Te estarás preguntando a qué viene el nombre de este artículo y yo te lo aclaro más rápido que rápidamente: es el segundo artículo que escribo sobre este pequeño pueblo tarraconense que ya hemos visitado tres veces (2 este último año) y al que fuimos por primera vez a finales de noviembre del año 2014.
Por aquel entonces el pueblo de Siurana – también llamado Siurana de Prades – era conocido, pero no tanto como lo es hoy en día. Siendo uno de los pueblos más bonitos de Tarragona, y de toda Catalunya – eso nadie lo puede negar -, los más que se acercaban hasta allí eran escaladores para arraparse por sus escarpadas laderas de esos acantilados que son los verdaderos protagonistas de la localidad.
Y es que sí, Siruana se encuentra en la comarca del Priorat, flanqueada por la sierra de Montsant, una sierra que es frecuentada por aficionados al montañismo y la escalda y que no es complicado divisar colgados de las paredes rocosas anteriormente descritas. Y este hecho hace que la sierra, y especialmente los alrededores del pueblo de Siurana, se llene de caravanas, furgonetas y demás vehículos apañados para pernoctar en ellos.
Este hecho, el de encontrarnos con tantos vehículos camperizados, fue una de las cosas que más me llamó la atención aquella primera vez que visitamos Siurana que, como ya os he dicho, fue un lunes de finales de noviembre del año 2014. Me llamó mucho la atención esto porque los alrededores del pueblo estaban llenos de gente, pero las calles del mismo se encontraban totalmente vacías. Casi ni bares abiertos – ¿tal vez uno? – aunque hay que tener en cuenta lo que os he dicho: era un lunes tonto de finales de noviembre.
Tardamos en regresar a Siurana unos cuantos años, algo más de 5 – y un par de meses -, y no fue hasta este pasado 1 de enero de 2020 prepandémico que nos acercamos de nuevo a este bonito pueblo. La razón por la que volvimos a Siurana fue para celebrar que habían puesto un tramo de la AP-7 gratuita y aunque nuestro destino ese día era el pueblo de Prades, a una veintena de kilómetros al norte de Siurana, decidimos acercarnos hasta el pueblo que tanto nos había gustado años atrás.
Ese día, el 1 de enero, Siurana estaba algo más lleno de gente, y es que en estos años el pueblo se ha ido haciendo famoso, y es uno de los must de Catalunya. Gente había, no mucha, pero la había. De lo que sí había mucho, muchísimo, era niebla. Apenas podías ver dos metros más allá de tu propia nariz y si visitaste por primera vez la localidad ese 1 de enero – o cualquier otro día de similares condiciones climatológicas – te perdiste lo mejor del pueblo, que son sus vistas. A nosotros, eso, no nos supuso un problema; ya habíamos disfrutado de ellas en nuestra primera visita y encontrarnos con Siurana invadido por la niebla nos pareció de lo más interesante [puedes ver una 📷 foto haciendo clic 🖱 aquí].
Ese 1 de enero no podíamos imaginar la que se nos venía encima, tampoco sabíamos que 10 meses después y, seguramente, gracias al marrón que tenemos todavía hoy a nuestras espaldas regresaríamos a Siurana y a Prades. Regresaríamos JJ, una servidora, y tres amigas más, eso que en nuestro pueblo se conoce como Las Madus y que ha puesto en vilo a un sector de la localidad esperando qué lugar vamos a visitar en domingo.
Siurana, como os digo, es uno de los pueblos más bonitos de Tarragona, aunque me atrevería a decir que es de los más bonitos de Catalunya, y lo es no solo por el pueblo en sí, que es de esos pueblos de piedra, pequeño, con iglesia románica, con restos de un castillo, con leyenda incluida. No, Siurana no es bonito solo por eso, y es que Siurana tiene una de las vistas más impresionantes que podrás ver en muchos kilómetros a la redonda. Y no es exageración.
El embalse de Siurana es una de las joyas de la corona de esta localidad. Situado entre la Sierra de Montsant y las Montañas de Prades, este embalse se llena gracias al agua del río Siurana, principal afluente del Ebro en las tierras de Tarragona. Un poco más allá, arriba del todo, el pueblo en lo alto de la Sierra de la Gritilla.
Esta situación privilegiada hace que la aldea de Siurana sea un festín para los sentidos, en todos los niveles. Los amantes de la naturaleza van a alucinar con toda esa masa boscosa que se extiende alrededor del pueblo, pueblo que como un centinela descansa vigilante pero siempre alerta y observante de todo lo que hay más allá de la montaña.
Esta situación privilegiada es también un festín para los amantes de los espacios singulares, y es que Siurana se puede entender como un espacio singular. Su situación, como digo estratégica, ya hizo de Siurana un lugar único en la Edad Media, y es que fue uno de los últimos lugares a ser conquistados por los cristianos en aquella época en la que los territorios se dividían en infinitos reinos que ahora eran de unos, ahora de otros. Siurana, en aquellos tiempos, era Xibrana, y en Xibrana había una reina, Abd-al-azia que no soportó perder Siurana, Cuenta la leyenda que la reina se subió a lomos de su caballo blanco y decidió lanzarse por uno de los tantos precipicios que hay en la localidad. El lugar quedó marcado para la eternidad y hoy en día se le conoce como el Salto de la Reina.
Ese fue el lugar escogido por Abd-al-azia para acabar con su vida, junto al castillo, o a lo poco que queda él, uno de esos castillos de frontera que tanto abundaban en la época que os he descrito brevemente en el párrafo anterior. Del castillo ya os he dicho que queda poco, apenas un par de paredes y el recuerdo de tiempos pasados.
Otro de los hitos patrimoniales de Siurana es la iglesia románica de Santa María, construida entre los siglos XII y XIII y que se encuentra en un estado de conservación maravilloso porque está tal cual la hicieron. La portada de esta iglesia es de una belleza indiscutible, y su interior, de una sola planta, se puede ver a través de una amampara de cristal que protege el interior del templo.
Pero Siurana no es solo castillo e iglesia, Siurana es también su casco histórico, que es todo el pueblo, porque no hay más que algunas calles que transcurren entre casas de piedra.
Aunque Siurana estuvo amurallada en el pasado, hoy en día no podemos gozar de la vista de ese tipo de construcción defensiva ya que no quedan casi restos de ella, pero sí en la entrada del pueblo tenemos un puente que se sitúa en el lugar donde anteriormente se encontraba la puerta principal y el puente levadizo.
Y sí, pasear por las calles de Siurana es una gran cosa, una actividad que gusta hacer y de la que se disfruta, y mucho, porque la aldea es encantadora. Pero de lo que más se disfruta en Siurana, sin ningún tipo de duda, y como ya he anunciado al principio, es de las vistas de toda la montaña circundante que se tienen desde cualquier punto de las afueras de la localidad – y lo pongo en cursiva porque las afueras son el pueblo mismo.
Lo más emocionante de esta tercera visita – remarco tercera, ni una ni dos, sino tres – va a ser, para mí, poder disfrutar de un atardecer de escándalo en un pueblo al que le tengo cariño por lo bonito que es. La emoción aumenta si tienes la gran suerte de poder compartirlo con personas importantes para ti, personas que se quedan flipando con el espectáculo que es Siurana y su entorno, y que callan ante tamaña maravilla como callas tú, porque hay cosas que no necesitan de palabras, o es que tal vez te dejan sin ellas.
Esperar a que el sol caiga es algo que debes hacer aquí, y lo que haces no es esperar, sino invertir el tiempo. No sé si esta vez se debe a que estamos en otoño, que la luz es más cálida, que los colores de la vegetación acompañan… no tengo ni idea, pero el ocaso en Siurana es una experiencia casi mística.
El tamaño del pueblo, reducido hasta la mínima expresión, te permite irlo rodeando e ir cambiando de escenario a medida que pasa el tiempo. Uno de los puntos más codiciados para disfrutar del ocaso, y como veis en la imagen inferior, es el que se encuentra al lado del castillo, en un pequeño promontorio al que se puede acceder sin problema y desde el cual puedes ver como el sol se esconde tras la silueta de la iglesia románica de Santa María. Puro espectáculo, como digo.
Cuando el sol se esconde del todo son pocas las luces que quedan en el pueblo, y pocas las gentes que permanecemos allí. Siurana se queda de nuevo con esos 21 habitantes que viven permanentemente y algún que otro visitante que va a apurar los días de un puente que ha llenado de turistas esta pequeña localidad catalana.
Tras la experiencia mística del atardecer en Siurana nos subimos al coche y ponemos dirección al pueblo. Nos quedan aún dos horas de viaje, una de las cuales va a ser entre curvas y más curvas, las primeras de ellas las que nos permitan descender el desnivel que hay desde la aldea de Siurana hasta Cornudella de Montsant. Después, otras tantas que nos permitan bajar hasta casi el nivel del mar para tomar la AP-7 que ahora, y hasta ese punto, es gratuita.
Información práctica
Como os he dicho, esta fue la tercera vez que visitábamos la aldea de Siurana. Las otras dos veces no habíamos tenido problemas de aparcamiento, y lo habíamos hecho de forma libre, y en el mismo lugar en el que aparcamos esta tercera vez. Por el contrario, esta vez el aparcamiento estaba regulado, tuvimos que pagar 3 euros por estacionar el vehículo y muchos otros estaban estacionados bastante lejos el pueblo y en los laterales de la carretera porque no cabían en el aparcamiento.
Supongo que nosotros, como fuimos pasadas las cinco de la tarde – decidí comer en Prades porque ya me veía el panorama en Siurana – no tuvimos problema a la hora de aparcar, pero en días como este, en medio de un puente, hay que tener en cuenta que ir con el coche puede suponer un problema. Si puedes acercarte a Siurana fuera de fechas señaladas, y teniendo en cuenta esta última experiencia, la tuya será mucho mejor.
Puede, también, que te interese explorar toda la comarca o algunos lugares de la misma. Yo no puedo hablarte mucho de la comarca de El Priorat, y es que cada vez que he estado he visitado los mismos lugares. Sí puedo decirte que Prades vale la pena – ya te hablaré de este pueblo en el blog – y también que tienes cerca la Cartoixa d’Escaladei, que tengo pendiente desde tiempos inmemoriales, pero que no necesito visitar para saber que es un imprescindible. También puedo decirte que los vinos del Priorat son una auténtica maravilla y que, si te interesa, puedes visitar bodegas y hacer catas. Lo mejor es que seas tú quien escoja qué hacer, así que te dejo a continuación el enlace de la oficina de turismo de la comarca para que montes el viaje a tu gusto: https://www.turismepriorat.org/ca
Y aquí termina nuestra tercera vez en Siurana, la primera para nuestras amigas, aunque creo que no me equivoco si digo que no va a ser la última. Os dejo un pequeño vídeo con imágenes que grabamos aquel día. Espero que os gusten. Disfrutad del camino, amantes de los viajes.