Los Barruecos | Un paraje insólito en Cáceres


Desde que entramos en territorio extremeño había algo que nos llamaba poderosamente la atención: unas piedras redondas, como pulidas a mano, se dispersaban por el campo confiriendo al paisaje un aire como extraterrestre. Acabaremos deduciendo que aquello son berrocales y que en Malpartida de Cáceres hay un montón de ellos.

 

Antes que nada, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿qué es un berrocal?

 
Un berrocal es una zona en la que se concentran gran cantidad de barruecos, o lo que es lo mismo, peñas aisladas de granito. Estos barruecos existen gracias a la erosión de bloques de granito debido a la filtración de agua en las fisuras y, cuando esta se convierte en hielo, hace estallar la roca.
Estas piedras terminan amontonándose de manera vertical unas sobre otras y conforman un paisaje bellísimo y muy singular.
 
En España son unos cuantos los berrocales que podemos encontrar pero en esta ocasión iremos hasta Malpartida de Cáceres, pueblo singular no sólo por el paraje natural de los barruecos, sino también porque ha sido declarado Pueblo Europeo de las Cigüeñas. Y sí, es esto, las cigüeñas, lo que más te llama la atención a medida que te acercas a esta localidad cacereña: un montón de nidos de estas aves están repartidos por azoteas, palos y campanarios.
 
Una vez llegados a Malpartida desde Cáceres – apenas 14 km – debemos seguir las indicaciones que en el pueblo existen de cómo llegar hasta el monumento natural. Las señales van marcando el camino hasta llegar, finalmente, a una zona de aparcamiento y lo que parece un museo. Nosotros, como viajamos siempre en épocas intempestivas, nos encontramos todo cerrado pero, aún así, decidimos aventurarnos y adentrarnos en el paraje natural de Los Barruecos.
 
A mano izquierda, y desde el museo, encontramos un camino por el que decidimos adentrarnos. Se trata de una senda de tierra en la que pasa fácilmente un coche, pero no tanto dos. La senda va discurriendo por un paisaje ondulado y seco – y más en junio – a los lados de la cual podemos encontrar algunos aparcamientos. Acabamos llegando, tras algún kilómetro incierto, a un aparcamiento grande y allí decidimos estacionar el coche. Lo que nos encontramos después es esto:
 
 
 
Un lago inmenso, de un azul muy profundo y con una montaña de barruecos en la que conviven vacas, toros, terneros y cigüeñas. Una estampa bucólica y bastante inusual para nosotros que vemos aquello por primera vez.
 
 
 
Como este lago hay algunos más en la reserva, y en ella se pueden seguir rutas y descubrir todo el patrimonio no solo natural, sino también arqueológico, de Los Barruecos. Pero nosotros no nos atrevemos a meternos allí con las reses sueltas y sin un mapa que nos guíe, así que debemos conformarnos con disfrutar de las increíbles vistas que este tesoro natural nos brinda.
 
 
Os recomendamos que visites el lugar, y que lo hagáis pronto, antes que Juego de Tronos lo masifique.

Más información sobre Los Barruecos:

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