Lo mejor de viajar es, sin duda, esa sensación de haber encontrado un lugar en el mundo en el que encajas verdaderamente. Pero, sin embargo, ese magnífico sentimiento se vuelve en tu contra cuando tienes que abandonar el lugar porque tu aventura termina. Eso mismo nos ha pasado a nosotros alguna que otra vez, y hoy os queremos contar en el blog cuáles son.
Berlín
De Berlín regresamos a nuestra casa enormemente apenados por haber tenido que marcharnos de la capital alemana. Sin nuda, Berlín es una de esas ciudades que no te deja para nada indiferente: su historia, su gente, su cultura, su arquitectura, la comida… Todo de Berlín nos gusto, todo menos tenernos que marchar de ella. Es por eso que Berlín se ha convertido en el primero de esos lugares en los que nos hubiésemos quedado a vivir.
Vall d’Aran
Hay algo que nos gusta mucho: la naturaleza. Pero hay algo que nos gusta mucho más: los pueblos bonitos. De ambas cosas la Vall d’Aran tiene en cantidades industriales, y a ella fuimos ilusionados y nos quedamos anonadados y, claro, no nos queríamos marchar de allí…
Milán
Italia es un país bellísimo y hemos visitado alguno de los lugares más bonitos que allí existen – Florencia, entre otros -, pero nos quedaríamos a vivir en Milán. Y, ¿por qué Milán? Preguntaréis. Pues porque Milán es una ciudad activa, viva, cosmopolita, moderna e intrépida. Esta ciudad no es solo su magnífica catedral, es bullicio en la calle, pero bullicio sereno. Vamos, ¡que nos encantó Milán! Y sería, a nuestro juicio, una ciudad perfecta para irse a vivir.
Valle de Ansó
El Pirineo se ha convertido en nuestro vicio más confesable. Nos costó ir hasta allí – me costó a mí convencer a Juanjo – pero una vez llegamos nos ha costado despegarnos de él. Si antes os hemos hablado del Pirineo en Lleida, ahora os mostramos el de Huesca. Bien, quien dice Huesca, dice el vecino valle navarro de Roncal. Tanto nos daría un lugar u otro porque allí sabemos que seríamos felices.
Toulouse
A esta ciudad francesa llegamos escépticos a petición de mi cuñada Raquel sin saber bien del todo qué nos encontraríamos. Regresamos de la ciudad rosada enamorados de ella por su vitalidad, por la amabilidad de sus gentes y por su civismo. Vamos, que fuimos a Toulouse «a medio gas» ¡y casi no volvemos!
Pau
Esta ciudad de los Pirineos Atlánticos ha sido durante mucho tiempo una obsesión para mí, y no sé el porqué. De hecho, llevaba bastante tiempo queriéndola visitar y finalmente pude hacerlo en octubre de 2016. Me pareció una ciudad encantadora, con un entorno increible y un ambiente inmejorable. Además Pau tiene un patrimonio bellísimo y su cercanía a los Pirineos hacen de ella uno de mis lugares preferidos a los que he viajado hasta hoy.
Bilbao
Son pocas las explicaciones que una debe dar de porqué Bilbao es una de las ciudades donde nos hubiéramos quedado a vivir, pero ahí van unas cuantas por si hay alguien despistado que no conozca las bondades de la capital vasca. No sabemos si empezar por su gastronomía, continuar por su ambiente y seguir por su buenísima calidad de vida. Una ciudad verde, hecha a medida del ser humano, culturalmente viva y muy amable, Bilbao es otro de esos lugares en los que no nos importaría estar no solo de paso.
Gante
Esta ciudad belga nos enamoró desde que llegamos a ella. Ya no solo se trata de la belleza indiscutible de su casco histórico, uno de los mejor conservados de toda Bélgica y que te transporta sin remedio a tiempos pasados. No, no fue solo eso, fue también su ambiente de ciudad cosmopolita, abierta, juvenil y amable lo que hizo que cayésemos rendidos a sus pies. Sí, Gante es una ciudad bonita, pero es mucho más que eso y a mí no me importaría pasar una temporada en ella.
Y esta es la selección de esos lugares en los que nosotros nos quedaríamos a vivir (selección que se va ampliando poco a poco). ¿Cuál es la vuestra, viajeros?