Teruel | Capital del arte mudéjar

¿Cuántas veces habremos escuchado aquello de que Teruel existe? Nosotros queremos decir que sí, que esta capital aragonesa existe y  que tiene mucho que ofrecer.


Conocemos a Toledo como la ciudad de las tres culturas, pero Teruel es también símbolo de convivencia e integración. Cuando los moriscos fueron expulsados de tierras aragonesas, fueron muchos los que decidieron quedarse en Teruel y convertirse en mudéjares. Ellos siguieron transmitiendo su cultura, que hizo más rica la autóctona, y esos mudéjares fueron quienes enseñaron sus técnicas constructivas y decorativas a los cristianos que comenzaron a dominar entonces las tierras de Aragón.

Qué ver en Teruel

El arte Mudéjar

El mudéjar turolense fue declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1986, para más tarde convertirse en todo el estilo – no solo el de la ciudad – en patrimonio de todos reconocido

La Catedral de Teruel, símbolo mudéjar por excelencia

Las Torres

Las torres de Teruel están construidas del mismo modo que la Giralda de Sevilla. En apenas un año los mudéjares eran capaces de levantar una torre como la del Salvador, compuesta por una torre interior de piedra y otra exterior de ladrillo, unidas por escaleras y pasillos.

La Torre del Salvador, elegante como ella sola.

No solo sorprende la rapidez con la que los mudéjares construían esas torres, sino también su decoración. Es éste el elemento que más destaca de todo el mudéjar: las formas geométricas, los colores verdes, tierra y marfil.

A la torre del Salvador puedes subir y disfrutar no solo de las vistas, sino también ver con tus propios ojos la técnica constructiva que te menciono aquí.

Teruel es una ciudad abierta, y así lo demuestran sus altas torres, que tienen un arco como puerta de paso.

Cuenta la leyenda que los constructores de la torre de San Martín y la del Salvador pretendían a la misma dama, y que ésta decidió irse con aquel que construyese la torre más alta. El constructor de la torre del Salvador fue el que consiguió la proeza, así que el de la de San Martín, apesadumbrado, decidió lanzarse desde lo alto de su obra.

La rivalidad entre ambas torres sigue en el aire de un modo sutil, y es que la de San Martín está torcida, al contrario que la del Salvador que es bien esbelta. Este fallo de la primera se debe a su larga exposición al sol, que hizo que el yeso secase mucho antes y, por lo tanto, encogiese por un lado. Además, la iglesia que tiene al lado empuja su base, consiguiendo que esta imperfección sea todavía más evidente.

La torre torcida.

En Teruel había otra torre, la más bella de todas, a tenor por el nombre por la que era conocida: la fermosa. Esta torre fue derrumbada a pico y martillo por las tropas que conquistaron la ciudad, y de ella nada más podemos decir porque desapareció hace más de medio siglo.

Pero tenemos la torre de la catedral, que junto a la resta de torres convierten a esta capital de provincia en una suerte de Manhattan mudéjar. Y no es una exageración: si hoy en día la altitud de estas torres sorprende, ¿cómo deberían sentirse las gentes de aquellos años en los que la vida era tan sencilla? Al entrar por la puerta de la muralla conocida como de Daroca, quienes se topaban de bruces con la torre de San Martín debieran sentirse diminutos, insignificantes.

El Torico

Teruel es más que sus torres mudéjares, pero lo que es hoy en día lo es gracias a ellas, y no es todavía todo aquello que podría ser. Teruel es una ciudad acogedora, pequeña, recogida. Su casco histórico puede pasearse tranquilamente en poco más o menos que una hora. Eso sí, subir a torres, visitar iglesias, catedral e incluso a los amantes nos va a ocupar un poco más de tiempo. Y sorprendernos con el torico, claro está, que no desmerece su nombre: se trata de un toro bien pequeñico.

El Torico hace honor a su nombre.

Todavía recuerdo la primera vez que lo vi; no sé cuántos años debía tener, apenas unos diez. Mis padres nos hablaban del torico; el torico esto, el torico lo otro. Cuando llegamos a Teruel mi hermano y yo estábamos ansiosos por ver el torico y la imagen que vi en aquel momento, y lo que sentí, están grabados en mi mente de manera muy nítida. Recuerdo que lo buscaba y decía ¿dónde está? Cuando me di cuenta que era aquella cosa pequeñita plantada en lo alto de una columna me quedé, literalmente, despagada. Sí, quin despago més gran! Qué chasco me llevé con el torico, oye. Cuando regresé muchos años después con Juanjo, de camino a Albarracín en una jornada muy muy fría, le presenté al torico y él se quedó con una cara de alucine brutal. Y sí, es que el torico, de tan famoso que es, se vuelve casi un mito, pero cuando lo ves y te encuentras con aquel animalillo indefenso te das cuenta que los mitos son eso, mitos: hechos reales magnificados por el ser humano.

La Plaza del Torico es la más encantadora de la ciudad.

Los Amantes

Después del mito del torico, una leyenda: la de Los Amantes de Teruel, tonta ella y tonta él; esta expresión la he escuchado siempre. Los Romeo y Julieta de Aragón; una historia de amor trágico y mortal. Morir por amor, ¿existe algo más romántico? No sabría qué decir, el amor romántico no es lo mío, pero la historia de los amantes puede ser hasta bonita:

Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla (también conocido como Diego de Marcilla) eran dos jóvenes turolenses que se encontraron el mercado y se enamoraron. Lo más normal del mundo, tan normal que Isabel era de familia rica y Diego un pobre sin dotes. Éste le dijo a ella que quería ser su esposo y ella le contestó que ojalá pero que no podía hacerlo sin el consentimiento de su padre y su madre. Al ser él un pobre mozuelo sin nada más en su haber que las manos para trabajar, el matrimonio era cosa imposible – al menos en ese momento. El joven Diego le dijo a Isabel: espérame cinco años a que haga fortuna y casémonos. Isabel asintió y Diego se fue a batallar contra los moros para ganarse un poco más de sueldo y contentar los deseos de sus futuros suegros.

A punto de cumplirse los cinco años, y con el padre de la pretendiente ansioso por ver a su hija casada, éste le buscó un rico marido e hizo casar a Isabel. Ese mismo día, el de la boda, Diego apareció y consiguió meterse en la recamara de los recién casados sin que nadie se percatase de su presencia. El joven batallador se acercó a su amada y le dijo Bésame, que me muero. Ella le dio calabazas por no faltar a su marido y, finalmente, Diego cayó muerto.

El drama no quedó ahí. Isabel despertó a su marido, le contó lo ocurrido y él le dijo Pero mujer… ¡por qué no lo has besado! A lo que ella respondió Por no faltarte a ti, cariño. Orgulloso de su esposa, decidieron enterrar al pobre Diego. Ella se percató, en esos instantes, de todo lo que el pobre doncel la había querido y quiso besarlo antes de que fuese enterrado, y el beso fue tan apasionado que ella cayó muerta también.

Y esta es la historia de los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él.

Debes saber que el mausoleo de los amantes se puede visitar y allí tienes la famosa escultura yacente en la que los amantes parece que estén unidos para siempre pero, si te fijas, sus manos nunca llegan a tocarse. Es un claro símbolo de su amor fallido: yacerán eternamente juntos, pero jamás estarán unidos.

Y al lado mismo del mausoleo de los Amantes tienes este bello mural.

Todos los meses de febrero se celebran Las Bodas de Isabel, conocidas también como las medievales, que recrean los 3 días desde que Isabel se casa hasta que mueren los amantes. Puedes leer más sobre esta fiesta tan espectacular en este enlace.

El Museo Provincial

En este museo, muy cercano a la Catedral de Teruel, tienes la historia de la provincia contada desde la prehistoria hasta bien entrado el siglo XX. El museo es de acceso gratuito y desde el último piso, en su terraza, tienes unas vistas espectaculares de la catedral y de todo el casco histórico de la ciudad de Teruel.

Si quieres visitarlo tienes que guardar al menos una hora porque su exposición es bastante amplia.

La Escalera Monumental

Al salir de la estación de tren, y con el fin de salvar los 26 metros que separan el Paseo del Óvalo del casco histórico, pero también para sorprender a los visitantes que llegaban a la capital mudéjar a principios del siglo XX, se encuentra esta escalera monumental en estilo neomudéjar de proporciones enormes y de una belleza indiscutible.

Las Murallas

En Teruel todavía se guardan tramos de la muralla y algunas de sus puertas medievales, como la de Daroca, cercana a la torre de San Martín, entre otras. Desde la lejanía ya se pueden observar los tramos del lienzo que quedan en pie en la ciudad e irlos descubriendo durante tu paseo por la localidad va a ser de lo más agradable.

El Acueducto

El acueducto de Teruel, conocido también como los Arcos, es una de las obras de ingeniería más importantes del Renacimiento español. Se construyó entre los años 1537 y 1558 y salvó a la ciudad de depender de los aljibes que se habían construido en el último cuarto del siglo XIV.

No te puedes perder la Fonda del Tozal


En Teruel no te puedes perder la Fonda del Tozal, la fonda más antigua de Europa. El bar está situado en lo que eran las cuadras, y data del siglo XVI. El lugar es muy chulo, está muy bien cuidado y te sientes verdaderamente en esos lugares que ves por ahí, por Europa, donde las gentes se sientan unas junto a las otras en bancos de madera y mesas larguísimas, pero estando en un lugar auténtico. Te recomendamos que te pases por allí aunque sea para tomar una caña.

Este lugar lo encontrarás en el centro medieval de la ciudad, en la (Calle del Rincón, 5), y no solo puedes tomarte una caña sino que puedes alojarte también allí, ya que es también alojamiento (puedes contratarlo 🏨 aquí).

Comer en Teruel

En Teruel no te va a costar comer por precio, sino por decidir en qué restaurante vas a meterte, ya que son numerosos los locales en los que comer un menú del día por menos de 15€ en fin de semana es posible. Si no quieres romperte mucho los cuernos, vete por la zona del Tozal y allí vas a encontrar mucha oferta. También en la Plaza del torico, aunque posiblemente sea un poco más caro – aunque no mucho.

Ah, y recuerda probar la Trenza Mudéjar o los Besos de Amante, y ya no te menciono el jamón porque creo que lo llevas apuntado de casa, ¿no?

Teruel ¡existe!

Y así termina una jornada en la capital de esta provincia aragonesa. Teruel es una ciudad perfecta para pasar un día sin aburrirse, disfrutando de la historia, el arte y la gastronomía. Y si queréis más cosas sobre Teruel:

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5 pensamientos en “Teruel | Capital del arte mudéjar

  1. No tenía idea que existiese el estilo mudéjar turolense…y me encanta 🙂
    Tras leer vuestro post sobre la fiesta de los amantes, con éste habéis terminado de convencerme de que debo visitar Teruel. No sé por qué es tan poco conocida con la cantidad de atractivos que tiene.
    El torico…¿por qué está en la plaza?Alguna historia curiosa seguro que tiene…
    Un abrazo y ¡feliz fin de semana!

    1. Teruel es una ciudad maravillosa, de esas perfectas para hacer lo que se conoce ahora como slow travel o lo que se viene diciendo desde siempre como «viajar sin prisas». Creo que tiene muchísimo patrimonio y es muy agradable; pequeñita y resultona. Como centro de operaciones para visitar la magnífica provincia de Teruel es genial ya que la rodean sitios encantadores y paisajes sorprendentes. Me alegra haberte animado a visitar esta ciudad, espero que puedas hacerlo en un futuro próximo.

      La historia del tórico se remonta al s.XII y se cuenta que en aquella época, durante la reconquista, los soldados desoyeron las órdenes del rey Alfonso II y siguieron a un toro acompañado por una estrella en el firmamento teniendo la certeza que donde se parase ese toro debía alzarse una nueva ciudad. Y así es como nació Teruel, su plaza y la leyenda.

      Un abrazo grande 🙂

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