Cuenta la leyenda que Abd al-Rahmán III tenía una favorita que no era aceptada en la ciudad de Córdoba, pero él la amaba. El Califa tuvo claro qué hacer: construir una ciudad para poder vivir con su amada. Si ella no es aceptada en la ciudad, yo le construiré otra para que podamos estar juntos. Y es así como nació la bellísima Madinat al-Zahra.