Pisamos Trujillo por primera vez el domingo 19 de junio de 2016. Para nada habíamos imaginado lo que nos íbamos a encontrar…
Nada más pasar una de las puertas que todavía se conservan comprendemos que esa Plaza Mayor no ha sido más que el aperitivo. Casas señoriales de piedra, de una piedra de un color tan bonito que lo queremos para nosotros mismo, se plantan ante nuestros ojos de forma elegante. Aquellos que, tras los pasos de Pizarro, fueron al Perú a hacer fortuna, regresaron a Trujillo y gastaron parte de ella construyendo grandes caserones de los que todavía hoy podemos disfrutar. De hecho, una de las construcciones más imponentes de la Plaza Mayor de Trujillo está dedicada al conquistador Pizarro: el Palacio de la Conquista. Éste fue mandado realizar por su hija, y es de estilo plateresco del siglo XVI.
Palacio de la Conquista |
Puerta de entrada a la parte alta de Trujillo |
Pero sigamos nuestro paseo por lo alto de Trujillo. Porque una vez sales de la plaza y te diriges al castillo Trujillo se convierte en una especie de laberinto con cuestas de piedra y callejones estrechos con toques de verde repartidos por la hiedra que cae de las paredes de algunas casas y los cipreces que se alzan tímidos hacia el cielo. Todo ello unido y barnizado del color dorado del ocaso hacen que no nos podamos creer lo que nuestros ojos ven, porque Trujillo es mucho mejor de lo que habíamos esperado.
Monasterio de San Francisco el Real de la Coria |
Iglesia de Santa María la Mayor |
Entre las cosas bonitas que nos encontramos en Trujillo destacamos la Iglesia de Santa María la Mayor, levantada sobre un antiguo templo románico, del que solo se conserva la torre oriental – Torre Julia. Aunque también encontramos cerca el Monasterio de San Francisco el Real de la Coria del que poco queda, pero que se muestra espectacular bajo los rayos del sol de la tarde. Y presidiendo la localidad, en lo más arriba de la misma, el castillo de Trujillo.
El castillo o alcazaba de Trujillo se erige en lo más alto del berrocal trujillano, en un cerro llamado «Cabeza del Zorro». La alcazaba data del período Omeya, por lo que se trata de un monumento andalusí.La construcción transita entre los s. IX y XVIII, que se caracteriza por la gran cantidad de torres que conforman su perímetro y la buena conservación de sus murallas.En el interior se conservan un par de aljibes y la capilla de la Virgen de la Victoria, patrona de Trujillo.
Una visita al castillo de Trujillo es de lo más agradable ya que la impresionante fortaleza se conserva muy bien, pero plantarse bajo esos muros imponentes es una sensación alucinante. La belleza del lugar no puede describirse con palabras, y lo que los ojos ven desde lo alto es imposible conocerlo si no se está allí. Trujillo tiene un algo de misterioso y mágico que difícilmente puede imaginarse. No es solo la cantidad de casas señoriales de personajes de gran peso histórico, como el ya mencionado Pizarro, o también Orellana, los elementos que dotan de peculiaridad al lugar, sino también la forma en la que las calles están distribuidas, el color de las piedras de las casas, que son las mismas que el pavimento, y que pintan de un ocre precioso todo el casco antiguo de Trujillo. Es todo el conjunto de elementos fantásticos el que permite sentirse a una afortunada de poder estar disfrutando de tamaña maravilla.
Pero después de esta experiencia tan fantástica es hora de volver al hotel y descansar. Un Parador no está solo para dormir, sino también para disfrutarlo y, además, al día siguiente nos espera una sorpresa tan grande – o mayor – que la que Trujillo nos ha dado: nos vamos a Cáceres.
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