Lunes, bien pronto – aunque no tanto como otras veces. Después de cargar el coche de todos los trastos (in)necesarios pones rumbo hasta los Pirineos. Debemos llegar a Pont de Suert, que será nuestra base de operaciones por un día, y desde allí podremos visitar la Vall de Boí.
Después de algunas horas de viaje y una breve parada en el camino para estirar las piernas nos detenemos en un pueblo que desde la carretera nos ha parecido curioso: Puente de Montañana. Esta localidad es bastante peculiar: administrativamente pertenece a la provincia de Huesca, pero algunas de sus calles pertenecen a la de Lleida. Según nos explica un cartel en la entrada del lugar esta atípica situación es debida a la partición entre comunidades que se hizo en el s. XIX tomando como línea divisoria el río Noguera Ribagorzana, con las consecuencias que aquí os contamos.
Más allá de rencillas administrativas, Puente de Montañana – o Pont de Montanyana – es un lugar que bien merece un paseo: ya sea porque queremos cruzar el puente colgante que te lleva hasta las puertas – literalmente – del pueblo, porque queremos pasar por debajo de todos los arcos, cobijarnos en portales y soportales que se mezclan con casas y casonas, o porque queremos embelesarnos con ese puente medieval que sigue uniendo orillas de río y gentes diferentes.
El paseo nos deja con un gran sabor de boca, pero debemos abandonar esta localidad para llegar finalmente a Pont de Suert, donde cogemos las llaves de la habitación – más que correcta, después de los comentarios que habíamos leíd por internet – y poder poner rumbo finalmente a la Vall de Boí.
La Vall de Boí
Declarada Patrimonio de la Humanidad en noviembre del año 2000, la Vall de Boí conserva en un espacio muy reducido una gran cantidad de construcciones románicas que destacan por su uniformidad arquitectónica. De estilo románico lombardo, las iglesias tienen todas campanarios altos y esbeltos que nos señalan la función no solo religiosa de las iglesias, sino también la función defensiva plasmada en las altas torres-campanario que permitían – y permiten – tener una visión amplia de todo el valle.
Hay muchas maneras de visitar la Vall de Boí, ya que todos los pueblos están muy cerca unos de otros. Podemos, incluso, visitarlos andando haciendo un recorrido a pie por los senderos marcados – que son muchísimos – si es que nos gusta caminar. Por nuestra parte, el recorrido – nuestro recorrido – lo hicimos en coche, empezando por uno de los primeros pueblos que te encuentras al entrar en el valle: Barruera.
Barruera
No teniendo una de las iglesias más impresionantes del conjunto, si goza de una amplia zona de esparcimiento junto al río, en la que puedes aparcar y comer tranquilamente contemplando las maravillosas vistas que desde allí se tienen.
Merece la pena darse una vuelta por la localidad, que está catalogada con encanto y subir la empinadísima calle mayor para adentrarnos en las construcciones antiguas que se alejan de las nuevas casas pirenaicas que tanto abundan por el terreno. La iglesia románica – lombarda, como todas – de Sant Feliu se encuentra a los pies de la localidad, junto al río y es un buen preludio de lo que se va a ver.
Erill la Vall
Es fácil continuar el camino, el conjunto románico de la Vall de Boí está extremadamente bien indicado, así, avanzados unos kilómetros torcemos a la izquierda y llegamos a Erill la Vall, otro pequeño pueblo hecho de piedra y pizarra un poco más enclavado en la ladera de la montaña. En él podemos encontrar la iglesia de Santa Eulalia con un campanario verdaderamente espectacular, al lado de la cual se encuentra el Centro del Románico de la Vall de Boí.
Taüll
Para seguir con nuestra ruta románica y nos dirigimos hasta Taüll, el último pueblo del valle y en el que encontramos dos iglesias – las dos iglesias – románicas: Santa Maria de Taüll y Sant Climent de Taüll. La primera se halla en una plaza en lo alto de la localidad y es de entrada gratuita. En ella existen varias cosas interesantes – además de la construcción de la iglesia en sí misma: la reproducción de los frescos del altar, ya que los originales se encuentran en el MNAC, y los frescos que hay, en bastante buen estado, en un lateral del edificio.
En la parte baja del pueblo nos encontramos con la archifamosa Sant Climent de Taüll que alberga en su interior lo poco que queda del celebrePantocratorel original del cual se encuentra también en el MNAC. Pero allí nos topamos con una sorpresa increíble: la reconstrucción mediante proyección de lo que podría ser el fresco original del Pantocrator. Verdaderamente alucinante; hecho a partir de luz y sonido los frescos van siendo dibujados en las paredes de la iglesia de un modo tan realista que nos fascina a todos los presentes.
Más allá del pantocrator tenemos algunos frescos que se conservan en las capillas y también, como no, un campanario esbeltísimo al cual se puede subir y disfrutar, encaramados en lo más alto, del paisaje que el valle nos ofrece.
Boí
El último pueblo que vamos a visitar es Boí, al que llegamos bajando unos pocos kilómetros desde Taüll. En Boí podemos encontrar la Iglesia de Sant Joan que alberga unos frescos fantásticos y, aunque nos sintamos extasiados por las impresionantes construcciones románicas, no debemos dejar de pasear por los pueblos de la Vall de Boí ya que son todos preciosos. Debemos invertir algunos minutos en caminar por plazas, calles y callejuelas, empaparnos de construcciones empedradas y pizarra en los tejados, de ríos y fuentes. Es casi obligatorio.
Un plus: l’Estany de Cavallers
Un plus a la ruta, y si queremos ver algo más que románico, puede ser desplazarse hasta más allá de Caldes de Boíy subir hasta el embalse de Cavallers, a más de 1700 metros de altitud, – adentrándonos ya casi en Aigüestortes – que, aunque se encontrase a medio gas esos días, nos ofrece una visión impresionante al tener parte de la superficie congelada y estar metido entre nieve, pinos y gargantas montañosas. Desde allí, además, podemos empezar varias rutas al encontrarse en la zona periférica del Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici – del que os hablaremos en próximas entradas.
Y hasta aquí la primera parte de nuestra ruta pirenaica. Esta es nuestra propuesta y no por ello se debe seguir obligatoriamente. Debido a que la Vall de Boí tiene una gran cantidad de románico a visitar, es a veces necesario hacer una selección si uno no quiere saturarse o no tiene el tiempo suficiente, pero a nuestro juicio son imprescindibles las dos iglesias de Taüll, sobretodo Sant Climent con el atractivo añadido del audiovisual.
Como ya hemos dicho, la ruta se puede hacer a pie si uno tiene ganas de caminar y en coche todo está muy cerca, por lo que es una buena propuesta de salida si no se goza de mucho tiempo.
Más información
Encuentra los horarios y los precios para visitar cada una de las 9 iglesias accediendo a la página oficial del Centro del Románico de la Vall de Boí:
http://www.centreromanic.com/ca/node/59
*Debido a la situación sobrevenida por la Covid-19 las entradas solo se venden por internet, no vas a poder comprarlas físicamente en ninguna de las iglesias como sí hicimos nosotros en el año 2015.
Un pensamiento en “La Vall de Boí | Románico en estado puro”