No sé ni cuantas veces habré visto fotos de estos pueblos franceses, diminutos todos ellos pero de una belleza extasiante. De hecho, siempre que veo fotos al respecto no sé si es que realmente son todos así o que los fotógrafos dominan tanto el encuadre que hace que todos parezcan de postal. Y como lo mejor para saciar la curiosidad es lanzarse a la aventura y experimentar, en este viaje por el Périgord francés quiero meterme en el laboratorio y probar todas las fórmulas posibles de los pueblos más bonitos de Francia. Si quieres saber qué puedes ver en Saint Amand de Coly no dejes de leer.
Es así como, después de pasar por Terrasson, llegamos al diminuto pueblo de St Amand de Coly. Aquí todos los pueblos son santos y tienen nombre compuesto con un río por acompañamiento. En el cuarto día de viaje ya me voy acostumbrando a los Saints y al Côle – aunque esta vez Coly no tenga nada que ver -, Vézère, Lot… y los que me quedan. Muy originales al respecto no son, la verdad.
Pero qué más dará esto a la hora de hablaros de un pueblo pequeñísimo que tiene en su haber una iglesia abacial grandiosa. Y es que la iglesia que acompaña a St Amand de Coly es desproporcionada con la diminutez – ¿existe este palabro? – del pueblo.
La imagen típica de St Amand es la de una mole de piedra sobresaliendo por todo el casco urbano, y es que su iglesia estaba fortificada en un pasado y su estructura es la típica de estas construcciones. Ya te digo yo que aquel mamotreto – hermoso, por otra parte – da la sensación de estar totalmente desubicado. Y sí, así es, porque del conjunto abacial solo queda la nave de la iglesia.
Dicen que la iglesia de este pequeño pueblo, en el que no llegan a vivir ni 400 personas, es la iglesia fortificada más bonita de todo el Périgord. Yo no os puedo asegurar eso, pero sí puedo deciros que la iglesia chula lo es un rato.
La abadía
Vayamos por partes, y expliquemos de donde sale St Amand. La historia nos narra que un ermitano que vivió en el siglo VI se fue a evangelizar a las gentes de la zona del valle del Coly. Dice también la historia que vivía en una gruta cercana a lo que sería después la localidad y que ese ermitaño llevaba por nombre Amand. Y fue en la época de Amand cuando se construyó – todo probablemente- el primer oratorio, ya que la presencia de un monasterio en la localidad no aparece datada en ningún documento hasta el año 1048.
Lo que sí sabemos es que la construcción de la abadía comienza en los albores del s. XII y se termina un siglo después, siendo su primer constructor el abad Guillermo quien comenzó allá por el año 1124.
En los siglos venideros la abadía vive una época de esplendor y se cree que fue durante los conflictos de la Guerra de los Cien años que la iglesia fue dotada de sistemas de defensa, convirtiéndose así la iglesia de Saint Amad de Coly en la iglesia más solidamente fortificada de todo el Périgord.
Pero como todo lo que sube baja – y es que la gravedad es invencible a no ser que le pongas mucho empeño –, la peste y las guerras empujarán a esta abadía a la decadencia que se verá acusada con la Revolución pasando de ser de abacial a iglesia parroquial. Pero como cuando llegamos al fondo tendemos a rebotar, la iglesia será clasificada como Monumento Histórico en el año 1886 y, por lo tanto, resguardada de futuras agresiones.
El pueblo
De todo eso que os cuento, y como os digo, queda ya poco, y es que la historia nos destruye a todos, también al patrimonio. Y digo la historia y no el tiempo porque posiblemente sin esas guerras de religión esa abadía sería otra cosa – seguramente más completa. Pero que estas palabras no os desanimen: la iglesia abacial es espectacular. Ya vista desde lejos, cuando llegas al pueblo y lo primero que decides es irte unos metros atrás, en la callecita que da a la portada del templo, para contemplar el edificio en toda su plenitud. Visto así el pueblo parece de juguete, como de los playmobil o unos click, como un Belén que montas con ilusión cuando eres pequeña porque te gusta jugar a las casitas – no porque te guste montar belenes.
Esas casas que son tan bonitas no es que se mantengan así desde que se construyeron, no. Resulta que el pueblo está minuciosamente restaurado y gracias a eso se ganó la distinción de ser uno de los más bellos de Francia. Aunque sea de los más bonitos – bonito lo es, no lo negaré – o tiene mucho que ver más allá de su iglesiota, que ya es una buena excusa para ir. Tiene todavía por allí restos del antiguo hospital de peregrinos que data del s. XIV y fue restaurado en el XVIII, alguna que otra casa y poco más. Puede que lo que más llame la atención sean los tejados de sus casas, inclinadísimos, y que les dan una imagen picuda a las viviendas y un aire muy de cuento que en noche de tormenta pasaría a ser una historia de terror. Imagínate allí con esa iglesia descomunal, totalmente desnuda, las ruinas de la abadía que la rodean, las calles estrechas y los hierbajos, los tejados casi en pico y, en el cielo, rayos y truenos. Pues de la risa a la tragedia en un minuto. Cómo molaría…
El pueblo no tiene mucho más por ver, pero en realidad una se siente bien allí, y es que se respira aire puro, se siente la tranquilidad, se aprecia que aquello no es del todo auténtico – porque está reconstruido en su mayor parte – pero la vida sí pretende ser auténtica allí. Es tan recoleto el sitio que buscamos una boulangerie para comprar algo de pan y no la encontramos; debe ser el primer lugar de Francia en el que no vendan pan, o nosotros somos tan catetos que no sabemos encontrarlo. Pero a pesar de no encontrar pan nosotros queremos quedarnos allí a comer porque el entorno nos encanta, y porque Francia es un país de lo más preparado para comer fuera, no en vano son los reyes del pique-nique. Y ya lo dicen, donde fueres haz lo que vieres y en Francia lo que se hace es eso, piqueniquear – verbo que me acabo de inventar – así que nosotros piqueniqueamos – cosa que también hacemos en España, pero en espacios mucho menos preparados.
Y es todo lo que hay en Saint Amand de Coly, un pueblo bonito, cuco, coqueto, resultón, no demasiado pretencioso. como sí me lo parecerá su vecino Saint-León-sur-Vézère, pero ésa es ya otra historia que os contaré otro día. De momento nos quedamos aquí, disfrutando de la tranquilidad de la campiña francesa. ¿Te quedarías tú?
Información y consejos
Este pequeño pueblo no es uno de los pueblos masificados del Périgord, y no lo es porque la zona de aparcamiento es gratuita. En el resto de pueblos que iremos descubriendo las sucesivas jornadas aparcar será una odisea y además tendremos que pagar. Aquí no, así que en eso no tendréis problema. Dejad el coche a las afueras después de haber conducido por una carretera de lo más sinuosa y a disfrutar.
Como os digo – y aparece reflejado en la imagen de más arriba – el lugar está preparado para que podáis comer con una área de descanso a la sombra y con mesas de madera. Si os gusta preparar pícnics pensad que ahí lo disfrutaréis mucho.
En el término municipal de la localidad hay un castillo que es de propiedad privada y que solo se puede ver por fuera Nosotros ni nos acercamos, llega un momento – y eso que solo era nuestro cuarto día – que los castillos ya te parecen indiferentes. Éste del que os hablo se llama Château de la Grande Filolie.
Los sitios web en los que podéis encontrar información sobre la localidad son https://www.les-plus-beaux-villages-de-france.org/fr/nos-villages/saint-amand-de-coly/ y https://www.saintamanddecoly.fr/
Ahora que ya sabes qué puedes ver en Saint Amand de Coly, ¿te animas a visitarlo?
Francia es un país que nos encanta, espectacular y con una gastronomía que pone los pelos de punta.
Saludos,
CocinaDeEmergencia!
Francia es un país maravilloso para viajar una y otra vez, y cierto, su gastronomía es brutal. Además, la ponen mucho en valor, así como todo el patrimonio que tienen.
Gracias por comentar.
¡Holaaaaaa!
Creo que ya os lo he dicho en alguna entrada anterior sobre Francia, y es que fue destino recurrente durante algunos años, cuando Macarena era pequeña, para nuestros viajes ¡Es un país fantásticos para viajar con niños! Y si hay rincones y actividades en Francia, destaco los pueblos del Perigord. Es una zona alucinante por todos los motivos que os leo una y otra vez.
Un fuerte abrazo
Francia es un país fantástico y, como dices, un buen destino que siempre está ahí.
El Périgord es chulísimo y para ir con niños es una maravilla, aunque a nosotros nos resultó un pelín caro y no pudimos hacer todo lo que nos hubiese gustado. Aún así lo disfrutamos mucho 😊
Un abrazo.