadas con rótulos antiguos, en cables pasando por encima de las calles, en edificios arrapándose unos encima de otros. En la mezcla, también, de épocas históricas: aquí un vestigio romano, aquí uno galo, ahora una torre medieval y, más allá, un edificio renacentista. Y todo eso en un espacio bastante reducido como es el del casco histórico de Périgueux.

Uno de los mayores atractivos de Périgueux es su catedral. Si la miras, seguro, te va a recordar a algo. No te lo adelanto, hablaré de ello más tarde, pero piensa en una famosa iglesia de la ciudad francesa por excelencia. Y sí, la catedral es algo muy atractivo, pero su historia tiene Historia, y te recordará también a otra cosa. Piensa ahora en una ciudad italiana y en su basílica. Cabos atados. Imaginación desatada.

Pero además de la catedral tiene también otros lugares de interés. Cierto es que Périgueux no ha conservado todo su trazado medieval como sí lo han hecho otras localidades del Périgord, pero lo que queda de éste, al no desentonar con el trazado renacentista, le da un carácter bastante romántico – siempre entendiendo el concepto como idea filosófica – al conjunto urbano. Eso lo encontramos en las torres esparcidas por diferentes plazuelas, a la vez que se juntan con palacios renacentistas.

Las cosas que no puedes perderte en Périgueux

⛪️Su catedral⛪

Comencemos por lo más grande, y es la catedral de Périgueux. De formas un poco extrañas para un occidental, la catedral de la capital del Périgord Blanco tiene aires bizantinos. Sus cúpulas – que por cierto, estuvieron ocultas durante bastante tiempo – nos recuerdan más a una mezquita que no a una iglesia católica.

Pero además de esto, ¿qué tal si os digo que sigue el mismo patrón que San Marcos en Venecia y que el Sacré Coeur de París está inspirado en esta catedral? Sí, a esto me refería antes. Ahora no es tan difícil verlo, ¿verdad?

La catedral, en el s. XIX, se encontraba en un estado penoso. Fue entonces cuando entró en juego la figura de Paul Abadiem quien quiso recuperarla en el año 1852. Los trabajos de restauración – que supusieron la salida a la luz de las cúpulas de la catedral – duraron 50 años.
Después de esto el arquitecto se encargó de diseñar los planos del Sagrado Corazón de París, y para tal fin se inspiró en la Catedral Saint-Front de Pèrigueux.

Si vas a Périgueux, en parte, es para visitar esta iglesia. Desde fuera es muy atractiva, y destaca a lo lejos cuando te acercas a la localidad. En el centro de la ciudad, aunque no en mitad de los barrios históricos, la catedral me sorprende mucho más desde fuera que al meterme en ella. Creo que no es su culpa, ésta la tienen mis altas expectativas. He visto algún que otro documental de la televisión francesa en el que se habla maravillas de este lugar y después, a mí, me deja un poco a medias.

Cabe decir que la forma de cruz griega en la que está construida la catedral choca un poco con lo que estoy acostumbrada a ver. Cuando te adentras en el espacio gris, lúgubre casi deprimente que conforma el interior del templo te quedas pensando ¿esto qué es? Y te pones a dar vueltas por los diferentes espacios sin saber muy bien a donde vas.

Sobre estos pilares, el campanario del s. XII

Y cierto es que no lo sabes, porque aquello te parece nuevo, pero en algún lugar hay algo que es viejo. Y me aclaro: lo que vemos hoy en día es la reconstrucción que hizo el arquitecto anteriormente mencionado. Sí, la catedral de Périgueux es una obra moderna semejante a la vieja. Ya sabes, eso de las restauraciones francesas en el s. XIX es un tema de lo más polémico – aludo aquí al señor Violet 😁 La cuestión, que Paul Abadie, para que la construcción no se vaya totalmente al garete, se pone manos a la obra – y nunca mejor dicho. La cúpula norte está en muy mal estado y el maestro de obras de la época, Abadie, decide demolerla. Y, ¿qué pasa entonces? Que tras la cúpula norte caen, en un efecto dominó desastroso, todas las demás. Me imagino al pobre Paul diciendo la he liao parda, pero el hecho es que reconstruye las cúpulas siguiendo, más o menos, el diseño original. Aunque eran, en un principio, de distinto tamaño, el arquitecto decide hacerlas todas iguales. Dicen los expertos en el tema – yo no lo soy, aunque me apasione el asunto – que lo que hizo Abadie fue lo que se hacía en la época y que era la tónica general en esto de la restauración decimonónica: reconstruir, reinventar y perfeccionar. Y de aquellos polvos, estos lodos. O esta catedral.

La araña fue utilizada para iluminar Notre Dame de París en el matrimonio de Napoleón III

De lo original, construido por el 1200 y pico, queda el claustro y el campanario. Sería injusta con la catedral si no dijese que todo este revuelo de construcciones viene dado, ya por un incendio que se tragó mucho de la antigua construcción en el año 1120. Desde ese momento las re-construcciones fueron sucediéndose unas a otras – como es normal – y de la vieja iglesia quedan pocas cosas: el atrio actual, de época merovingia, junto a otros elementos carolingios del s. XI dominados por el campanario de aires bizantinos – único en Francia. Y en ese campanario hay algo que debe ser nombrado: su carrillón formado por 7 campanas de repique y otras 10 fijas. Hay un señor que lo toca, y toca melodías, nada de tolón tolón. Qué gustazo el marcar de las horas en Périgueux.

La visita a la catedral es gratuita.
El claustro es de pago.

Un breve vídeo sobre la catedral – está en francés.

Las dos ciudades

Périgueux está formada, a día de hoy, por dos ciudades que no coexistieron en el tiempo por ser de épocas distintas pero si llevan haciéndolo en el espacio desde hace muchos siglos. Eso le da un carácter a la localidad que le suma encanto, y la hace muy interesante.

Vesunna

Cuando Julio César conquistó la Galia lo que hoy es Aquitania se organizó administrativamente y Vesunna pasó a ser la capital de la ciudad de los petrocorios. La ciudad se construyó con técnica galorromana en los siglos I y III y en el s. XX salieron a la luz a partir de unas excavaciones que se hicieron en la zona. Esta antigua ciudad galorromana ocupó 60ha a la orilla derecha del río. En la actualidad son pocos los restos que quedan de ella, pero los que quedan son notables.

De esos vestigios romanos queda una casa de 4000 m2, además de una torre conocida como de Vésone y que perteneció a un santuario que había allí dedicado, como no, a la diosa Vesunna. Data de principios del s. II y sus paredes estaban cubiertas de mármol tanto en el interior como en el exterior.

En esta parte de la nueva Périgueux y lo que fue Vessuna encontramos vestigios de la puerta romana donde todavía podemos observar los bloques de los antiguos monumentos.

También se conserva parte del anfiteatro, terminado en el año 8o y que fue uno de los más importantes de la Galia, tanto que podía acoger hasta 18000 espectadores. De este anfiteatro queda poco, algo de las gradas y los corredores de acceso. En la Edad Media fue transformado en una fortaleza condal y se integró en la muralla de un monasterio en el s. XVII, hasta que en el s. XIX se convirtió en parque público.

En la zona de la vivienda, habitada durante 300 años a partir del s. I, se encuentra un museo que no solo se centra en la casa sino también en la historia de la ciudad en aquellos primeros años de nuestra era.

El museo está abierto todo el año, y cierra los lunes.
💰
Tarifas: Adulto 6€ – Niños (6-14 años) 4€ – Familia 12€ – Grupo adultos 5€ – Grupo niños 2,5€

Puy St-Front

La segunda ciudad que conforma Périgueux es la de Puy St-Front, y comprende los periodos medieval y renacentista. Cuando se funda este barrio con el de Vesunna nace, entonces, la que hoy conocemos como Périgueux, que toma el nombre de sus primeros moradores, los petrocorios.

No es difícil imaginarse – a mí no me cuesta hacerlo – qué fue esa ciudad en el pasado, aunque de ella nos queden pocas cosas. Debemos saber que estaba rodeada por una muralla con 28 torres y 12 puertas, que le sirvió como protección durante la Guerra de los Cien Años. De esas torres se conservan pocos ejemplos, aunque la de Mataguerre es una de las más destacadas – puedes visitarla

Además de esto debes saber que en el sector de Puy Saint-Front hay 28 edificios clasificados y otros 25 inscritos, entre las que se encuentra la casa de las Damas de la fe, en la calle des Farges, vivienda construida por los templarios. También hay múltiples palacetes en la calle Aubergerie que pertenecían a los mercaderes.

Da igual por donde camines en este barrio, en cada esquina hay un edificio bonito, una plaza encantadora. De entre todas esas plazas destaca la del Antiguo Ayuntamiento o, en Francés, Place de l’Ancien Hôtel de Ville. Si tiene más interés que el resto de las plazas es por su vivienda fortificada que data de los s. XV y XVII y que tiene una torre. En la misma plaza, como es de prever, se encuentra el antiguo ayuntamiento.

También hay otra plaza con encanto, la Place Saint-Louis, célebre por la casa que hace esquina y es conocida como del pastelero, construida en el siglo XV en tiene una puerta renacentista que llama mucho la atención, así como la especie de torre que la acompaña y que hace la reconozcas rápidamente.

De hecho, y como digo, lo mejor de Périgueux son las plazas y plazuelas que se abren tímidamente entre todos esos edificios de la época medieval los menos, y renacentistas los más. Entre palacios y palacetes, calles empedradas y fachadas que casi se tocan.

Queda, después de esto, todavía un elemento a destacar en Perigueux, y vais a ver qué cosa más curiosa.

La casa sobre la muralla

Hay una imagen típica de Périgueux que va más allá de su catedral y es esta casa del s. XIV que resulta ser un viejo molino – aunque nunca funcionase como tal – conocido como Eschif de Creyssac o también Loge de Guet. Lo del nombre del molino viene por la confusión a la que lleva la cercanía de un molino que había en mitad del río y que fue demolido en el año 1860.

Pero a ver, todos nos preguntamos, ¿qué hace eso ahí? Resulta que allí había un puesto de vigilancia que permitía, durante la Edad Media, vigilar el puente de Tournepiche. Pues después se construyó esta casa, en el año 1347, que reemplazaba a otra conocida como Creyschat que fue destruida el año anterior después de una crecida del río.

La casa se mantuvo ahí, incluso después de la destrucción de las murallas, en el año 1860, para poder abrir la carretera imperial 21, que va de Paris a Barèges, y que hoy en día es el bulevar Georges Saumande. La casa se fue nombrada monumento histórico en el año 1929 inscrita con el nombre erróneo de molino Saint-Front, siendo cambiado este nombre en el año 1977. Cabe decir que la casa no pasó a manos de la ciudad hasta el año 1976.

Y aquí está, la casa más rara que creo haber visto nunca. Aunque su fisonomía es la típica de casa de entramados, el aspecto de estar en delicado equilibrio sobre la muralla hacen que se convierta en uno de los edificios más singulares que vas a encontrarte en Francia.

Encontrarás la casa en el nº9 del boulevard Georges-Saumande, junto al río.

Más cosas interesantes

Museos

Périgueux, además, tiene también algunos museos que cabe mencionar, como el Museo de Arte y Arqueología del Périgord o el ya mencionado anteriormente Museo Galo-Romano de Vessuna o el Museo Militar.

Más información sobre los museos haciendo click aquí.

Mercados

Como buena ciudad francesa que se precie, los mercados son parte importantísima de la vida diaria, así que Périgueux tiene también el suyo. Pasando por el mercado tradicional que se monta cada mañana en la Place du Coderc y también en el mercado, y los miércoles y sábados en la place de la Clautre, en la Place de l’ancien-Hôtel-de-ville y en la place Saint-Silain.

Además, de diciembre a febrero y los sábados por la mañana en la place Saint-Louis tiene lugar el Mercado de Trufas. También cabe destacar el Mercado de la Carne que tiene lugar de noviembre a marzo en la place Saint-Louis y que tiene su origen en los famosos mercados de carne de la Edad Media.

Más información sobre los mercados haciendo click aquí.

Información práctica

🏨Alojamiento🏨

Perigueux es una ciudad pequeña francesa que tiene una oferta de alojamiento bastante completa. Puedes encontrar alojamiento por menos de 50€ la noche pero eso sí, debes buscarlo con antelación. Los precios en la zona no son económicos, así que se puede compensar el gasto extra que supone alojarse allí buscando un apartamento como hicimos nosotros.

En nuestro caso, el alojamiento fue en Home Sweet Home y lo contratamos aquí. Fue de los más económicos que encontré en la ciudad y estaba muy céntrico – a un par de minutos de la catedral.

El hecho de contratar un apartamento nos permitió poder alargar el viaje porque el tema comidas en Francia no es para nada económico. Pero esta va en otro apartado.

🍽Comer🍽

Nosotros tiramos de supermercado. Comer fuera de casa en Francia es bastante costoso y aunque existe algo parecido al menú del día español, la formule, los precios son bastante más altos que aquí. Por ello si tienes que salir a comer durante 10 días de viaje y hacer dos o tres comidas al día el presupuesto o es muy holgado o se te acaba pronto.

La formule, en la que no entra la bebida pero sí el agua – del grifo – suele estar sobre los 12€ por persona y suele componerse de un primer plato y postre, o entrante y primer plato. Si miramos el precio tampoco es tan caro, pero a mi juicio es poco lo que ofrecen por lo que pagas. Aunque nosotros no tiramos ningún día de formule, si quiero que sepáis que está esta opción.

Lo mismo que en el comer pasa con el desayunar, y es que no me había dado cuenta que el café en Francia es carísimo y lo que aquí es un café con leche allí sobrepasa los 3 euros. Y 3 € por 2 personas por 10 días de viaje se traduce en 60€. Así que tampoco café. Ni cerveza, porque la cerveza es también muy cara, de modo que nada de salir a tomar alguna cosa. Y así de crudo es el asunto: ni una cerveza nos tomamos. Bueno, miento: compré cerveza en el súper. Más buena.

🅿️Aparcar en Périgueux🅿️

Como el centro histórico es pequeño, aparcar cerca de él no es difícil. Nosotros dejamos el coche todos los días muy cerca de nuestro alojamiento, por la zona del Museo de Arte y Arqueología del Périgord, en las calles rue Fournier Lacharmie y alrededores. Allí tienes aparcamiento gratuito.

También lo vas a encontrar en la parte cercana al río y en las partes más apartadas de la ciudad. Si no, hay aparcamiento de pago en el centro histórico, pero ten en cuenta que en muchas de las calles no se puede aparcar, ya no solo por ser histórico, sino porque sería difícil circular por allí. Por ejemplo, en la calle en la que nosotros nos alojábamos – Barbacane – podías pasar con el coche pero no estacionar.

🔗Enlaces de interés🔗

Como siempre, dirígete a las páginas web oficiales de los lugares que vayas a visitar. En este caso, y la más útil, va a ser la de Périgueux y que encontrarás pinchando aquí.

Te recomiendo también que mandes correos electrónicos a las oficinas de turismo si es que tienes alguna duda, y si te interesa recibir folletos por correo postal se lo puedes hacer saber y te los mandarán – como fue nuestro caso – aunque puedes encontrarlos también en su página web en formato digital (enlace aquí).

Y esto es todo, nuestro paso por Périgueux no fue breve, ya que estuvimos allí casi tres días completos al ser nuestro centro de operaciones en el Périgord Blanco. Te recomiendo que le guardes media jornada en tu viaje para disfrutar bien esta ciudad que ofrece mucho más que un paseo por sus calles

Una filósofa y un politólogo que amana viajar y lo hacen a pesar de los pocos recursos que tienen. Viajar es más que un capricho, viajar es una necesidad y aquellos que somos pobres en un primer mundo de opulencias tenemos derecho también a realizar nuestros sueños viajeros. Porque los pobres también viajamos.
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