En Jaén se encuentran los que posiblemente son los baños árabes más grandes de toda España. Con unos 450 metros cuadrados, esta joya islámica escondida, de nombre Hamman al-Walad (o Baño del Niño) se encuentra, en la actualidad, en los sótanos el Palacio de Villardompardo y se pueden visitar de forma gratuita.
Los baños
De sobra son conocidos los Hamman, o baños, en nuestros días. Esta tradición, que arrastramos – al menos – desde la época romana -, ya servía por aquellos años no solo para mantener el cuerpo limpio sino también para engrasar las relaciones sociales.
Hay que tener en cuenta que en aquella Roma, en la del Imperio, que se extendía por lo que consideramos hoy como Europa, no todos tenían la posibilidad de asearse en casa. Bueno, cabe decir que no todos eran considerados ciudadanos, por lo tanto, había mucha gente sin espacio propio para higiene. Así, las termas, eminentemente públicas – las privadas eran las balneum – eran servicio fundamental para los ciudadanos de Roma.
Eran tan importantes esos lugares que estaban cuidados al máximo, con decoraciones realizadas con mosaicos, frescos y estatuas.
Los baños en la época árabe
Los baños árabes – o turcos – fueron una continuación de los baños romanos que acabo de describir brevemente. Su función era exactamente la misma, pero añadiendo una función más espiritual, ya que la higiene es un pilar fundamental en la religión islámica. En España – lo que hoy es España – los cerró Isabel la Católica pero en el mundo oriental se siguieron manteniendo y ellos fueron los inspiradores de los actuales spa, un producto de lujo más que elementos socializadores e higienizadores.
Los baños de Jaén
Como os he dicho, los baños árabes de Jaén se encuentran en la actualidad en un palacio que hace función de museo y que sirvieron como cimientos para la construcción del mismo siendo enterrados para otorgar de consistencia a la base del edificio.
Estos baños se construyeron en el s. XI sirviéndose de unos baños romanos anteriores. Por sus decoraciones almohades en algunas de las salas se considera que fueron restaurados a finales del s. XII. Siguieron funcionando como baños incluso tras la conquista cristiana de la ciudad en el año 1246 a manos de Fernando III el Santo. Su función cambió en los siglos XIV y XV cuando empezaron a usarse como curtidurías, cuyas instalaciones todavía se conservan en las Salas Templada y Caliente de los baños.
Los baños casi desaparecen cuando en el s. XVI don Fernando de Torres y Portugal, I Conde de Villardompardo y VII Virrey del Perú – casi nada – decidió edificar su palacio sobre los antiguos baños, y es así como quedaron enterrados y ocultos por los cimientos y los sótanos. Aunque esto nos parezca algo negativo paradójicamente fue todo lo contrario ya que, al estar enterrados, los baños se conservaron mucho mejor.
No será hasta el s. XX que los baños salgan a la luz, cuando con el fin de realizar un Catálogo Monumental de Jaén, en el año 1913, se inspeccione la fábrica del Palacio de Villardompardo y aparezca parte de los baños árabes. En el año 1931, y tras la propuesta del Catedrático de Arqueología Manuel Gómez Moreno, los baños son declarados Monumento Nacional.
La visita
Para visitar los Baños del Niño en Jaén, primero, debes llegar hasta ellos. Qué tontería dice ésta, estarás pensando. Pues puede que sea una tontería, pero a nosotros nos costó un poco encontrarlos y nos perdimos entre las callejuelas retorcidas del centro histórico de esta ciudad andaluza. Para llegar bien a ellos debes tener en cuenta que lo que buscas es un palacio, un edifico museístico, y no un lugar en el que te diga que allí hay unos baños, ya sabes, si has leído todo lo anterior, que éstos están en el sótano del edificio.
Visitar los Baños del Niño, así como el resto del museo, es gratuito, y aunque nuestro fin prinipal de la visita era meternos en el antiguo Hammam, el resto del museo es también interesante. En él encuentras el Museo de Artes y Costumbres y también El Museo Internacional del “Naïf”, de modo que si te interesan estos dos aspectos te recomiendo que vayas con tiempo.
Pero comencemos nuestra visita a los baños, que para eso has llegado hasta aquí.
Las cuatro salas
El baño está dividido en cuatro salas: el vestíbulo, la Sala Fría, la Sala Templada y la Sala Caliente. El primer espacio con el que nos encontramos, y como es obvio, es el vestíbulo, de 14 metros de longitud y casi 4 metros de ancho. Formado por alcobas a ambos extremos están separadas unas de las otras por arcos de herradura sobre medias columnas. En las bóvedas, de cañón encontramos luceras con forma de estrella de las que contamos hasta un total de 18. Las luceras, para que sean más realistas, están iluminadas desde el exterior ya que debemos recordar que los baños, en la actualidad, se encuentran en el sótano, a diferencia de su disposición original, que eran a pie de calle.
La sensación que me da esta primera sala es muy buena, y es que había estado en algunos baños de este tipo con anterioridad – los el Almirall en València por ejemplo – pero ni de lejos tenían las dimensiones de estos. Si la impresión es bueno, no quiero ni imaginar qué hubiese pensado si me los hubiese encontrado en su aspecto original, con suelos recubiertos en mármol blanco y las paredes enlucidas y pintadas con decoraciones típicas de arquerías en rojo sobre fondo blanco. Hoy en día, lo que vemos, son solo paredes desnudas y elementos arquitectónicos característicos de la época musulmana pero, he de decirlo: para apreciar su valor no hace falta más.
La visita continúa en la Sala Fría, de aspecto similar a la anterior aunque algo más pequeña (11,4mx3,5m). Como la anterior, las bóvedas de caños con luceras – 12 en este caso – conforman la sala que tiene adherida una alcoba con una cúpula abierta al exterior con 5 luceras.
Tras la Sala Fría llegas a la Sala Templada, la más espectacular de too el recinto, que está formada por un salón cuadrado de casi 12 metros de lado y que alberga en su interior otro más pequeño, cubierto éste por una gran cúpula de casquete semiesférico sobre pechinas. La cúpula del salón descansa sobre arcos de herradura soportados por ocho columnas y en cada esquina – cuatro al ser cuadrado – hay otras cuatro cúpulas más pequeñas. Los espacios que quedan están cubiertos con cuatro bóvedas de cañón con 3 luceras en cada una de ellas. Imaginaros este espacio, todo el entramado de arcos y medias columnas, de bóvedas y luceras, y además añadidle alcobas en los extremos cubiertas con más cúpulas con luceras.
La cuarta y última sala que se puede visitar es la Sala Caliente, muy parecida den dimensiones al vestíbulo aunque casi 2 metros más larga, tiene la misma configuración de bóvedas de medio cañón con 15 lucras y las alcobas a los extremos con 5 luceras en las cúpulas. En esta sala encontramos ocultas en sus muros las chimeneas por las que circulaba el aire caliente. Además, lo que encontramos bajo el suelo de piedra es un espacio hueco en el que hay construidos pequeños pilares de ladrillo que soportan la estancia. La oquedad tiene razón de ser, y es que gracias a ella puede circular el aire caliente que se adhiere al suelo y lo calienta. Además, en el centro de la sala, podemos distinguir el espacio en el que se encontraba la caldera, espacio separado del resto mediante un gran arco abocinado. En cada uno de los lados del arco central encontramos otras dos estancias, más pequeñas, en la que existía, en una de ellas, un baño cuadrado de asiento y, en la otra, un par de tinajas.
Y en esta última sala finaliza la visita a estos baños árabes que serán los mejores que podrás ver en España, y no solo en ella. Algunos dicen que son los mayores de toda Europa y también del norte de África. Pero la visita no acaba aquí; además del espacio museístico, hay un lugar que no debes perderte en este Palacio jienense.
La azotea
Desde lo más bajo a lo más alto, desde los sótanos hasta la azotea. Y es que a la azotea debes subir porque ella funciona también como mirador. Sí, debes tener en cuenta que el Palacio de Villardompardo se encuentra en uno de los puntos más altos de la ciudad – ah, sí, llegar hasta él implicará, también, subir muchas cuestas -, razón por la cual las vistas que se tienen dese lo alto del edificio son magníficas.
Puedes vislumbrar desde la imponente Catedral, que sobresale entre todos los edificios, o también admirar el mar de olivos que se extiende en la lejanía como un manto verde pardo, y también, en la montaña, observar el Castillo parte del cual está ocupado por las dependencias del Parador de Turismo y al que subir vale mucho la pena – hazlo en coche.
Y hasta aquí la visita a estos baños árabes que son imprescindibles en la ciudad de Jaén. Aunque esta localidad andaluza no es de las más atractivas estos baños, junto a la espectacularidad de su catedral, y también su castillo, hacen que detenerse en ella merezca la pena.
Más información
Te dejo aquí la página oficial del Centro Cultural de los Baños para que tengas los horarios de apertura actualizados: http://www.xn--baosarabesjaen-rnb.es