Berlín Toma IV: 6000 años de historia.

Hace ya 4 días que hemos llegado a Berlín y nos empezamos a sentir como en casa. Todavía nos quedan un par de jornadas en la ciudad y queremos aprovecharlas al máximo, así como también el Museumpass, ya que es el tercer día que lo tenemos y se nos termina el plazo de uso, de modo que hoy visitaremos otros dos museos de la Isla y la Iglesia-Museo del barrio histórico berlinés de San Nicolás – y haremos tantos, o más, kilómetros que el día anterior

Berlín es una ciudad llena de museos – 175 – y es algo de lo que eres consciente cuando llegas a la ciudad y quieres verlo todo. Por eso es de imperiosa necesidad hacer una selección de lo que quieres ver, y nuestra selección acaba traduciéndose en los museos más importantes de la Museuminsel. Habiendo ya visitado el Pergamonmuseum, aprovecharemos la mañana visitando la Alte Nationalgalerie y el Neues Museum. 

Bajamos hasta la estación de metro y compramos nuestro capuccino y nuestras pastas para desayunar, volvemos a subir y nos vamos andando hasta el centro de Berlín. ¡Claro que sí!¡Que las ciudades están hechas para ser caminadas! De qué manera tan deliciosa empezamos el día: un buen café, buena compañía y una ciudad maravillosa. Tomamos la Rosenthaler Strasse por primera vez de día y percibimos muchas más cosas de las que habíamos percibido hasta entonces. Una arquitectura sobria, pero elegante y cálida a la vez; poco tráfico – como en todo el anillo central de la ciudad -, tranvías y bicis transitando por el mismo carril sin ningún tipo de conflicto… aquello nos parece el paraíso.

Días más tarde descubriremos de qué se trata…
Llegamos a Hackescher Markt y nos dirigimos a cruzar el puente que nos llevará de nuevo a la Isla de los Museos. Y… ¡qué bonito es cruzar ese puente! A mano izquierda se nos queda la catedral reposando frente al río, ¡vaya vista!
Hackescher Mark


Alte Nationalgalerie

Llegamos finalmente a la Isla de los Museos y nos dirigimos a visitar, primero:

La Alte Nationalgalerie – o Galería Nacional Antigua. En ella podemos encontrar una colección internacional de arte desde el año 1800 hasta la actualidad. Obras de Manet y y también Monet, Caspar David Friedrich o Max Lieberman son algunos de los pintores cuyas obras podemos admirar en el museo.


Como en la otras visitas a los museos, dejamos los abrigos, las bolsas y demás enseres personales en el guardarropa gratuito y nos hacemos con una audioguía, también gratuita, y empezamos la visita. 

En la primera planta encontramos escultura clasicista y algo de realismo  – sobretodo alemán y austriaco.

Tilla Durieux als Circe (1913) – Franz von Stuck
Deducimos que en todos los sitios se trabaja igual: uno funciona como pupitre, otro es el que sabe y dicta, y el tercero hace de escribano.

Visitar la primera planta del museo – y es la que menos se adapta a nuestros gustos – nos supone casi una hora… En la segunda planta nos espera el idealismo, realismo e impresionismo. Y alucinamos cuando llegamos a la sala del Impresionismo Francés, ¡qué delicia! Nos toparemos, incluso, con Wagner.

Au Conservatoire – Edouard Manet

Nuestro colega Wagner, ¿cuántas veces habremos visto este mismo busto reproducido en imagen?
Continuamos la ruta y nos vamos hasta el tercer piso, con el Neoclasicismo y el Romanticismo, cuando nos damos cuenta que son más de la una de la tarde, así que debemos apremiar nuestra visita. Al salir de la tercera galería, miramos al techo, y vemos que es otra de las cosas que deben admirarse en la Alte Nationalgalerie:


Nuestra visita debe terminar, pero no sin antes mostraros un cuadro que sí, efectivamente, demuestra que en Alemania atan a los perros con langonizas – permitidnos hacer el chiste:

Ave, Cesar, morituri te salutant – Wilhem Trübner


Neues Museum

Nuestra siguiente parada será, y tras unos pocos pasos, el Neues Museum, donde se encuentra el famoso busto de Nefertiti. Pensando que nuestra visita será breve – ilusos de nosotros – acabaremos pasando casi tres horas.


En el Neues Museum podemos encontrar el Museo Egipcio y la Colección de Papiros, así como el Museo de Prehistoria e Historia Temprana, pero también una colección de Antigüedades Clásicas. Entre los tesoros del museo encontramos el busto de Nefertiti, o el Sombrero Dorado. El museo conserva parte de la  arquitectura original de antes del conflicto de la Segunda Guerra Mundial, elemento que le da un carácter más interesante a nuestra visita.

Esta vasija la hemos visto miles de veces, también, en los libros de historia.


De Nefertiti no os podemos mostrar imágenes, ya que está absolutamente prohibido hacer fotos en la sala, una sala inmensa de paredes verde oscuro con el busto en medio, presidiendo el lugar. Y sí, Nefertiti, si era como aparece reflejada en esta obra de arte, fue una mujer bellísima. La perfección de la talla deja anonadado a cualquiera, es para dar vueltas y vueltas alrededor de esa cabecita elegante y algo pretenciosa. 
Pero, lo mejor está por llegar. ¡¿Algo mejor que Nefertiti?! Os preguntaréis. Pues sí, a mi juicio, algo mejor que Nefertiti. Y es que al salir de la sala de la reina me encuentro con un semblante que me es familiar, así que miro el cartel informativo y me doy cuenta, ¡Pero si es Sócrates! Miro al señor que tiene al lado, también un hombre muy cabezón y digo… Ostras… ¿Y éste?¡Anda!¡Si es Platón! Qué alegría la mía al encontrarme con esos dos magníficos colegas de profesión. La emoción es infinita, bellos de punta y mirada velada. Qué maravilla más grande (tampoco puedo mostrar fotos, de esa sala también estaba prohibido sacar fotografías, supongo que por la proximidad a la de Nefertiti…)

Miramos el reloj y son ya pasadas las tres de la tarde. Tenemos hambre y todavía queremos hacer bastantes cosas, así que nos vamos hasta Alexanderplatz a comer algo. Otra vez, seguimos a nuestra guía particular:

Damos una vuelta por Alexanderplatz y buscamos algo que vimos el día anterior: un puesto de pollos asados que nos pareció tener buen precio. Pues sí, allí está el puestecito y oye, por 2,73€ nos zampamos medio pollo.

El puesto en cuestión

Nos sentamos en unos taburetes junto a unas mesas altas al lado mismo del puesto de comida, junto a un señor con traje y maleta al que le pedimos si podemos comer allí. Sin ningún reparo nos dice que sí, que claro, no problem. Así, nos ponemos cómodos y nos disponemos a comer el pollo con cuchillo y tenedor. El señor se me queda mirando con cara de estupefacción y me dice: ¡NO NO NO! ¡FINGERS!¡FINGERS! ¡Vaya! Resulta que ahora esto se come con los dedos. Ya ves tú, qué problema. Pues, ¡a comer con los dedos se ha dicho! Donde fueres… haz lo que vieres.

¡Vale, vale! ¡Ya como con los dedos!

Tras el pollo, nos comemos una especie de albóndiga-hamburguesa plana con mostaza por 99cts de Euro – sí, nosotros tampoco entendemos esos picos alemanes… 

Barrio de San Nicolás

Con la panza llena nos vamos ahora al barrio de San Nicolás.

El barrio de San Nicolás, al sur de Alexanderplatz, es una zona peatonal reconstruida en los años 60 que pretende mostrarnos lo que fue Berlín en sus inicios. En el centro del barrio encontramos la iglesia de San Nicolás, que empezó a construirse en el año 1230 y fue el lugar donde nació la capital alemana. De esta iglesia podemos encontrar poco de original, porque fue destruida en la Segunda Guerra Mundial, pero ya anteriormente la asoló un incendio. Aún así, en su parte exterior, podemos ver algo de románico original.San Nicolás ha dejado de ser una iglesia para convertirse en el museo de historia de la ciudad, ya que la iglesia es tan antigua como el mismo Berlín: 800 años.

Vaya sorpresa la nuestra al meternos por aquellas callejuelas. Hemos pasado de caminar por una gran ciudad a encontrarnos en lo que bien podría ser una pequeña aldea bávara. 

Maravillados con el lugar nos adentramos en la Iglesia-Museo de San Nicolás utilizando nuestro Museumpass

Esta iglesia es uno de los mejores ejemplos arquitectónicos de los Brandeburgo. En ella podemos encontrar una exposición permanente De la base hasta la cima: 800 años de Nikolaikirche, que ilustra la historia de esta iglesia, y con ella la de la ciudad de Berlín.

La visita a este museo requiere también un buen rato, ya que dispone también de audioguía gratuita, además de proyectarse un documental sobre la construcción de la iglesia y su historia y, otra vez con ella, la historia de Berlín.

Continuamos nuestra ruta para pasearnos ahora por Gendarmermarkt y disfrutar de sus cúpulas alemana y francesa y llegar finalmente al Denkmal für die ermordeten Juden Europas (el Monumento en Memoria a los Judíos Asesinados de Europa):




En este punto hay algo que queremos visitar, aunque no salga en las guías, y sea difícil de encontrar. Es algo un poco desagradable, pero que despierta nuestra curiosidad: se trata del búnker de Hitler. (nota: en este punto, no sabíamos si explicar dónde se encontraba o no. Hemos decidido contar donde está, ya que allí aparece señalado con un cartel explicando el mito del Führer y también del búnker)

En la intersección de Gertrud-Kolmar-Strasse y la Hanna-Arendt-Strasse (qué bonita calle), debemos seguir caminando por la primera y nos encontraremos con un gran espacio verde en medio de unos edificios residenciales. Allí podemos encontrar el cartel que nos explica la mitología construida sobre este lugar, y eso es todo. Pero, aunque eso sea todo, es interesante acercarse y ver cómo los alemanes han tratado esa parte de su historia reciente.


Por lo visto, el búnker era un buen búnker, ya que fue difícil destruirlo, por lo que optaron por colgarlo con cemento para que nadie pueda, jamás, idolatrar un lugar como ese.



Tiergarten

Después de esta visita histórica nos dirigimos a otro lugar de importancia histórica reciente: desde la Brandenburger Tor vamos a caminar la Strasse des 17. Juni para llegar finalmente a las ruinas de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtins-Kirche, lo que en lengua comanche vendría a ser la Iglesia en recuerdo al emperador Guillermo

De camino allí pasaremos por dos lugares destacables:

El Monumento soviético de Tiergarten, construido en 1945 para conmemorar la muerte de soldados soviéticos el 17 de junio durante la Segunda Guerra Mundial. Una escultura de dimensiones exageradas sobre un montículo, flanqueado por dos tanques del Ejército Rojo. 


Es interesante ir hasta la parte trasera del monumento y leer los paneles que explican el conflicto entre rusos, alemanes, orientales, occidentales… vamos, otra lección de historia más que una puede vivir en Berlín.

Seguimos por la calle 17 de junio y nos encontramos con Bismarck delante de la Columna de la Victoria:











Desde allí debemos seguir caminando un poco más para torcer más tarde a la izquierda por la Bachstrasse y llegar finalmente a la Iglesia conmemorativa. Pero, antes de esto, ¡oh! ¡SORPRESA! Nos encontramos con ¡TARANTINO! 


Estaba presentando en Berlín su última película Los odiosos 8, razón por la cual nos quedamos sin poder visitar – o eso creemos nosotros – el interior de la iglesia, ya que había una private party según nos dijo un segurata. De todos modos, la caminata hasta allí valió la pena sólo por ver aquello:



Esta iglesia. de estilo neorrománico,  fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Tras el conflicto, se decidió dejarla tal y como estaba para recordar los horrores de la guerra. Además de las ruinas de la antigua iglesia en honor a Guillermo II, podemos ver que tiene adheridos un par de edificios, obra de Egon Eierman, construidos en la década de los sesenta.


Ya que estamos allí, damos una vuelta por allí para acercarnos hasta los almacenes KaDeWe, símbolo de la Alemania Occidental – y de nuestra juventud, ya que a una discoteca a la que íbamos se llamaba también así. Cuando llegamos están ya cerrando, pero ha sido curioso acercarnos hasta allí. 

Es hora de tomar el metro y volver hasta el hotel – nos negamos a deshacer el camino andando. Ha sido un gran día y mañana queremos ir hasta el Campo de Concentración de Sachsenhausen.


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