Sigüenza, situada en la comarca de la Serranía (Guadalajara), hacia tiempo que nos rondaba en al cabeza como posible destino, por lo que cuando tuvimos la oportunidad de visitarla no nos lo pensamos dos veces. Cuando en nuestra página de descuentos de referencia encontramos una oferta que nos permitía desplazarnos hasta allí sin grandes gastos, hicimos las maletas y pusimos rumbo a una ciudad que nos dejó alucinados.
No necesitas llegar a ella para que la ciudad de Sigüenza te sorprenda. A medida que vas acercándote a al localidad su imponente castillo te deja prendada y no hay modo de apartar la vista de él. En ese momento te das cuenta que todo aquello que habías imaginado se queda pequeño al lado de la grandiosidad de esa construcción que poco a poco va creciendo ante ti. La primera impresión de Sigüenza, y aún estando en la lejanía, es de sobrecogimiento, algo del síndrome de Stendhal despierta en aquellos que, como nosotros, son amantes de las fortalezas y construcciones medievales, y eso que todavía no has visto casi nada.
Te adentras en la ciudad para buscar un lugar donde el coche descanse después de 4 horas de camino – con alguna parada intermedia que contaremos más adelante -, y no hay ninguno mejor que los pies del castillo, porque lo tienes muy cerca del hotel y porque así tienes excusa para pasar todos los días por delante de la fortaleza y no parecer una loca.
La llegada al hotel, que no es hotel, sino hospedería, también es un momento mágico ya que vas a estar alojada en un edificio histórico. Entras apartando la gran puerta de madera y subes corriendo a la habitación para dejar todos los bártulos, pero sales presta porque lo que quieres imperiosamente en ese instante es deshacer el camino que te hay hasta el castillo y, con la excusa que quiere ver si el coche todavía está allí – inútil excusa – te adentras en lo que hoy es un Parador de Turismo y antaño fue el Castillo de los Obispos.
El castillo de Sigüenza fue erigido bajo dominio musulmán sobre un antiguo castro romano. Sobre el edificio árabe, y a mediados del s. XII, se construyó el castillo medieval que ha sido residencia de obispos – y de ahí su nombre – pero también de nobles y reyes. Lo que vemos hoy en día es una reconstrucción basada en los planos antiguos que fue necesaria hacer después de la – maldita – Guerra Civil.Al ser parador de turismo, y como todos los paradores, es visitable – de forma gratuita – en casi su totalidad.
Cruzar la primera muralla del castillo es flipante, y desde ella puedes introducirte por una de sus gigantes puertas hasta el magnánimo patio. Sentarse en uno de sus bancos y contemplarlo es lo mejor que una puede hacer en aquel momento.
Cuando sientes que has absorbido toda aquella belleza puedes levantare e ir de un salón a otro, admirar la altura de las estancias, la belleza de las puertas, lo fantástico de las lámparas… siempre que no esté vetado el paso a los visitantes. Cunado ya se han agotado todas las posibilidades del castillo es el momento de salir de él y emprender la bajada por la Calle Mayor. Desde ella puede divisarse esa catedral extraña de la qué todavía no sabes qué pensar.
Entonces andas un poco más y te encuentras a tu derecha la preciosa Plaza Mayor, de estilo barroco y que tuvo como principal mecenas al Cardenal Mendoza. Pero no podemos detenernos ahora allí, una fuerza extraña nos atrae hacia la catedral, así que tras vencer el obstáculo de las rejas que parecen de papel de aluminio bajo el domino de aquellas imponentes torres nos adentramos en lo que será la mayor sorpresa de nuestro viaje.
La catedral de Sigüenza tiene aspecto de fortaleza, y es que se construyó allá por el s. XII, una vez la ciudad fue reconquistada a los árabes. De estilo románico con elementos que transitan al gótico, goza también de partes neoclásicas y barrocas. De los elementos románicos tenemos algunas de sus portadas, la meridional y la occidental, y en su interior vemos como ese románico va haciéndose grande y llega hasta el gótico, estilo que se distingue en los cruceros y rosetones. El interior de la catedral, de cruz latina, guarda elementos que van desde el s. XII hasta el XV y vemos como está altamente influenciada por el estilo aquitano-borgoñés, proveniente de lo que es hoy Francia.Es digno de mencionar un magnífico coro, el del Cardenal Mendoza, la Capilla del Doncel o la Capilla de las Cabezas.
Tras una de las puertas laterales de la catedral, y después de bajar algunas escaleras, la impresión que da la amplitud del templo seguntino es tan grande que no puedes creer lo que estás viendo. La robustez de la construcción en su forma exterior no tiene nada que ver con la altura y delicadeza interiores, con esas columnas altísimas acabadas en unos nervios muy estilizados. A una le parece mentira que algo tan tosco por fuera sea tan fino por dentro. Las apariencias engañan, y tras rascar un poco en la superficie nos encontramos con maravillas como ésta.
De hecho, te quedas tan impresionada que te olvidas hasta de hacer fotografías y sólo piensas en sacar la cámara cuando recorres la catedral por segunda vez.
En tu camino te encuentras con una pequeña capilla, a mano derecha, en la que se encuentra la estatua del famoso Doncel, esa estatua de la que Ortega y Gasset dijo que era la más bella del mundo. Tu la ves desde fuera, te separa de ella una reja y el precio que debes pagar para verla, que sólo es posible con la visita guiada. Sigues dando vueltas por la catedral, y sigues gozando de su belleza, sin importarte el tiempo que estés allí dentro, y sabes que vas a volver a entrar, porque ese lugar es una maravilla.
Sales de la catedral, absolutamente impresionada. Giras la cabeza y miras de nuevo aquello. Sigue siendo imponente. Sigue siendo impresionante.
Y después de esto, ¿qué? ¿Qué nos queda por hacer en la ciudad del Doncel? Pues coger un mapa en la Oficina de Turismo – que se encuentra al lado mismo de la catedral – y empezar a caminar, recorriendo lo que queda de sus murallas y de las múltiples puertas que cerraban y protegían la localidad, por ejemplo.
Aunque puedes también visitar su patrimonio románico que, siendo escaso, es también de mucho valor; por eso puedes encontrar en la misma Calle Mayor la Iglesia de Santiago, de la que poco queda ya que fue destruida también en la Guerra Civil, y cerca de allí, y muy próxima a la plaza donde se encuentra la famosa Casa del Doncel, ubicada en la Travesaña Alta, la bonita Iglesia de San Vicente. Y si estiras un poco más la calle, puedes llegar hasta la bella Plazuela de la Cárcel. Y mires por donde mires, la parte alta de Sigüenza, te transporta a épocas pasadas sin necesidad de que nuestra mente haga el mínimo esfuerzo.
Si vuelves a la parte baja de la ciudad tienes la parte más nueva, con su barrio barroco y renacentista, y más abajo de ellos, el paseo de la Alameda.
Pero lo mejor que una puede hacer en Sigüenza después de una jornada tan extenuante como esta es sentarse en una terraza de la Plaza Mayor y tomar una cerveza bien fresca.
¡ALUCINA CON SIGÜENZA!
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El coche seguía estando allí… 😉 |
A tener en cuenta
En el siguiente link tenéis todos los horarios de los monumentos visitables de la ciudad de Sigüenza: horarios. Os recomendamos que antes de la visita os pongáis en contacto con la oficina de turismo del lugar para aseguraros de que todo está abierto.
Contacto:
Teléfono: 949 347 007 –Fax: 949 347 008
HORARIOS DE LA CATEDRAL
La entrada a la catedral es gratuita. La visita guiada son 5 € por persona.
INVIERNO:
HORARIOS DE LA CATEDRAL:
9:30 – 14:00 / 16:30 – 20:00
HORARIOS DE MISA
De lunes a sábado: 11:00 y 19:00
Domingos: 11:00, 12:00, 13:00 y 19:00
VISITAS GUIADAS A LA CATEDRAL
De martes a domingo.
Mañanas: 12:30
Tardes: 17:00
Sábados:
Mañanas: 12:00 y 13:00
Tardes: 16:30 y 17:30
Lunes no hay visitas guiadas.
Teléfono: 619 362 715
catedralsiguenza.olfig@gmail.com
VERANO:
HORARIOS DE LA CATEDRAL:
9:30 – 14:00 / 16:30 – 20:00
HORARIOS DE MISA
De lunes a sábado: 11:00 y 20:00
Domingos: 11:00, 12:00, 13:00 y 20:00
VISITAS GUIADAS A LA CATEDRAL
De martes a domingo.
Mañanas: 12:00 y 13:00
Tardes: 17:00 y 18:00
Lunes no hay visitas guiadas.
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