Nos encontramos en las vacaciones de Pascua. El año pasado habíamos estado en Albarracín un par de días, aprovechando que no teníamos ningún compromiso ni educativo ni tampoco musical. Este año teníamos ganas de ir a Montblanc, en Tarragona, para disfrutar de la Setmana Medieval que todos los años celebran en abril, coincidiendo con Sant Jordi. De hecho, se cuenta que fue en esa localidad donde Sant Jordi mató al dragón, y todos los años conmemoran esta hazaña fantástica con un montón de actividades ambientadas en la Edad Media. Pero además de Montblanc queremos acercarnos hasta el Monestir de Poblet, aunque sea sólo para visitarlo exteriormente…
De este modo, y con todo preparado – tauleta, por supuesto, y comida traída de casa – nos dirigimos hasta la localidad catalana de Montblanc. Decir que no está demasiado lejos de donde vivimos, a menos de dos horas, por lo que el madrugón no fue tan acusado como otras veces. Sobre las nueve de la mañana nos subimos al coche y paramos a repostar en Vinaròs. Finalmente llegamos a nuestro destino. no serán aún las 11 de la mañana y el pueblo está lleno de coches; de hecho, nos cuesta bastante aparcar. Finalmente, encontramos un hueco en el barrio residencial del lugar y nos vamos hasta la parte histórica de la localidad, que encontramos rápidamente gracias al jolgorio que había.
De este modo, y con todo preparado – tauleta, por supuesto, y comida traída de casa – nos dirigimos hasta la localidad catalana de Montblanc. Decir que no está demasiado lejos de donde vivimos, a menos de dos horas, por lo que el madrugón no fue tan acusado como otras veces. Sobre las nueve de la mañana nos subimos al coche y paramos a repostar en Vinaròs. Finalmente llegamos a nuestro destino. no serán aún las 11 de la mañana y el pueblo está lleno de coches; de hecho, nos cuesta bastante aparcar. Finalmente, encontramos un hueco en el barrio residencial del lugar y nos vamos hasta la parte histórica de la localidad, que encontramos rápidamente gracias al jolgorio que había.
Decidimos introducirnos entre las murallas y topamos con la oficina de turismo, en la que preguntamos sobre actividades y qué ver en la ciudad. Allí nos dan un mapa y un librito con todo lo que se hace durante todos los días que se prolonga la feria. Al salir de allí empezamos a escuchar sonido de tambores y cornetas, y nos encontramos con el desfile de la comitiva real:
Seguimos caminando y visitamos la Iglesia de Santa Maria la Major; la entrada es gratuita, pero si quieres subir a la terraza tienes que pagar (no lo hacemos). Aparte de este monumento no pudimos visitar nada más, ya que estaba todo totalmente cerrado, pero en la plaza misma de la iglesia se encontraba una feria de vinos – allí hacen unos buenísimos – así que decidimos probar. Tienes que comprar la copa y después vas rellenando – previo pago – con los vinos que quieras. Nosotros sólo probamos uno: ni nos gusta tanto el vino, ni tanta pasta tenemos.
Hay rincones de Montblanc que son bastante encantadores:
Guiándonos por el folletín que nos dieron en la oficina de turismo, nos dirigimos hasta una de las plazas principales para ver un espectáculo de cetrería y también una representación de lucha medieval. Muchísima gente es la que hay en aquella plaza:
Como allí, de momento, el pescado ya está todo vendido, decidimos ir hasta Poblet, para ver si podemos visitar, aunque sea su exterior, el Monasterio. Llegar allí es fácil, ya que está bien indicado y, además, con el GPS no tiene pérdida. Al llegar allí encontramos aparcamiento bajo la sombra de un árbol – aunque no hacía demasiado calor – y vamos buscando algún lugar donde plantar después nuestra tauleta para poder comer. Nos adentramos por las puertas de Poblet y WOW, aquello es una pasada. He de decir que no soy nada religiosa – es más, soy atea -, pero la belleza no entiende de credos, y aquello es muy bonito.
Pensando que tan solo podemos visitar el exterior, nos encontramos con la iglesia abierta, de modo que entramos. Es una pasada, todo piedra y altura, y tímida luz que se cuela por las vidrieras.
Como los estómagos están empezando a reclamar, vamos a preguntar a la tienda de souvenirs/taquilla/oficina de turismo qué podemos ver por la zona y si hay algún paraje natural en el que podamos pasar la tarde y pararnos a comer. La chica – la única que hay allí para atender a todo el público – nos da un mapa de la comarca y nos indica que a escasos kilómetros se encuentran les Muntanyes de Prades, en las que hay un salto de agua muy bonito – dice ella – que se llama el Gorg, y que allí podemos comer y pasear. Nos dibuja en un papel cómo podemos llegar allí y nos indica que en un par de kilómetros nos encontraremos con una cruz grande de madera a mano izquierda, donde deberemos entrar en el camino y tras un breve camino de gravilla llegaremos hasta nuestro destino. Dándole las gracias por tanta amabilidad, nos subimos hasta el coche y nos vamos en busca de la cruz de madera.
Unos kilómetros después la encontramos – de pura chiripa – y nos adentramos en la pista de gravilla que nos lleva hasta un lugar adaptado para hacer barbacoas. Hay una gran cantidad de árboles y un riachuelo, y no será necesaria la tauleta, allí hay de sobra lugares en los que comer:
Después de jalarnos los manjares, dejamos los trastos sobrantes en el coche y vamos en busca de el famoso Gorg. El camino hasta allí es precioso: verde y más verde. Nos recuerda a la subida al castillo de Peyrepertuse. Finalmente llegamos al Gorg… que no es tan espectacular como nos habían contado, pero el camino ha valido la pena:
Vamos a buscar el coche y siguiendo el mapa buscamos algún lugar donde tomar el café. Finalmente vamos a parar a Espluga de Francolí, lugar que callejeamos pero nos quedamos sin café.
No teniendo demasiado claro si volver a Montblanc o ir a algún otro sitio – aún no es demasiado tarde – decidimos ir hasta Santes Creus, ya que nos pilla más de camino para volver a casa que Vallbona de les Monges.
Santes Creus es muy bonito todo el lugar, aunque el monasterio y la iglesia estaban ya cerrados – ¡no me digas! -, pudimos disfrutar de un agradable paseo por allí. Y aún sin café. Decidimos, finalmente, volver a casa; se nos está haciendo tarde y nos han invitado a cenar.
La jornada ha sido interesante. Montblanc es curioso, pero no es un lugar al que volvería; tal vez por tanta gente, tal vez por haber visitado otros lugares recientemente como Carcassonne… no me ha dado todo lo que esperaba. Ahora bien, los monasterios y la zona de les Muntanyes de Prades son lugares increíbles que merecen una visita con más calma – y más presupuesto.
2 pensamientos en “Rutas por España – Setmana Medieval de Montblanc 2014”