Bermeo y Mundaka | Dos «must» de la Costa Vasca

A diferencia de lo que hacemos en nuestra mayoría de viajes por España, que suelen ser en coche, a Euskadi fuimos en tren ya que no disponíamos de vehículo esos días. Ir en tren supone, a priori, estar un poco limitado en lo que a transporte se refiere ya que llegar a determinados puntos es complicado, pero esto no sucede en Bizkaia donde le transporte público es de bastante calidad. Y es gracias a esto que tuvimos la oportunidad de viajar hasta Gaztelugatxe y, ya de paso, visitar estos dos magníficos pueblos a orillas del Cantábrico.

Bermeo

Bermeo ha sido uno de los puertos pesqueros más destacado de todo el País Vasco, y sigue teniendo a día de hoy la flota de bajura más importante de todo el Cantábrico. Y es que hablar de Bermeo es hablar de pesca, de balleneros, de historias de marinos luchando contra viento y marea en alta mar, en ese Mar Cantábrico siempre bello pero a veces cruel. Y el espíritu marinero se deja ver – y de qué manera – al llegar a la localidad, cuando una se encuentra con el Puerto Viejo y sus decenas de barcas amarradas formando una estampa de lo más bonita.

Cuando dejas de mirar el Puerto hay algo que te llama la atención, un edificio grandilocuente que destaca entre todos los demás: se trata del Casino. Y tomando el casino como referencia nos adentramos en la localidad de Bermeo que antaño fue cabeza de Vizcaya, título otorgado por los Reyes Católicos al ser Bermeo una de las villas más prosperas y ricas de aquella época. Bermeo, entonces, estaba rodeada por una muralla con siete puertas de las que hoy queda solo una, la de San Juan, y por la que accedemos a la ciudad si venimos de Bakio. Meterse por el centro histórico de Bermeo es interesante, y debemos subir alguna que otra cuesta, más otros pocos escalones, para poder así pasearnos por una villa vasca con aires de señora, de calles estrechas y sinuosas que recuerdan su pasado medieval, como también lo recuerdan torres como la Ercilla, del s. XIV.

Regresando a la parte baja de la localidad nos encontramos con el convento de San Francisco al que accedemos de forma casual y por ser nosotros un poco cotillas. Es éste uno de los conventos más antiguos de Bizkaia, datado a mediados del s. XIV, y junto a la iglesia de una sola planta encontramos la joya del conjunto arquitectónico: su claustro con arcos apuntados sustentados por pilares decorados con tres pequeñas columnas y ménsulas en cada una de las cuatro esquinas.

En Bermeo es obligatorio – y si el día es tan magnífico como el que nos ha tocado a nosotros – sentarse en una de las múltiples terrazas que hay en el parque cercano al puerto y tomarse una caña y una tapa, preferentemente de tortilla de patatas con muchas cosas. Increíble.

 Mundaka

Después de Bermeo, y aprovechando el buen transporte público bizkaino vamos hasta Mundaka, localidades que se encuentran a poquísima distancia la una de la otra. Son de mencionar las increíbles vistas que hay durante el trayecto en tren de esta parte maravillosa de la Costa Vasca, así que estad atentos cuando vayas de un pueblo a otro.

Al llegar a Mundaka en tren no vemos nada demasiado destacable, y es por ello que debemos adentrarnos en las calles de la localidad y dirigirnos hasta la parte baja del pueblo para encontrarnos con una estampa bella de verdad, de aires marineros y algo bohemia. Mundaka se encuentra en la desembocadura del río que lleva su nombre, siendo el entorno natural de la localidad declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el año 1984 al encontrarse ubicada junto a las marismas de Urdabai. Este conjunto natural tiene dos partes bien diferenciadas siendo la marítima la que podemos encontrar en Mundaka, formado por bellos y sesgados acantilados. Si nos adentramos en el interior – y así lo hacemos en tren – podemos ver las marismas y los arenales que se asoman durante la marea baja. Mareas que, por otra parte, se pueden percibir sin ningún tipo de esfuerzo ya que el cambio es bastante evidente si pasas por allí en un espacio de varias horas de diferencia.

Pero Mundaka, además, tiene algo que la hace exclusiva: una de las mejores olas izquierdas del mundo – o es dicen los expertos. Desde la ermita de Santa Catalina y hasta el muelle se produce una ola con 400 metros de largo, por lo que se ha convertido en uno de los paraísos mundiales del surf. Nosotros no somos entendidos en esta disciplina acuática, por lo que no podemos opinar sobre esto. De lo que sí podemos opinar es de la increíble belleza del litoral visto desde la iglesia parroquial de Santa María, templo renacentista ubicado en la atalaya.

Pasearse por el puerto de Mundaka es obligatorio, todo lo que lo rodea es bonito: el mar, las barcas, los acantilados y las casas. Mundaka es uno de  esos sitios en los que te quedarías para siempre, y al que querrás volver – al menos yo sí quiero regresar.

Y hasta aquí las dos propuestas que completan  la visita a la Costa Vasca con San Juan de Gaztelugatxe como plato fuerte del día. Por supuesto, son muchas otras las localidades de la costa vasca que pueden sernos de interés, pero no todo puede hacerse en un día. Algo que tenemos claro después de haber pasado allí la primera jornada completa en Euskadi es que el litoral vasco tiene mucho que ofrecer, y no es moco de pavo regresar a Bilbao con esa percepción cuando las expectativas eran muy altas. Euskadi se convierte, desde ese preciso instante, en otro de esos lugares de los que jamás marcharíamos, y eso que el viaje no ha hecho más que comenzar…

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