Las bodas de Isabel de Segura | Teruel vuelve al medievo

Teruel, esa ciudad pequeña enclavada en pleno Aragón, capital del Arte Mudéjar, es también la ciudad del amor en España. La historia de los Amantes de Teruel es ampliamente conocida y en honor a ella, todos los meses de febrero, se celebra en Teruel la fiesta de las Bodas de Isabel, una de las fiestas medievales más importantes de España.

Una buena fiesta medieval, eso es lo que a nosotros nos gusta. La de Teruel – según nos contaban algunos amigos que habían estado – era de las mejores que puedes encontrar, y nosotros hacía muchísimo tiempo que queríamos acercarnos a ver qué se cocía en esta bonita ciudad aragonesa, pero las circunstancias personales no nos lo permitían. Este año, sí o sí, nos lo montamos como pudimos para poder asistir por fin a las conocidas como medievales – oficialmente Bodas de Isabel. ¿Iba a ser aquéllo como esperábamos?

Domingo 17 de febrero. Después de un fin de semana de algo más de trabajo para poder tener el domingo libre nos levantamos a las 8 de la maña. Tras asearnos nos subimos al coche y ponemos rumbo a Teruel, ciudad en la que durante todo el fin de semana están celebrando una de sus fiestas grandes.

Nosotros, a Teruel, solemos ir bastante. Es una ciudad que seguro visitamos una vez al año, ya sea por unas cosas o por otras, pero no la visitamos cuando allí se hace alguna fiesta. A las fiestas comunmente conocidas como del Torico no nos hemos planteado ir y siempre que pasamos por la ciudad solemos encontrarla bastante solitaria – yo me pregunto ¿por qué va tanta poca gente a Teruel? Si es una ciudad preciosa y de lo más interesante. La autovía que lleva hasta Teruel, la que cogemos en Segorbe, normalmente está vacía, pero ese domingo, ya siendo más de las 10 del a mañana, está a petar de gente. ¿No me digas que toda esta gente va donde nosotros?

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Llegamos a Teruel poco después de las once de la mañana. Buscamos donde aparcar… ¡JA! Que te lo has creído: toda la provincia está en la ciudad. Ve tú y encuentra sitio… Pero ya sabéis, quien la sigue la consigue, y acabamos aparcando en las afueras de la ciudad, en un hueco que encontramos por casualidad – este mes ya no nos toca la lotería. ¿Y ahora qué? ¿Vayamos a la Plaza del Torico, no? ¿Seguro? Bueno, sino… sigamos a todas esas gentes ataviadas con prendas medievales.

Una de las cosas más interesantes de esta recreación histórica es todo el cuidado que se tiene en mantener fiel a la época hasta el último detalle. Los personajes, tanto los principales como el resto de figurantes, visten ropa de la época, no se disfrazan de época. Eso, entre otras cosas, es lo que hace que las Bodas de Isabel sea una de las mejores ferias medievales de España.

Salvamos el desnivel que hay en la ciudad de Teruel subiendo a un ascensor junto a visitantes y gentes vestidas con armaduras y portando espadas. Aparecemos, casi por arte de magia, en la estación de autobuses. ¿Y ahora hacia dónde vamos? Vaya pregunta… vayamos tras las capas de vellón y los cascos de hierro. Y sí, hacemos bien; acabamos plantándonos en la Plaza del Torico, junto a unas cuantas – muchas – decenas de personas más.

Las Bodas de Isabel rememoran esa historia trágica que se desarrolla en el Teruel medieval, allá por el s. XIII. Isabel de Segura y Diego de Marcilla se enamoran, pero la una y el otro no se pueden casar porque la una es de cuna noble y el otro ha nacido sin cuna. Diego, entonces, le dice a Isabel que se irá a hacer fortuna, que espere 5 años y regresará con el oro suficiente como para ser digno de su alta alcurnia. Isabel dice que vale, y le espera.

Al filo del lustro Isabel cree muerto a Diego y se desposa con Pedro de Azagra, hermanastro del tercer señor de Albarracín. Cuando se está celebrando la boda aparece Diego con el dinero suficiente como para poder casarse con Isabel, pero lo que se encuentra es lo que jamás hubiese esperado: Isabel ya no es para él, ahora pertenece a Pedro de Azagra.

Lo primero que se le viene en mente a Diego es matar al esposo de su amada, pero después recapacita y lo que hace es meterse en la alcoba de los recién casados y cuando estos duermen susurra a Isabel que le dé un beso, un beso que le haga olvidar toda la muerte que ha visto en las miles de batallas en las que ha participado. Isabel, fiel a su esposo, le dice que eso es imposible, que ahora ya no es libre de hacer lo que quiera, que se ha casado con Pedro y con Pedro quiere seguir. Diego, afligido, no soporta la tristeza y su corazón muere de pena.

Nosotros llegamos el tercer día de la fiesta, el día más funesto, el día de los entierros. Teruel despierta bajo el atronador sonido de los bombos, las dulzainas que tocan melodías tristes, plañideras que lloran la muerte de Diego – lo hacen junto a toda la ciudad de Teruel -, sonido de cuernos que anuncian el entierro del joven turolense. Cierto es que llegamos a la Plaza del Torico y el ambiente es de fiesta, pero la recreación es tan auténtica que te hacen sentir como en un verdadero entierro.

Nos sentimos un poco desubicados, no sabemos de donde vienen los llantos, de donde sale el sonido de bombos, las gaitas… En la Plaza del Torico hay una pantalla que muestra imágenes de un montón de gente en procesión vestida con indumentaria medieval. Vemos una de las torres mudéjares, la de El Salvador, al fondo de la imagen. Dejamos la plaza y vamos hasta allí. Nos topamos con la comitiva de frente… no puede ser posible, no puede parecer tan real…

Rápidamente regresamos a la Plaza, en la aplicación que me he descargado en el móvil – sí, lo tienen tan bien montado que hay hasta aplicación – dicen que va a haber una representación en la Plaza de la Catedral, que después habrá otra representación en la Plaza del Seminario, pero es difícil llegar al primer sitio – la plaza es extremadamente pequeña y aquello está lleno de gente – y lo del segundo todavía tardará en suceder. Así, decidimos ir hasta el Torico y ver lo que pasa desde la pantalla que hay instalada en una fachada. Pero lo que pasa, sin nosotros saberlo, es la comitiva por delante de nuestras caras.

En ese momento yo me sobrecojo, no os lo voy a negar. Las gentes que desfilan por delante de nosotros le ponen tantas ganas que me hacen sentir, de verdad, en un lugar donde la tristeza es muy presente. No parece una fiesta, aquello es una representación auténtica. Rostros afligidos, incluso lagunas lágrimas en los ojos. Porte serio y muy respetuoso. Los turolenses se han metido muchísimo en el papel y eso es de agradecer.

En ese momento escuchamos a unas chicas que dicen que Isabel se va a asomar en el balcón y vemos que señalan a nuestras espaldas. Nos damos la vuelta y justo cuando Diego pasa por debajo del edificio Isabel se asoma y lo ve muerto. Ella llora y se esconde rápido, destrozada. La comitiva porta el cuerpo sin vida de Diego en lo alto y al final de ésta una mujer ataviada con una capa, con su rostro cubierto, con el rostro descompuesto, cierra el cortejo fúnebre. Es Isabel.

Isabel esconde su rostro, todavía no es el momento de dejarse ver.

A partir de ese momento la tragedia es máxima. En la Plaza de la Catedral – y nosotros viéndolo desde la del Tórico en las pantallas – tiene lugar el entierro de Diego: llantos, gritos, lamentos y canciones. La representación es muy auténtica, se siente emocionante, pero nada comparable como el momento en el que aparece Isabel y se sitúa en medio del escenario. Todavía cubierta con su capa, se planta frente al cuerpo sin vida de su amado y descubre su rostro. Un grito casi sordo, unos pasos, una sonrisa que aparenta carcajada de locura, una mirada fija y el beso que tanto deseó Diego. Y después de esto llega la muerte de Isabel. Cae fulminada. Aparece en escena el marido de Isabel: quiero que la enterréis junto a su amado, ella nunca fue mía. Los familiares no están de acuerdo, pero ahora quien manda es su marido, y él así lo quiere. Entrelazan las manos de los jóvenes muertos en una imagen que será eterna. El mausoleo de los amantes así lo atestigua, aunque eternamente sus manos jamás llegarán a tocarse.

El funeral, ahora, es para los dos. Las gentes, en procesión, siguen caminando por las calles de Teruel. Isabel y Diego son portados por sus amigos y familiares, los cuerpos sin vida de los amantes representan la mayor de las tristezas posibles. Rostros descompuestos, mucho más descompuestos que antes. Qué triste esta historia, qué triste no poder amar a quien amas porque las convenciones sociales no lo permiten. Qué tristeza que eso pasase en el s. XII. Qué desesperante que eso siga pasando en el s. XXI.

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Pero la fiesta no quiere acabar triste. La fiesta quiere celebrar el amor. Al final, las Bodas de Isabel son un canto alegre a los sentimientos más puros, al derecho de amar a quien se quiera y como se quiera. Para ello una reunión de gentes en la Plaza del Seminario para celebrar el amor en forma de beso: la ciudad de Teruel, junto a los amantes, se funde en un beso colectivo que va más allá de lo erótico. El beso en la mejilla, el beso fraternal. El beso romántico también. Un beso conjunto que pretende decir alto y claro: el amor nos hace libres.

Y después de la tormenta siempre llega la calma y después de los funerales Teruel sigue de gala, con sus calles llenas de gente, sus puestos llenos de artesania auténtica, paradas de comida, los figurantes vestidos todavía como en el medievo. Quedan aún algunas horas para poder seguir disfrutando de esta feria, y es que las Bodas de Isabel van más allá de las representaciones teatrales; la ciudad, verdaderamente, te hace viajar casi un milenio atrás en el tiempo.

Y hasta aquí nuestro paso por las Bodas de Isabel, una fiesta que vale mucho la pena. El ambiente increíble lo es gracias a lo bien montado que está todo, al rigor histórico con el que se mide todo, a lo implicados que están todos en esa ciudad. Y para que veáis que no exagero, ahí va una batería de imágenes que quedan en la recámara y que son un fiel reflejo de lo que os digo.

Más información

La fiesta se celebra todos los febreros, por los albores del 14 de ese mes, y dura todo el fin de semana.

En el mes de octubre se celebra La Partida de Diego que conmemora el momento en el que el joven tiene que marcharse de Teruel para poder ganarse la vida y ser lo suficientemente digno – manda narices la cosa – como para casarse con Isabel.

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Una filósofa y un politólogo que amana viajar y lo hacen a pesar de los pocos recursos que tienen. Viajar es más que un capricho, viajar es una necesidad y aquellos que somos pobres en un primer mundo de opulencias tenemos derecho también a realizar nuestros sueños viajeros. Porque los pobres también viajamos.
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6 pensamientos en “Las bodas de Isabel de Segura | Teruel vuelve al medievo

  1. Dar vueltas por el mundo y perderse cosas cerca de ti. Los dientes largos por no haber estado allí y enormes ganas de verlo en directo. Gracias por el post

  2. ¡¡¡Yo quiero ir!!! Me ha encantado, sabía de la fiesta pero no con tanto detalle y ya me he apuntado la fecha en el calendario 🙂
    Gracias por toda la información. Las fotos son geniales, algunos “personajes” como el del cuerno encajarían perfectamente en el Hellfest jajaja.
    Un abrazo y ¡gracias por acercarnos Teruel!

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