Días más tarde descubriremos de qué se trata… |
Hackescher Mark |
Alte Nationalgalerie
La Alte Nationalgalerie – o Galería Nacional Antigua. En ella podemos encontrar una colección internacional de arte desde el año 1800 hasta la actualidad. Obras de Manet y y también Monet, Caspar David Friedrich o Max Lieberman son algunos de los pintores cuyas obras podemos admirar en el museo.
Como en la otras visitas a los museos, dejamos los abrigos, las bolsas y demás enseres personales en el guardarropa gratuito y nos hacemos con una audioguía, también gratuita, y empezamos la visita.
Tilla Durieux als Circe (1913) – Franz von Stuck |
Deducimos que en todos los sitios se trabaja igual: uno funciona como pupitre, otro es el que sabe y dicta, y el tercero hace de escribano.
Visitar la primera planta del museo – y es la que menos se adapta a nuestros gustos – nos supone casi una hora… En la segunda planta nos espera el idealismo, realismo e impresionismo. Y alucinamos cuando llegamos a la sala del Impresionismo Francés, ¡qué delicia! Nos toparemos, incluso, con Wagner.
Au Conservatoire – Edouard Manet Nuestro colega Wagner, ¿cuántas veces habremos visto este mismo busto reproducido en imagen?
Continuamos la ruta y nos vamos hasta el tercer piso, con el Neoclasicismo y el Romanticismo, cuando nos damos cuenta que son más de la una de la tarde, así que debemos apremiar nuestra visita. Al salir de la tercera galería, miramos al techo, y vemos que es otra de las cosas que deben admirarse en la Alte Nationalgalerie:
Nuestra visita debe terminar, pero no sin antes mostraros un cuadro que sí, efectivamente, demuestra que en Alemania atan a los perros con langonizas – permitidnos hacer el chiste:
Ave, Cesar, morituri te salutant – Wilhem Trübner
Neues Museum
Nuestra siguiente parada será, y tras unos pocos pasos, el Neues Museum, donde se encuentra el famoso busto de Nefertiti. Pensando que nuestra visita será breve – ilusos de nosotros – acabaremos pasando casi tres horas.
En el Neues Museum podemos encontrar el Museo Egipcio y la Colección de Papiros, así como el Museo de Prehistoria e Historia Temprana, pero también una colección de Antigüedades Clásicas. Entre los tesoros del museo encontramos el busto de Nefertiti, o el Sombrero Dorado. El museo conserva parte de la arquitectura original de antes del conflicto de la Segunda Guerra Mundial, elemento que le da un carácter más interesante a nuestra visita.
Esta vasija la hemos visto miles de veces, también, en los libros de historia.
De Nefertiti no os podemos mostrar imágenes, ya que está absolutamente prohibido hacer fotos en la sala, una sala inmensa de paredes verde oscuro con el busto en medio, presidiendo el lugar. Y sí, Nefertiti, si era como aparece reflejada en esta obra de arte, fue una mujer bellísima. La perfección de la talla deja anonadado a cualquiera, es para dar vueltas y vueltas alrededor de esa cabecita elegante y algo pretenciosa.
Pero, lo mejor está por llegar. ¡¿Algo mejor que Nefertiti?! Os preguntaréis. Pues sí, a mi juicio, algo mejor que Nefertiti. Y es que al salir de la sala de la reina me encuentro con un semblante que me es familiar, así que miro el cartel informativo y me doy cuenta, ¡Pero si es Sócrates! Miro al señor que tiene al lado, también un hombre muy cabezón y digo… Ostras… ¿Y éste?¡Anda!¡Si es Platón! Qué alegría la mía al encontrarme con esos dos magníficos colegas de profesión. La emoción es infinita, bellos de punta y mirada velada. Qué maravilla más grande (tampoco puedo mostrar fotos, de esa sala también estaba prohibido sacar fotografías, supongo que por la proximidad a la de Nefertiti…)
Miramos el reloj y son ya pasadas las tres de la tarde. Tenemos hambre y todavía queremos hacer bastantes cosas, así que nos vamos hasta Alexanderplatz a comer algo. Otra vez, seguimos a nuestra guía particular:
Damos una vuelta por Alexanderplatz y buscamos algo que vimos el día anterior: un puesto de pollos asados que nos pareció tener buen precio. Pues sí, allí está el puestecito y oye, por 2,73€ nos zampamos medio pollo.
El puesto en cuestión Nos sentamos en unos taburetes junto a unas mesas altas al lado mismo del puesto de comida, junto a un señor con traje y maleta al que le pedimos si podemos comer allí. Sin ningún reparo nos dice que sí, que claro, no problem. Así, nos ponemos cómodos y nos disponemos a comer el pollo con cuchillo y tenedor. El señor se me queda mirando con cara de estupefacción y me dice: ¡NO NO NO! ¡FINGERS!¡FINGERS! ¡Vaya! Resulta que ahora esto se come con los dedos. Ya ves tú, qué problema. Pues, ¡a comer con los dedos se ha dicho! Donde fueres… haz lo que vieres.
¡Vale, vale! ¡Ya como con los dedos!
Tras el pollo, nos comemos una especie de albóndiga-hamburguesa plana con mostaza por 99cts de Euro – sí, nosotros tampoco entendemos esos picos alemanes…
Barrio de San Nicolás
Con la panza llena nos vamos ahora al barrio de San Nicolás.
Vaya sorpresa la nuestra al meternos por aquellas callejuelas. Hemos pasado de caminar por una gran ciudad a encontrarnos en lo que bien podría ser una pequeña aldea bávara.
Maravillados con el lugar nos adentramos en la Iglesia-Museo de San Nicolás utilizando nuestro Museumpass.
La visita a este museo requiere también un buen rato, ya que dispone también de audioguía gratuita, además de proyectarse un documental sobre la construcción de la iglesia y su historia y, otra vez con ella, la historia de Berlín.
En la intersección de Gertrud-Kolmar-Strasse y la Hanna-Arendt-Strasse (qué bonita calle), debemos seguir caminando por la primera y nos encontraremos con un gran espacio verde en medio de unos edificios residenciales. Allí podemos encontrar el cartel que nos explica la mitología construida sobre este lugar, y eso es todo. Pero, aunque eso sea todo, es interesante acercarse y ver cómo los alemanes han tratado esa parte de su historia reciente.
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Desde allí debemos seguir caminando un poco más para torcer más tarde a la izquierda por la Bachstrasse y llegar finalmente a la Iglesia conmemorativa. Pero, antes de esto, ¡oh! ¡SORPRESA! Nos encontramos con ¡TARANTINO!
Esta iglesia. de estilo neorrománico, fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Tras el conflicto, se decidió dejarla tal y como estaba para recordar los horrores de la guerra. Además de las ruinas de la antigua iglesia en honor a Guillermo II, podemos ver que tiene adheridos un par de edificios, obra de Egon Eierman, construidos en la década de los sesenta.
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